22 de febrero de 2014 (Zenit.org) - Publicamos a continuación la
homilía del Santo Padre en el Consistorio ordinario público para la creación de
nuevos cardenales. Celebrada en la basílica de San Pedro y con la presencia del
papa emérito, Benedicto XVI.
También en este momento Jesús camina delante de nosotros. Él siempre está por delante de nosotros. Él nos precede y nos abre el camino... Y esta es nuestra confianza y nuestra alegría: ser discípulos suyos, estar con É́l, caminar tras É́l, seguirlo...
Cuando con los cardenales hemos concelebrado juntos la primera
Misa en la Capilla Sixtina, «caminar» ha sido la primera palabra que el Señor
nos ha propuesto: caminar, y después construir y confesar.
Hoy vuelve esta palabra, pero como un acto, como una acción de
Jesús que continúa: «Jesús caminaba...».Nos llama la atención esto en los
evangelios: Jesús camina mucho e instruye a los suyos a lo largo del camino.
Esto es importante. Jesús no ha venido a enseñar una filosofía, una
ideología..., sino una «vía», una senda para recorrerla con él, y la senda
se aprende haciéndola, caminando. Sí, queridos hermanos, esta es nuestra alegría:
caminar con Jesús.
Pero esto no es fácil, no es cómodo, porque la vía escogida por
Jesús es la vía de la cruz. Mientras van de camino, él habla a sus
discípulos de lo que le sucederá en Jerusalén: anuncia su pasión, muerte y
resurrección. Y ellos se quedan «sorprendidos» y «asustados». Sorprendidos,
cierto, porque para ellos subir a Jerusalén significaba participar en el
triunfo del Mesías, en su victoria, como se ve luego en la petición de
Santiago y Juan; y asustados por lo que Jesús habría tenido que sufrir, y que
también ellos corrían el riesgo de padecer.
A diferencia de los discípulos de entonces, nosotros sabemos que
Jesús ha vencido, y no deberíamos tener miedo de la cruz, sino que, más
bien, en la Cruz tenemos nuestra esperanza. No obstante, también nosotros
somos humanos, pecadores, y estamos expuestos a la tentación de pensar según
el modo de los hombres y no de Dios.
Y cuando se piensa de modo mundano, ¿cuál es la consecuencia?
Dice el Evangelio «Los otros diez se indignaron contra Santiago y Juan».
Ellos se indignaron. Si prevalece la mentalidad del mundo, surgen las
rivalidades, las envidias, los bandos...
Así, pues, esta palabra que hoy nos dirige el Señor es muy
saludable. Nos purifica interiormente, proyecta luz en nuestra conciencia y nos
ayuda a ponernos en plena sintonía con Jesús, y a hacerlo juntos, en el
momento en que el Colegio de Cardenales se incrementa con el ingreso de nuevos
miembros.
«Llamándolos Jesús a sí...». He aquí el otro gesto del Señor.
Durante el camino, se da cuenta de que necesita hablar a los Doce, se para y
los llama a sí. Hermanos, dejemos que el Señor Jesús nos llame a sí.
Dejémonos convocar por él. Y escuchémosle con la alegría de acoger juntos
su palabra, de dejarnos enseñar por ella y por el Espíritu Santo, para ser
cada vez más un solo corazón y una sola alma en torno a él.
Y mientras estamos así, convocados, «llamados a sí» por nuestro
único Maestro, también yo os digo lo que la Iglesia necesita: tiene necesidad
de vosotros, de vuestra colaboración y, antes de nada, de vuestra comunión,
comunión conmigo y entre vosotros. La Iglesia necesita vuestro valor para
anunciar el evangelio en toda ocasión, oportuna e inoportunamente, y para dar
testimonio de la verdad. La Iglesia necesita vuestras oraciones, para apacentar
bien la grey de Cristo, la oración, no olvidemos, que, con el anuncio de la
Palabra, es el primer deber del Obispo. La Iglesia necesita vuestra compasión
sobre todo en estos momentos de dolor y sufrimiento en tantos países del
mundo. Queremos expresar nuestra cercanía espiritual a las comunidades
eclesiales y a todos los cristianos que sufren discriminación y persecución.
Debemos luchar contra toda discriminación. La Iglesia necesita que recemos por
ellos, para que sean fuertes en la fe y sepan responder el mal con bien. Y que
esta oración se haga extensiva a todos los hombres y mujeres que padecen
injusticia a causa de sus convicciones religiosas.
La Iglesia también necesita de nosotros para que seamos hombres
de paz construyamos la paz con nuestra obras, nuestros deseos, nuestras
oraciones. Hacer la paz, artesanos de paz. Por ello imploramos la paz y la
reconciliación para los pueblos que en estos tiempos sufren la prueba de la violencia,
de la exclusión y de la guerra.
Gracias, queridos hermanos. Gracias. Caminemos juntos tras el
Señor, y dejémonos convocar cada vez más por él, en medio del Pueblo fiel,
al santo Pueblo fiel de Dios, a la Santa Madre Iglesia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!