Novena al
Sagrado Corazón
Día 2º: UN MUNDO SIN CONCIENCIA
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El ojo de tu intención
Dos
lecturas: una 1ª, de 2R 11, 1-4; 9-18; 20. Muy típico judío, muchas intrigas palaciegas,
muchas muertes y triunfo del bueno.
Un
Evangelio –Mt 6, 19-23- que tiene dos posibles lecturas (según autores).
Comienza con una enseñanza básica (y que hoy día sería una catequesis substancial):
No atesoréis tesoros en la tierra, donde
el orín y la polilla los carcomen. Tesoros que no tienen que ser
precisamente de dinero, ¡aunque también entra de lleno, porque a más
disponibilidad de dinero, más “tesoros” humanos se acumulan!). El falso culto a
la falsa libertad, al propio cuerpo, a expresarse como a uno se le ocurra
(aunque dañe a terceros), a los “ídolos” de cartón o de “carne”… El “tesoro”
sin referencias, y que sólo está al servicio y goce del individuo y sus
apetencias del momento… El “tesoro” que vive colgado de una cualquier variedad
de dependencia (móviles, TV, botellones, etc.). Advierte Jesús que no amontonéis tesoros en la tierra…,
porque se los lleva el viento, a la primera de cambio.
Atesorad
en el cielo, donde no hay polilla ni orín, ni ladrones que abran boquetes,
PORQUE DONDE ESTÁ TU TESORO, ESTÁ TU CORAZÓN. Buscad, acumulad,
atesorad…, esos otros valores que no dependen del dinero ni se compran con
dinero, ni se pueden robar para sacar dinero. Entre otras razones porque se
están vigilando y custodiando por el propio individuo, y no se le van de las
manos. Tesoros de buena educación, buenas formas, respeto al que es “otro” y “diferente”.
Respeto a la propia conciencia (que es, en definitiva, respeto y aceptación de
Dios como tesoro referencial).
Y
de ahí pasa ese evangelio al ojo de tu intención, que en tanto
sea limpio, todo el ser estará limpio.
Aquí
hay dos interpretaciones de autores: una va en consonancia con lo anterior: si
el mal tesoro que ensucia y despersonaliza es el “tener”, el eliminar toda
dependencia, el pretender ser “dueño absoluto” de sí mismo, y en definitiva, el
dinero “que todo lo puede”, ¡cuánta oscuridad habrá en esa persona! [Podríamos
releer ahora la historia de la 1ª lectura, y comprobar a dónde conduce el
orgullo y afán de poder! ¡Cuánta
oscuridad!
La
otra interpretación no conecta directamente con esos “tesoros materiales” que
emborrachan y hacen perder equilibrio y dominio de sí. Va por un terreno que es
también muy útil para meditarlo: “El ojo de la intención” es algo mucho más
personal.
Supongamos
a uno que ve a otros dos hacer la misma cosa. Al primero se le alaba y acepta, “porque
hay buena sintonía con él”. Al segundo se le juzga, se le critica, no se le
acepta, “porque cae mal desde el principio”.
Es
una situación muy digna de reflexión personal a fondo. Según “el ojo de tu intención”, así piensas,
miras, interpretas…, ves “lo malo”, “lo defectuoso”. “El cuerpo entero tendrá luz u oscuridad”. Porque, al final, “los
ojos sucios” arrojan basura y llenan de porquería las los juicios, las palabras
y los sentimientos. Y Será como una droga malsana, que se reconoce pero ante la
que se vive “el mono” de tener que escupir hacia afuera ese “ojo sucio”. Es todo lo contrario de los limpios de corazón, que ven a
Dios…, que descubren lo que ese otro lleva de Dios en sí mismo.
Al
que ve con ojos limpios, la disculpa le sale espontánea, pasa por alto aquello
mismo que no soporta en otro; sabe descubrir siempre “un motivo”, “una razón”,
un “porqué” justificador. En consecuencia no le saldrán el pus de “ojo sucio”…,
porque –en realidad- no lo tiene. Entonces, ¡cuánta claridad! “Verá a Dios”. No verá –así de claro: NO VERÁ-
algún defecto o carencia o límite del otro.
Jesús
ha advertido. El ojo sano de tu
intención…; el cuerpo sano de tu interior… En el mundo de hoy, ¡qué agobio
saber que basta con que alguien abra la boca para que de inmediato otro se le
esté echando encima! ¡Qué desesperanza cuando cada tertulia –cada “café” de
unos cuantos reunidos- no se convierte en un Cristo que está en medio de ellos, sino un desplumar al ausente…
¿Vivimos en un mundo de OJOS SUCIOS, de almas podridas, en que siempre hay que
estar hablando mal de otros?
¿Es
esa la imagen que nos gustaría concebir en los ojos de Jesús? ¿Es ese el modo
que nos habla del CORAZÓN DE JESÚS? ¿Qué clase de oración hacemos, y cómo
miramos y nos dejamos mirar por Jesucristo, que sea la imagen de los ojos
limpios, que se proyectan en un ser humano capaz de tener “todo su ser limpio”?
En
esto habrá que centrarse para vivir con fidelidad una verdadera oración, que es
incompatible con esa otra apariencia de oración que puede entremezclarse con
toda naturalidad con una VISIÓN SUCIA DE LO QUE VIVE ALREDEDOR.
Buenos días Padre Cantero, soy Verónica, morenita de la grabadora, sería tan amable de enviarme el audio de la Escuela de Oración y de su homilía- tema de hoy de la novena?, es que esta tarde de 5 a 9 tengo preparadora y no podré ir. 1 saludo
ResponderEliminarEl corazón está hecho para Diosy,en Dios,para todas las cosas nobles de la tierra..S i nos preguntáramos en nuestro interior,si vivimos solamente para Dios,quizá encontraríamos una respuesta muy dura :pienso en mí,sólo en mí,y en las personas y cosas que hacen referencia a mí..
ResponderEliminarDonde está nuestro tesoro es en el amor , la entrega a los demás, el sacrificio,porque es donde está Dios y ÉL es nuestro mejor tesoro.
Dentro del CORAZÓN DE JESÚS,encontraremos infinitos tesoros de amor.Procuremos que nuestro corazón se asemeje al SUYO.
Tienes toda la razón Ana, el tesoro real está en el amor, la entrega y sacrificio por los demás en Dios y en el venerable y sagrado corazón de Jesús están todos nuestros tesoros, y yo añado, DIOS ES AMOR INFINITO Y MISERICORDIOSO, cuando vivimos cerca de ÉL somos felices no importa lo duro que nos golpee la vida con enfermedades, desgracias, muertes, accidentes etc, ni lo duro que nos critiquen los demás, ni cuantas veces nos señalen por la calle y nos llamen tontos, cavernícolas o nos ridiculicen, porque NADA NI NADIE nos podrá apartar del Señor, de La iglesia ni de nuestra fe, ese es nuestro gran tesoro, mirar con ojos limpios y puros como lo de un niño disculpando siempre a los demás.
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