PRESENTACIÓN
DE JESÚS en el Templo
Han
pasado 40 días desde Navidad. Se cubierto, pues, la cuarentena a la que estaba sometida toda mujer tras dar a luz. Por
eso hoy se dirigen ya al Templo para hacer la ofrenda del primogénito a Dios. Ritos habituales de todo matrimonio que ha
tenido su primer hijo varón.
La
1ª lectura lo presenta ya en la
profecía de Malaquías, que avisa la entrada
del Señor, de pronto, en el santuario como mensajero de LA ALIANZA de Dios con su
Pueblo. Su labor será la de purificar,
lavar, pulir, refinar… Y así hacer agradable a Dios la ofrenda de su
Pueblo.
La
2ª lectura amplía ya el círculo: no
es sólo “su Pueblo” sino toda la realidad humana, pues ese enviado de Dios es de nuestra carne y sangre, miembro de la
familia humana, y –por consiguiente- viene a tender una mano a toda la humanidad. Y el autor de esta carta
enfatiza: se dice “a los hombres”; no a
los ángeles. Viene a liberar a la humanidad de sus pecados. ´Él mismo pasa
por la prueba del dolor, y así puede auxiliar a cuantos sufren…, a la humanidad
entera. ESTAMOS ANTE UNA FIESTA DE MANIFESTACIÓN UNIVERSAL de Jesús.
Ya
en el Evangelio no se limita a narrarnos
el rito oficial de la presentación del primogénito, sino que nos presenta
figuras laterales, varón y mujer,
como una representación de gentes del pueblo, que toman parte en ese momento
histórico. Simeón, un anciano que había pedido a Dios vivir hasta poder ver
al Salvador. Hoy lo tiene en sus brazos…, y ya se ofrece a morir en paz. Toma
al Niño en sus brazos y anuncia a María lo que habrá de sufrir por ese Niño,
que será muy querido y muy rechazado. Por allí, también Ana, una mujer que
llevaba ya 84 años viuda, y cuya vida la había ofrecido al Templo. Y que ahora
se hace también anunciadora a quienes entran al Templo, que aquel niño que
llevan en sus brazos José y María, es el Salvador.
José
avanzó hasta el atrio de los sacerdotes y presentó al Niño al sacerdote; lo
rescató con una ofrenda al Templo, y María lo recogió en sus brazos en el Atrio
de las Mujeres. Por su parte, San Lucas, sin querer saber más, desde allí mismo
devuelve a la Sagrada Familia a su pueblo y casa de Nazaret. Ya han cumplido
religiosamente, como personas fieles a la ley, y ahora les toca comenzar la
vida diaria, la vida normal.
La
fiesta de hoy se puede ver como un hecho histórico, y hasta con todas las
connotaciones religiosas y de ampliación de la mirada a lo que fue presentación
de Jesús a la humanidad total.
La
iglesia propone esta fiesta con mucho mayor horizonte, por cuanto que la señala
y celebra como FIESTA DE LA LUZ, con las palabras de Simeón: luz
para alumbrar a las naciones, y gloria de Israel. La “luz grande” que se anunció en la
liturgia de Navidad, aquí se hace llamativa antorcha CANDELARIA (solemne procesión de “candelas” en las que los fieles
portan en sus manos la LUZ), en procesión hacia el templo de la Celebración de
la Eucaristía de la fiesta.
No
quisiera que mis lectores se quedaran “viendo” esa imagen como algo que ocurre “ante
ellos”. Porque la fiesta tenemos que vivirla EN NOSOTROS. Cuando hoy el sacerdote
deposite un gota de agua en el cáliz, ahí hay que ver toda esa “candela” personal de cada fiel: sus
alegrías o sus penas; sus labores y sus descansos; su salud o su enfermedad; su
participación en la colecta, y en esta Eucaristía…: todo lo que es, tiene o
necesita cada uno, está representado en esa gota de agua que se echa en el vino
y ahí ya se hace parte de ese vino, que poco después queda consagrado y hecho
Sangre redentora de Jesucristo. Quiere decir que en esa Sangre de Salvación
está también –al vivo- cada obra y cada realidad nuestra que, así, ha sido
presentada al Señor.
Hoy
es una fiesta patronal que abarca muchos colectivos. Por cuanto que es presentación al Señor, hoy es día
dedicado a la VIDA CONSAGRADA, y así se celebrará en la Catedral, con toda la
solemnidad de una FIESTA DE LUZ.
Por
cuanto que Simeón y Ana son ancianos, celebra su fiesta el movimiento de
jubilados mayores de VIDA ASCENDENTE.
Por
cuanto que Ana fue largos años viuda, celebran su fiesta patronal las VIUDAS
CRISTIANAS.
Y
día con sentido especial para cualquiera de nosotros, que recibimos en el
bautismo la VELA que nos acompaña siempre, y que de de tener expresión diaria en nuestra vocación
cristiana, que nunca puede ser “luz oculta bajo la cama, sino puesta en el
candelero” para que luzca ante todos los que conviven con nosotros o nos
tratan. Nunca que no puede apagarse, que no debe nunca titilar como mecha que
se apaga… Luz que siempre lucirá –aun en la misma muerte- como trofeo que hemos
llevado enhiesto cada día, y que nunca se apagará. Porque seremos LUZ, CANDELA
ANTORCHA en la misma eternidad, en esa procesión eterna de alabanza a Dios y a
su Hijo Jesucristo, que nos mereció la salvación con su propia Sangre.
Y
no se queda olvidada María, la Madre que llevó a Jesús en sus brazos, y lo
educó y formó, y nos fue entregada como Madre y Maestra, para que siempre nos acompañe
en el día a día de nuestra vida.
"UNA ESPADA DE DOLOR TE TRASPASARA EL ALMA".
ResponderEliminarEstas palabras dirigidas a la Virgen anuncian que Ella habría de estar unida íntimamente a la obra redentora de su Hijo.La espada de que habla Simeón expresa la participación de María en los sufrimientos del Hijo.El Señor sufrió en la Cruz por nuestros pecados;también son los pecados nuestros los que han forzado la espada de dolor de nuestra Madre.Por tanto,tenemos un deber de desagravio no sólo con Jesús,sino también con su Madre,que es también Madre nuestra.