EL
PRÓXIMO JUEVES, 19 de junio
comienza la NOVENA al Sagrado Corazón
en MÁLAGA (en su Iglesia titular)
7’45, Exposición, Rosario,
Preces
7’30,
SANTA MISA con predicación
a
cargo del P. Manuel Cantero S.I.
SANTÍSIMA
TRINIDAD
Al
acabarse el año litúrgico –centrado en los misterios de la vida de Jesucristo,
la liturgia hace una síntesis de la fe cristiana, estableciendo el DOMINGO
DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, que
recopila la Historia de la salvación.
Dios, el único y
soberano Dios que conocían los primitivos, que ha creado el universo y al ser
humano, anuncia la llegada a la humanidad de un Salvador triunfador. Pasarán
siglos, y en cuando llegó la plenitud del tiempo que Dios mismo había
señalado, envió al mundo a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley. El que era Dios misterioso, de quien
Moisés no podía ver el rostro –[1º lectura]- aparece ahora en medio de la humanidad con rostro y figura y realidad
humana: pasa por entre los hombres, vive con ellos, hace el bien y sufre el mal…
Aunque es igual al Padre,
aprende sufriendo a obedecer, y llegado a la consumación, es fuente de
salvación eterna para cuantos creen en Él. Dios
se ha hecho visible, y sin dejar de ser Dios, es también Hombre. Tenemos a Dios
–en Persona de su Hijo- siendo el Dios cercano, tangible…, un Dios que sufre y
goza… Un Dios que enseña y padece. Un Dios que ama hasta el exceso y puede
llegar a la muerte en la muerte de Jesús.
Por Él –[Evangelio]-
palpamos el amor de Dios, que ha mandado
a su Hijo al mundo para salvar al mundo. Y todo el que cree en Él tiene vida
eterna y no se condena.
Y cuando Jesús, Hijo
de Dios, cubierta su misión en la Tierra se vuelve al Cielo, no nos deja huérfanos,
sino que nos envía al Espíritu Santo, que
realiza la Presencia de Dios, permanente, íntima, profunda, en las almas… Que
es la GRACIA MISMA DE DIOS, que nos invade y nos va transformando.
Vivimos ya la era del Espíritu Santo, por el que mora en nosotros TODA LA
SANTÍSIMA TRINIDAD, y nos acompaña en todos los momentos de nuestra vida.
La inteligencia
teológica del MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD debe, sin embargo, “abajarse”
hasta hacer de esa realidad sublime algo práctico,
algo que exprese aplicaciones actuales y que aporten a nuestro vivir diario.
El
primer reflejo de la Trinidad en la vida humana es LA FAMILIA. Personas
distintas y diversas, pero una sola familia.
En ella hay diferentes estilos, gustos, modos. La familia supone que en medio
de esa variedad se mantiene siempre una unidad. Se camina en una dirección, se
persiguen unos objetivos…, aunque cada uno aporta sus propias cualidades, sus
propias limitaciones, su edad, su psicología... Pero todos van arropando una
UNIDAD familiar.
Son
un reflejo de la Trinidad santa, ¡y deben serlo, y tienen que procurar irlo
siendo! Porque lo que no puede ser es que la fe vaya desencarnada por la vida,
sino encarnada en las realidades más concretas.
Otro
reflejo trinitario lo constituye la sociedad. O para cerrar un poco más el
círculo, todo colectivo humano: laboral, social, de asociación voluntaria…
Caben múltiples tipos de personas, múltiples formas colectivas. Pero la única manera
de que una variedad de personas funciones en un determinado fin es que haya un
OBJETIVO COMÚN, una unidad de fin. Luego, cada uno es quien es y como es. Pero
todos los miembros de una empresa, de una hermandad, de un club, tienen que
remar en la misma dirección del fin que se pretende. Es posible y es necesario
LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD.
En
la Liturgia Eucarística comenzamos En el
Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo…; exultamos en el himno del “Gloria” dirigido a la Trinidad, y
hacemos solemne Profesión de fe en la
Trinidad. Oramos al Padre con la intercesión del Hijo, cuya presencia en el
Altar se hace bajo la invocación del Espíritu Santo, para concluir en la
solemne doxología final: Por Cristo…,a ti,
Dios Padre…, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria. Y
acabaremos con la bendición de Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo. El misterio trinitario está ahí constantemente
presente, como el magma en que se desenvuelve la fe católica.
El
AMOR DE DIOS al mundo, se expresa en el AMOR DEL HIJO ENCARNADO –amor plasmado en la gama de sentimientos
nobles del CORAZÓN DE JESÚS-, que nos revela y a los que nos mueve e
impulsa el Espíritu Santo, que es EL AMOR MISMO PERSONAL DEL PADRE Y DEL HIJO.
¡Tanto amor que no se quedó “dentro” y se expresó en una PERSONA!
Siempre he considerado muy difícil explicar este misterio de LA SANTÍSIMA TRINIDAD.Con su meditación de hoy he podido añadir algunas explicaciones a mi corta comprensión de este misterio.
ResponderEliminarEl Misterio da LA SANTÍSIMA TRINIDAD es el punto de partida de toda verdad revelada y la fuente de donde procede la vida sobrenatural y a donde nos dirigimos.
DIOS es mi PADRE. JESÚS es mi AMIGO que me quiere con toda la divina locura de su CORAZÓN. EL ESPÍRITU SANTO es mi CONSOLADOR,que me guía en el andar de todo mi camino.