04 de junio de 2014 (Zenit.org) - Banderas de Argentina, de Estados
Unidos, de Italia, de Croacia y de muchas otras naciones, ondeaban esta mañana
ante la llegada del Santo Padre a la audiencia general en la plaza de San
Pedro. Mientras la banda de música hacía sonar los instrumentos, globos
amarillos y blancos daban colorido a la plaza durante la media hora que
Francisco ha pasado a saludar a los fieles desde el jeep descubierto.
Los niños pequeños, como es habitual, en brazos de los hombres de
seguridad era acercados hasta el papamóvil para recibir la bendición y el beso
del Santo Padre. Familias, jóvenes, enfermos, ancianos, niños, religiosas y
sacerdotes; los miles de fieles venidos de todas partes del mundo agitaban sus
manos con entusiasmo mientras los flashes de las móviles, tablets y cámaras de
fotos inmortalizaban el paso del Pontífice junto a ellos.
En la catequesis de esta mañana, el Papa ha continuado con la
serie sobre los dones del Espíritu Santo. Hoy se ha centrado en la piedad. En
el resumen de la catequesis hecho por Francisco en español, ha dicho:
"Queridos hermanos y hermanas: En la catequesis de hoy
mencioné el don de la piedad. Esta palabra, piedad, no tiene aquí el sentido
superficial con que a veces la utilizamos: tener lástima de alguien. No, no
tiene ese sentido. La piedad, como don del Espíritu Santo, se refiere más
bien a nuestra relación con Dios, al auténtico espíritu religioso de confianza
filial, que nos permite rezar y darle culto con amor y sencillez, como un hijo
que habla con su padre. Es sinónimo de amistad con Dios, esa amistad en la que
nos introdujo Jesús, y que cambia nuestra vida y nos llena el alma de alegría y
de paz. Este es el don del Espíritu Santo, que nos lleva a vivir como
verdaderos hijos de Dios, nos lleva también a amar al prójimo y a reconocer en
él a un hermano. En este sentido, la piedad incluye la capacidad de alegrarnos
con los que están alegres y de llorar con quien llora, de acercarnos a quien se
encuentra solo o angustiado, de corregir al que yerra, de consolar al afligido,
de atender y socorrer a quien pasa necesidad. Pidamos al Señor que este don de
su Espíritu venza nuestros miedos y nuestras dudas, y nos convierta en testigos
valerosos del Evangelio".
A continuación ha saludado cordialmente "a los peregrinos de
lengua española, en particular a los grupos provenientes de España, Argentina,
México, Guatemala, República Dominicana y otros países latinoamericanos. Que el
Corazón de Jesús, al que está dedicado especialmente el mes de junio, nos
enseñe a amar a Dios como hijos y al prójimo como hermanos".
Tras los resúmenes realizados en las distintas lenguas, el Papa ha
dirigido un saludo especial a los enfermos, los jóvenes y a los parejas de
recién casados. "Nos estamos preparando a la solemnidad de Pentecostés:
queridos jóvenes, os invito a dar espacio a la iniciativa del Espíritu de Dios
en vuestra vida; queridos enfermos, el Espíritu Santo os conceda en abundancia
los dones de la fortaleza y de la piedad; y vosotros, queridos recién casados,
particularmente los participantes al Congreso promovido del Movimiento de los
Focolares, invocadlo a menudo en vuestra vida conyugal", ha pedido el
Pontífice.
Tras la oración del Padre Nuestro y la bendición final, el Santo
Padre pasa a saludar a los presentes. Primero a los obispos presentes en el
Sagrato, después baja de nuevo hasta la plaza y se detiene con los enfermos y
fieles de las primeras filas.
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