Dos temas
prácticos
“Aunque uno viva setenta años,
y el
más robusto hasta OCHENTA…” (Salmo 89)
Ya
soy de LOS ROBUSTOS desde hace unas horas. Doy gracias a Dios, y mis amigos darán
gracias conmigo.
Dos
temas prácticos nos vienen hoy en las lecturas: en Santiago, la bonita
costumbre de tantos años en los que una hermosa “coletilla” acompañaba todo
proyecto o referencia al futuro: “si Dios quiere”. Santiago nos
recuerda que no podemos hacer una previsión mínima para “adelante”, porque no
sabemos realmente qué pasará, o cómo sucederá. Por eso concluye: Deberéis decir: “Si el Señor lo quiere y
vivimos”. ¡Qué inmensa verdad, y
qué gran realismo! Quizás sea por la carencia de esa convicción por la que
muchos se hunden en la depresión, o se tambalean en su corta fe…, o se hunden en
una desesperación…, cuando ocurre un suceso inesperado, imprevisto…, que rompe
todos sus esquemas. Bien claro es el impacto aplastante que sufren los jóvenes
ante la muerte de otro joven. No les entra a ellos en sus coordenadas de “semidioses”
que pueda ocurrir algo así que no podía estar en sus “programaciones mentales”.
Mucha
mayor madurez tiene quien programa y planifica…, y luego –convencido- añade: “si Dios quiere”. Eso es lo sensato y lo
que pide un sentido de fe.
El
otro punto que hoy nos brindan las lecturas es el de Juan, apóstol, que se viene a Jesús para comentarle “una
proeza” que él ha hecho junto a otros (lo más probable que también apóstoles): Hemos visto a uno que echaba demonios en tu
nombre, y se lo hemos querido impedir, porque
no es de los nuestros”.
Juan,
que divide el mundo de Jesús entre “ellos” –“los
nuestros”- y “los otros”. Juan, un posesionado de ser él –y “los nuestros”-
los que tienen el privilegio… “Los demás”, al no ser “de los nuestros”, no
deben intervenir, ni siquiera en una obra buena como la de echar demonios.
La
respuesta de Jesús fue muy clara: “No se
lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre, no puede luego hablar
mal de mí. El que no está contra
nosotros, está a favor nuestro”.
Es
comprensible que este corto evangelio tenga un valor muy importante en los que
formamos con Jesús la Iglesia, pero –por la riqueza inagotable de Dios-lo
hagamos desde diversas formas de asociación, y de carismas o personalidades
[psicologías] diferentes. Todos –en principio- en la misma barca…, todos debiendo remar en la misma dirección, apoyándonos
unos a otros –aunando fuerzas-, y rompiendo ese raquítico esquema de “los
nuestros” y los que “no son de los nuestros”. Estaba haciendo buena obra aquel
que echaba demonios en nombre de Jesús. Vino Juan y pretendió ponerle la
zancadilla… En el fondo, ¿era Juan un buen discípulo o un celoso? ¿Miraba por
el bien de Jesús, o se estaba defendiendo a sí mismo?
La
vida enseña mucho en esto, y muchas veces llama la atención ese sentimiento que
se encuentra de compartimentos estancos entre unos Movimientos y otros, entre
unos “colectivos” (dentro –físicamente- de la Iglesia) y en tensiones y juicios
y “visión peyorativa” del otro Movimiento, Asociación, Cofradía, Congregación,
modo determinado de vivir la fe. Como si Dios fuera tan pequeño que no cupiera
más que en un molde…, “el mío”, el de “los nuestros”… Y lo que digo de “colectivos”
lo diría de los servicios más a título personal, muy valiosos por ser
servicios, y más de una vez egoístas por encerrarse en “nuestros (o mis)
servicios”. El “prurito” de CASTA, que nos pone al descubierto “el pelo de la
dehesa”].
El
evangelio es un cofre de tesoros y saber bajarlo desde “la letra” a MI REALIDAD
es un arte, por no decir una madurez de la razón, una sencilla aplicación del
sentido común. Un saber tenerlo como espejo donde mirarse, y donde aparece
fácilmente reflejada mi figura, con todo lo que tiene de bueno y con todo lo
que nos va desviando nuestro YO…, ese “virus” de ser “de los nuestros”…, aunque
el otro (que no lo es…) esté realizando obras tan buenas como las mías…, o
mejores. Aquello de Juan, que se viene tan ufano a contarle a Jesús “su proeza”,
y tiene que ser corregido y enseñado por el Maestro, en una cosa tan sencilla…,
y tan difícil de aprender. Muy en
consonancia Juan con la eterna cantinela de “quién es el primero”… [Ya sabemos
que él pidió expresamente “estar a la derecha en el reino” (que él juzgaba
humano y de ventajas…)]. También entonces tuvo Jesús que decirle a los dos
hermanos que “no sabían lo que pedían”.
Y es que –en el fondo- ¡qué difícil se nos hace a cada uno mirarnos al espejo!,
aunque con facilidad pongamos a otros ante nuestro personal propio espejo…
Que
Dios nos dé esa clarividencia que nos haga ver EN SU ESPEJO nuestra figura, y
ojalá nunca aparezcan esas grotescas representaciones que hasta hacían ganar
dinero –y provocar la risa del ridículo- en aquellos famosos espejos de feria
que desfiguraban la realidad.
Muchas felicidades querido Manolo, hoy hay que dar gracias a Dios por haberte enviado a explicar Su Evangelio y pedir que te conserve durante muchos años para Su mayor Gloria.
ResponderEliminarFelicitación por su "robustez". Que el Señor nos siga regalando con su sacerdocio el encuentro gozoso con el Evangelio. Feliz día en el Señor.
ResponderEliminar