El
próximo JUEVES 19,
comienza
la NOVENA
al Sagrado
Corazón. Málaga
Maldad versus
amor
Hoy
tenemos dos caras de una moneda. La cara humana la ponen Jezabel y Ajab. La
cara evangélica, Jesús. Los primeros, jugando sucio con la autoridad, la
mentira, la calumnia, el falso poder, la maldad, la ambición. Y todo eso
llegando incluso a la muerte de Nabot, un hombre bueno que no tuvo más “pecado”
que querer conservar la herencia de sus padres.
En
la cara buena, Jesús corrige y sobrepasa la Ley de Moisés: Ojo por ojo y diente por siente. Y hay que advertir que esa ley –dentro
de una cultura primitiva- era incluso ley de equilibrio. Su significado
original atemperaba los impulsos primarios de quienes siempre van a la venganza,
y a la venganza “de revancha” que aplaste al contrario. La ley permitía
solamente hacer el daño que a uno le habían hecho, ¡y no más! Por eso aquella
ley no era tan bárbara como la interpretan y ejecutan… entonces y ahora: me
haces una y te la cargas por diez o por cien. Esa no es la ley del Antiguo
Testamento sino la de un pueblo soberbio de instintos vengativos.
Pues
Jesús –que es de ese mismo pueblo…, pero con mirada verdadera “a lo Dios”, viene
y dice que nada de eso. Que incluso
al que te da una bofetada, no puedes tú responderle con otra bofetada. Incluso –con
el estilo de Jesús para hacerse entender mejor- pide que presentes la otra mejilla. No vences abofeteando sino bajando los
brazos a ver si el otro es capaz de dar en frío una segunda bofetada. Lo vences
porque no usas sus armas presentándole cara. En definitiva: no vale la venganza. Si te quieres
vengar, acompaña dos millas a quien te
pide una. Esa es la única venganza cristiana.
Si
queremos plasmar eso en una realidad, nos basta irnos al CORAZÓN DE JESUCRISTO.
En Él encontramos exactamente esa actitud. En la vida diaria, con las muchas
zancadillas que pretendieron ponerle los que se habían colocado contra Él. En
la Pasión, como ese paradigma de la paciencia, el silencio, el sufrimiento
callado, sobrepasando los desafíos, las ofensas directas y las carnicerías que
hicieron Él. No hubo allí “ley del talión”. De su parte no hubo respuesta de
violencia a la violencia. Acabó por disculpar porque quienes hacen tales barbaridades
es que no saben lo que hacen. ¡Esa es
su LEY!, que sólo entiende ser ley de
amor.
Muy
hermoso, sin duda. Muy ejemplar. Pero ahora viene llegar a la arena de nuestra
vida real…, y echar una mirada a la verdad que encerramos dentro. Porque el
instinto de venganza está oculto en las entretelas del alma mucho más de lo que
parece. Buena experiencia tenemos de esos rechazos instintivos que se camuflan
en el interior. Parece que hemos aplicado correctamente el perdón…, que hemos
sobrepasado la “ley del talión”…, pero en el último pliegue está uno diciendo: pero que esa persona esté lejos de donde
estoy yo. En ese último pliegue permanece el recelo y conserva toda la
fuerza de una enfermedad oculta. En tanto no molesta en cuanto que no se le
despierte. Pero como se ponga en
movimiento el mono que no tiene silla en la “sala visceral”, de remueve la
catarata. Y surgen lasa evocaciones que nos hacen daño porque en definitiva lo
que sacan a relucir no es tanto “la falla ajena” cuanto el poso interior
personal con las famosas salbandijas
de que nos habla Santa Teresa.
Ahora
toca ese “pase” personal –sincero- con el que hacemos examen purificador…
Primero, sacando el pus. Luego, buscando cicatrizar. Primero, enfrentando esa realidad
que está más dentro que fuera; luego sabiendo descubrir lo bueno que hay en esa
otra circunstancia o persona cuya evocación me dañaba. [Hago una aclaración: el
recuerdo es fruto de la memoria y
tiene la misma memora la capacidad de echarlo al olvido. La evocación es el veneno de la memoria,
que uno lo trae y lo bebe a conciencia, envenenándose a sí mismo].
El
MES DEL SAGRADO CORAZÓN tiene la ventaja de ser largo y dar ocasión a que la
psicología personal cicatrice heridas, si las hubiere; descubra la fístula que
parece tapada pero que lleva el mal por debajo. Y es una mirada desde unos anteojos
nuevos, los que nos brinda el Sagrado Corazón de Jesús, el que nos pone delante
un mundo nuevo de sentimientos, una forma nueva de reacción. Corazón
de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!