La lucha del Reino
Desde
la 1” lectura de Jeremías, (20,7-9) en este 2 DOMINGO PAR DEL TIEMPO ORDINARIO,
lo qu se está mascando es la lucha que supone vivir fiel a la Palabra de Dios.
Jeremías, de una parte ha sido seducido (enamorado) por Dios, y de su parte se
ha dejado ganar. “Me forzaste y me
pudiste”. Dio fuerza con correas de amor, y naturalmente Jeremías quedó “atrapado”
en esas ligaduras. Pero esas mismas correas le convierten en el hazmerreír del pueblo y de los
sacerdotes, que no soportan la profecía de Jeremías. Y el profeta se ve
obligado a clamar “destrucción” porque era el aviso que Dios quería trasmitir al
pueblo para su conversión. El resultado fue que su fidelidad a la Palabra le
creó oprobio y desprecio de los dirigentes. Por un instante Jeremías sintió la
tentación de dejar a Dios, de n o dejarse guiar por Él… Pero se dio cuenta que
la realidad e su vida estaba como ligada vitalmente a esa Palabra, que le ardía
en su pecho y también en sus entrañas. De una parte, creaba ardor. De otra le
penetraba sus mismos huesos y no podía separarse de ella, Intentaba contenerla,
y no podía.
Una
escena similar se desenvuelve en el Evangelio (Mt 16,1-27). Pedro ha recibió una
revelación íntima de Dios y ha declarado a Jesús “Mesías, hijo del Dios vivo”.
Por ello ha merecido una distinción de Cristo, por la que Simón queda convertido
en PIEDRA (=Pedro), columna de la Iglesia.
Pero
esto no es tan sencillo, porque sabe Jesús que aunque lo haya proclamado
Mesías, los Doce está muy lejos de atinar con el Mesianismo de Jesús. Y toma la
palabra y les presenta el cuadro: “El
Hijo del hombre va a padecer a manos de los sacerdotes, que le entregarán a los
gentiles y le matarán”, Es una bomba. Y Simón, como Jeremías, lucha entre
el estar enamorado de Jesús y nada conforme con lo que anuncia Jesús. Y se
siente con la autoridad moral de recriminar a Jesús lo que ha dicho. Lo retira
del grupo y le lee la cartilla: Señor:
eso no puede ocurrirte. Y Jesús, aunque se haga el hazmerreír de ser Mesías
e ir a padecer, zangarrea sin manos a Simón (y ahí han de aprender los otros
Once), y le dice lo más duro que cabía decirle en dos palabras: APARTATE DE MI…;
ERES SATANÁS tentador. Y me haces tropezar.
Pedro
querría que se lo tragara la tierra. Se le volvió su palabra en oprobio y
desprecio. Y aunque por una parte hubiera decidido “no med acordaré más de Él”,
era mucho más fuete ese ardor de su alma que le llegaba a sus huesos, porque el
que no podía ahora tirar la toalla.
Jesús
tuvo que repetirles una vez más las condiciones de ESTAR CON ÉL, de SEGUIRLO A
ÉL, y les puso por delante LA CRUZ como camino de seguimiento; el vacío de las
propias ideas como vehículo de alcanzarlo todo; y el menos aprecio del mundo entero
si es que se quiere dar plenitud al espíritu. Y que así sea el Espíritu quien
dicte, y no las reacciones humanas,
San
Pablo (Rom 12, 1-2) pondrá concreción a esas condiciones de Jesús y pedirá a
sus fieles a vivir el sentido máximo de correspondencia al amor, ofreciendo los propios cuerpos –LA PERSONA
TODA- como hostia viva y agradable a Dios. TODA LA PERSONA… No se puede
vivir la donación de uno mismo a Dios con un media entrega, una pretensión de “mesías”
a la medida de cada uno, una “religión” en la que cada cual atempere a su modo
la forma de seguimiento del Señor. Hay que transformar
la mente; renovarla (hacerla NUEVA),
para
que sepáis discernir lo que es LA VOLUNTAD DE DIOS, LO BUENO, LO QUE LE AGRADA,
LO PERFECTO, He aquí la formulación práctica de un reconocimiento de
Jesús-MESÍS, HIJO DEL DIOS VIVO.
SABER
– DISCERNIR LA VOLUNTAD DE DIOS. Y eso tiene unos escalones que van elevando:
primero es LO BUENO. Pero eso se queda corto. Queda un nuevo paso: buscar y
vivir LO QUE AGRADA A DIOS (que fue lo que Jesús dijo de sí, para expresar su
modo de vida), hasta llegar a LO PERFECTO. Y “lo perfecto” es lo maduro, lo adulto, lo comprometido lo
que ews el verdadero CULTO A DIOS COMO DIOS.
Si
mi alma está sedienta de Dios hemos
de asimilar esta Palabra…, todas estas palabras que la Liturgia de hoy no pone
a las claras. Las palabras que tendrán sentido cuando se hagan PAN de
Eucaristía y las podamos devorar con el alma hasta que nos hagan sentir ardor
(porque no son fáciles), pero hasta que sintamos que no podemos ya deshacernos
de ellas porque nos han entrado hasta en los huesos.
Pensando sólo con una lógica humana es difícil entender que el dolor, el sufrimiento, todo lo que se presenta como costoso, puede llegar a ser un bien; pero no nos acostumbramos a asumirlo.
ResponderEliminarQuien busca a Dios sin sacrificio sin Cruz, no lo encontrará.