Novena al
Sagrado Corazón
Día 9º: Venid a Mí
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DÍA DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
La
historia conocida comenzó cuando la Creación del mundo. Dios no quiso quedar “encerrado”
en su inmensidad eterna y abrió las compuertas de su amor para dar hacia fuera
todo lo que llevaba dentro. Y SU AMOR creó el Cielo y la Tierra, el mar, los
montes, la vegetación, los peces, las aves y los animales terrestres. Y su plan
amoroso y ordenado fue que todos sirvieran a todos. Pero el día que “se le fue
la mano”, creó una imagen de sí mismo,
a la que llamó “hombre” y “mujer”. Y –viendo todo tan bien hecho- ahí el amor perdió el tino, y Dios entregó el mundo
entero en las manos de aquellos seres, para que ellos embellecieran la tierra,
viviesen felizmente en ella, se multiplicasen la llenasen de otros seres como
ellos… Casi que Dios les había dado el poder
de crear.
Y
tanto pretendió ser dueño…, y tanto pretendió “crear” que hasta quiso el ser
humano crear un dios…: ser ellos como
Dios y llevar el mundo a su antojo. Y desgajó aquel símbolo de la fidelidad que
era el árbol del bien y del mal, el árbol de la vida. Y al
desgajarlo, se encontró con la muerte, y con que esos pretendidos “diosecillos”
teniendo que salir –humillados- del Paraíso. Habían tronchado EL AMOR DE DIOS.
Pero
¡ca! A Dios no le vence el mal. Y el amor de Dios metió el “su taller de reparaciones” aquel
despojo, y sacó adelante un nuevo proyecto más llamativo que el primero. Porque
ahora no era sólo Él quien hacía. Ahora implicaba al mismo ser humanos. A
mujer, mujer; a varón, varón… A los que desobedecieron, otros dos prototipos de
la obediencia y la fidelidad: UNA MUJER y un DESCENDIENTE DE LA MUJER. Y el AMOR DE DIODS se volvía a poner en
marcha, y con piezas de repuesto disponibles, por si acaso.
Y
ocurrió el “mal acaso” y el pueblo escogido para realizar sus promesas de AMOR
se volvió a construir becerros de oro, soberbias de vida, adulterios contra el
amor… Oseas nos representará el inmenso drama del CORAZÓN DE DIOS, De una
parte, despechado, casi que querría quitarse de en medio a aquella “esposa” que
le falla una y otra vez con su prostitución… Y Oseas lucha entre humillarla y
aplastarla contra el polvo de la vergüenza, y acogerla y llevársela de nuevo
para volver a hacer con ella su viaje de novios y atraerla para siempre. Y Dios-AMOR
opta por esa nueva luna de miel.
Y
UN DÍA el amor ya no se queda dentro del pecho divino sino que lo plasma
visible en EL DESCENDIENTE…, en JESÚS, el Hijo de Dios que encarna todo EL AMOR
DE DIOS, y que tanto ama al mundo que se entrega a la muerte para salvarlo. Desde
el mismo cieno humano. Desde la misma cloaca. Allí se enfanga JESUCRISTO… Y
vive la vida de los humanos, y sufre con ellos, y se entremezcla con sus
carencias, y los va salvando de sus dolores, sus penurias, de sus tremendas
limitaciones… Con EL AMOR sobrepasa los odios, las persecuciones, las
incomprensiones. Aunque cae abatido precisamente por la misma humanidad a la
que intentó enriquecer y hacer salir de su estiércol.
Esa
humanidad lo lanzó desde la tierra y lo plantó en una Cruz de muerte e
ignominia. Y sin saberlo, estaba creando
su propia salvación, porque puesto en
alto, salvará a todos los que lo miren, y atraerá a todos hacia Él. La mayor prueba del amor es dar la vida por
la persona que se ama…, y Jesús lo cumplió al pie de la letra.
Y
volvió “la adúltera”, inficionada de odio e inhumanidad, y remató la faena con una brutal profanación del cadáver de Jesús, abriéndole
el pecho con la lanza de un soldado. Me acuerdo de aquella madre
degollada por su hijo, a la que el hijo degüella y corre con la cabeza entre
las manos… Tropieza y cae… Y la cabeza de la madre, rodando por suelos,
PREGUNTA:
“Hijo; ¿te has hecho daño?”
Porque
mientras el soldado profanaba el cadáver de Jesús en acción sacrílega, aquel
CORAZÓN ABIERTO se ocupaba del bien de sus asesinos profanadores, y lo hizo devolviendo lo más preciado el amor: la
propia Sangre… Y para que no
hubiera duda de que lo daba todo, también dio el agua purificadora y
regeneradora. Otra vez EL AMOR DE DIOS…: ¡volver a empezar!, ¡nacer de nuevo! ¡¡Ahí está el CORAZÓN
DE JESÚS!!
La
HISTORIA DE AMOR que se comenzó con la Creación, no se ha roto nunca por parte
de Dios. Más aún: Dios –“terco” en el amor- acaba por firmar y rubricar su
absoluto compromiso de AMAR SIEMPRE… Jesús firma así el protocolo de Sangre de la nueva y ETERNA ALIANZA, para que todos los que estáis cansados, agobiados,
hastiados, escandalizados, hartos…, podáis
venir hasta MI CORAZÓN ABIERTO y adentraros en Él para hallar vuestro
reposo, pues Yo tengo la mansedumbre y
la ternura en el CORAZÓN.
No
os prometo agua de rosas. El yugo de la vida es una realidad y es inútil dar
coces contra el aguijón. Pero Yo os
prometo que –unidos a mi CORAZÓN- encontraréis suavidad y fuerzas en ese
otro yugo mío, que es YUGO DE AMOR. Y a ese yugo se le puede cargar sin caer bajo
el peso que aplasta. EL AMOR NUNCA APLASTA. Suaviza, ayuda…, ¡besa!
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