Habrá ahora
una temporada en que llegaré algo retrasado a mi cita del blog. Pero espero
llegar cada día, si Dios quiere.
LA CORRECCIÓN FRATERNA
La figura que emerge –evidentemente-
en esta narración de Ezequiel [9, 1-7; 10, 18-22] es la del “hombre vestido de lino”, que expresa la
nobleza de tal personaje. Anuncia ya a Jesucristo, que es el que manifiesta la gloria de Dios que se manifiesta en el altar.
Él es el que actúa primero, “eligiendo”.
Los otros personajes, también hombres, empuñan armas y se manifestarán con
dureza.
El
tema que se suscita es el de la elección. Es también de evidencia
que el hombre vestido de lino (que pre-anuncia
a Cristo), viene a “elegir”, Como sabemos muy bien que “da su vida por las ovejas”, puesto que Dios no quiere que nadie se pierda, sino que descubra la verdad. El
fondo de tal tema es precisamente el de dejarse elegir, el uso de las posibilidades
humanas para “dejarse elegir”..., o lo que es lo mismo, para elegir bien y
elegir el bien. Hay, pues, una profecía muy directa a la realidad que Jesús
describe después del “reino de Dios”, con su trigo y cizaña, con su red que
recoge peces buenos y malos, o con ese final de los tiempos en los que la
humanidad aparecerá en la división que ella misma ha establecido: las ovejas y
las cabras. Nunca quiso Dios esa división, porque Dios quiso a todos como “benditos del Padre, destinados aun Cielo
que Dios les tiene preparado”. Luego esa humanidad se divide porque toma
posturas… Unos se dejan elegir,
otros, no. Y ahí está el meollo de esta profecía, que acaba con la GLORIA DE
DIOS como final apoteósico, porque Dios es glorificado siempre; unas veces, por
un mundo a favor, que sube hasta su trono. Otras, porque la verdad de Dios sale
por encima de esos enemigos que han sido
puestos como el estrado bajo los pies del Rey.
El
EVANGELIO [Mt 18, 15-20] es el de la cristiana
corrección fraterna que este evangelista introduce directamente, sin preámbulos.
Y, partiendo de una comunidad de hermanos en una misma fe y unos mismos
principios, enseña Jesús que si un hermano yerra, la solución debe ser tan
sencilla como la de que otro hermano le advierta. Habla Jesús de “hermanos”…,
de sentido fraterno tanto en el que avisa como en el errado. Y con eso debe
quedar zanjada la cuestión. El que avisa va en buena lid, desprovisto de amor
propio y gusto personal, y advierte por bien del otro hermano. Ese otro hermano
que había errado, acoge la corrección con espíritu fraternal: sabe que lo han
hecho por su bien. Si lo corregido lleva razón, se agradece el aviso. Si el que
corrigió estaba equivocado, no ha pasado nada. Hubo buena fe en los dos.
Esto
es el Evangelio. ¿Es esa la realidad? Por eso no dejo de pensar en la NUEVA
EVANGELIZACIÓN. Cada vez que el que yerra no admite con buen talante la
corrección, y se justifica, se molesta, oye con disgusto lo que se le ha
advertido, ¡está necesitando evangelizarse!
Cada vez que el que avisa va “de arriba abajo” como “conciencia ajena”, con su
expresión o modo de expresión que lleva tono corrector de superioridad…, de
posesión de todas las verdades…, ¡está necesitado de evangelizarse! Es decir: la corrección fraterna es evangélica, pero
requiere actitudes evangélicas de base.
El
hermano errado no cede, no reconoce. Y Jesús dice: debe de volver a avisarle el
otro hermano, pero delante de testigos, que sean árbitros de lo que se dice,
cómo se dice, cómo se acoge o cómo se rechaza. Y si el que yerra se aviene, ¡se
ha ganado a un hermano! Si no… [¡Ojo!, que estamos bajo el “paraguas” del
Evangelio.., o nos hemos salido de él, y se está procediendo desde pasiones
humanas].
Se
le comunica a la Comunidad, que debe tener constancia de la situación, de los
modos de una parte y de la otra. Es todo lo contrario de una crítica, de un
poner al público los trapos sucios. Dentro del sentido evangélico no cabe sino
un intento y actitud de fraternidad. Así es Evangelio. De otro modo, no.
Y
si ni así, hace caso, entones se ha situado fuera del grupo, asociación,
hermandad, comunidad, y así se le considera hasta que venga a buscar la ayuda,
o aceptar la que se le tiene ofrecida.
INSISTO:
esto es el estilo evangélico. Creo que todos reconocemos que no es nuestro
estilo habitual, ni en el que avisa ni en el avisado. Entonces hemos de
concluir que la NUEVA EVANGELIZACIÓN está teniendo ahí un punto muy sencillo,
muy cercano, muy habitual, muy urgente, muy revisable,
Y
es condición para lo que Jesús
afirma de que donde dos o más están unidos en mi nombre, Yo estoy en medio.
Se puede sacar muy fácilmente la consecuencia contraria si los resultados de
esa “unión” no son los que Jesús previno.
Finalmente
es importante la fuerza que da Jesús a la Comunidad: lo que la comunidad en
nombre de Jesús “ata”, queda atado. Lo que “desata”, queda desatado. Tal es la
fuerza del sentido cristiano de la unión de hermanos en nombre de Cristo.
UNIÓN-DE HERMANOS-EN NOMBRE DE CRISTO… ¿Puede ser que más una vez cojee el tema
evangélico por una de esas tres patas?
Pienso
que no es en balde esta reflexión…, y que el que esté fuera de culpa, arroje la
primera piedra,
UN NUEVO MATIZ añadido como COMENTARIO.
ResponderEliminarHa puesto Jesús una “escalera” de actuaciones en la corrección: al propio individuo a solas; luego –si no ha hecho caso- a ese interesado al que se va con un testigo o dos… Si no, a la comunidad que debe sentirse responsable de ayudar…
Lo que nunca ha puesto Jesús como alternativa es que se le comente a todo el mundo sin que –quizás- se le haya dicho fraternalmente al propio interesado.
El vicio de la crítica, tan español como poco evangélico. El vicio del correveidile que tiene que ir diciendo a todo quisque algún defecto –o lo que él juzga defecto- en tercera persona.
¿Por qué mi insistencia en esa evangelización que empieza por ser uno mismo una persona evangelizada? Habría que decir aquello de que o diga lo que tiene que decir y como lo tiene que decir, o calle para siempre,