Sentimientos
de Jesús
El
evangelio de hoy reúne y expresa varios sentimientos de Jesús, y nos deja así
esa seguridad de que nuestra personal relación con Él no puede ser nunca la
relación hacia una “figura” estática, como quien se detiene ante un monumento
en el parque. Jesús es todo vida, todo expresividad (y expresividad del
Corazón).
Dejé
indicado algo que no se dice pero que en la “historia” evangélica nos deja
claro San Marcos: Jesús y sus Doce elegidos forman ya una unidad tal [símbolo
de la Iglesia] que Jesús no actúa ni hay nada que decir sobre lo que hace en
ese intervalo desde que se van los Doce a misionar y su regreso. Eso ya es un
libro completo que debemos saber leer. Ni nosotros somos nada sin Jesús, ni
Jesús hace ya nada sin nosotros. Jesús se ha metido de tal manera en nuestra realidad
humana, que ya no puede concebirse una madurez de vida, y menos una plenitud
sino en esa unión vital con Jesucristo.
El
mundo desorientado, traumatizado, vagando sin norte, perdida su misma
identidad, desesperado y desesperanzado, sin sentido en la vida y sin sentido
de la vida…, despersonalizado y constituido “manada” que conducen los sin-alma…,
es la imagen viva de ese “evangelio” vacío (o trágico) en el que no hay
referencia a Jesús, y sí a Herodes, criminal, cobarde, pelele…, porque se ha
encandilado con el baile sensual de Salomé.
Regresan
los Doce de su labor apostólica… Vienen pletóricos de alegría, de emociones
vividas, de demonios a quienes pudieron ellos dominar, de enfermos que curaron…
Traen una necesidad imperiosa de contarle al Maestro…, de expresarles la admiración
vivida… Y se topan que las gentes han descubierto que Jesús está allí y que se
le echan encima de tal manera que ni los apóstoles pueden contar sus cosas, y
ni siquiera les dejan tiempo para comer.
Jesús
está ante un primer dilema…: ¿atender a tantos hambrientos de escuchar la Palabra
que Jesús les trasmite, y que ellos experimentan como liberadora? ¿Dar a sus apóstoles un descanso y una
oportunidad de que cuenten y se explayen (con tantas experiencias que han
vivido?
Y
Jesús opta por esa necesidad de los “más próximos”…, los discípulos, que tienen
verdadera necesidad de desahogo. Y con ternura de madre les ofrece “un lugar
solitario para descansar”: embarcarse, y pasar a la orilla opuesta, a un lugar
desértico…: “un día de campo” para
que ellos descansen y sosieguen.
Y
se suben a la barca. Ni que decir tiene que no era una travesía con prisas. Y
muchas veces levantan los remos porque allí ha surgido ya la primera historia
de dos que misionaron juntos… Y Jesús escucha y goza. Los otros van asintiendo
(ellos vivieron casi igual experiencia) o completando… No hay prisa. Esta vez
el tiempo es suyo, y pueden sentirse acogidos por Jesús sin que nada de fuera
interrumpa.
Y
lo que ellos no advirtieron fue que habían dado tiempo a aquellas gentes que
habían dejado en su partida, para que rodearan la playa y se plantaran allí donde
intuyeron que se dirigía la barca de Jesús. Y al desembarcar se encuentran con
aquel panorama… Para los apóstoles era una contrariedad máxima: no podían tener
su día de descanso, que el Maestro les había ofrecido. Para Jesús era el sentimiento
profundo de una imagen muy dolorosa en Israel…: un rebaño sin pastor, unas
ovejas dispersas. Y vuelve a presentarse el dilema ante el Corazón de Cristo.
¿Mantiene su propuesta de descanso y relax de sus amigos? ¿Se vuelca hacia esa
muchedumbre que se ha dejado todo atrás por volverse a encontrar con Él?
No
tuvo mucho que pensar. Dejó a un lado el día de descanso porque en su Corazón
se había levantado un hondo sentimiento de lástima
hacia aquella multitud que viene ansiosa de escucharlo… Y sin más, se puso a
enseñarles. Era para aquellas gentes un alimento tan necesario como el del
cuerpo. Del alimento del cuerpo se han olvidado. Pero no se han podido ni se
han querido desprender de esta escucha
de la Palabra, de ese ponerse ante Jesús y tener la riqueza de su enseñanza…,
y el inmenso cariño que había en los sentimientos hondos de su Corazón. Porque
el modo de proceder de Jesús, sin necesidad de sermones, ya era totalmente expresivo
de lo que albergaba en su interior.
AYER, PRIMER VIERNES de mes,
se desarrolló el Acto del
Apostolado con el habitual paso de rendir cuentas sobre la economía; una interesante
información/invitación del Presidente (José Andrés), y un tema tomado de la “Exhortación
apostólica” del Papa, en esa proyección de una Iglesia de puertas abiertas, que
es llamada y es –a su vez- orientación esencial del Apostolado de la Oración en
su proceso actual de actualización a un mundo y culturas cambiantes… O sea: al
par que la Iglesia…, al par del Papa.
Oración
dirigida, ante el Santísimo, en esa misma línea, con el breve retrato que el
Papa hace a la sociedad actual, tan necesitada.
En
la EUCARISTIA, insistencia sobre el valor del compromiso, a propósito del evangelio que presenta a Herodes y su
banquete. Dentro de la tragedia que provocó, queda un elemento que imitar: comprometerse es sentirse exigido por el
compromiso adquirido. Y eso debe
servirnos.
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