LAS
CONDICIONES “del contrato”
Empezamos
por la 1ª lectura. Jeremías (1, 15; 2.2; 3, 1-3…, ya se ve que está la cita un poco espigada), nos presenta
el regreso dl Pueblo de Dios, que desde la altura de los montes pregona ya la
paz y festeja su fiesta.
A
la otra orilla está el desastre de quienes le hicieron tanto mal, y que han
cosechado un fracaso.
Una
imagen de la vida misma en lo que son los proyectos salvadores de Dios: el
triunfo de los que estuvieron abatidos por el mal, y que Dios los conduce al
triunfo y a la paz. Y el mal que queda derrotado y vencido, porque el mal no
puede dominar. Cuando Jesús cuente un día la parábola de la cizaña, puede tener
muy en cuenta este texto de Jeremías. El trigo, finalmente prevalece, y la
cizaña es atada y quemada al fuego para que no se reproduzca.
El
Evangelio trae hoy una catequesis esencial de Jesús. Acaba de intentar Pedro
que Jesús-Mesías no lo sea al modo que tiene que serlo. Lo ha pretendido de
otra manera, y se ha atrevido a querer cortarle a Jesús su camino. Jesús ha
respondido muy seriamente, reprendiendo y hasta diciéndole a Simón Pedro que se
aparte de Él porque Simón piensa a lo humano y no se ha dejado conducir por la
inspiración recibida de Dios.
Pero
Jesús no está enfadado. Como bien maestro se vuelve a sentar con sus discípulos
y vuelva comenzar por los “palotes”. Y los “palotes” para estar con Él e ir con
Él son diáfanos: “Quien quiera venir
conmigo, que se niegue a sí mismo, tome su cruz y me siga”. Premisa primera
y esencial. Estar con Jesús e ir con Él, supone que la persona tiene que negarse…:
tiene que dejarse a un lado su amor propio (que es el más dañino rival de
Dios). Y como la pura negación no conduce a nada positivo, lo que Jesús está
pidiendo es el control del propio yo,
el ser cada uno “dueño de sí; señor de sí”. Que no haya nada, ni nadie, ni
brizna de algo, que pueda ser una cuña entre la persona y Jesús mismo.
Dado
que ese CONTROL exige, y que la exigencia es costosa, a eso le llama tomar
cada uno su cruz. La cruz es una realidad que existe con religión o sin
religión. Para quien nada hace referencia a un signo religioso, será “cargar
con su desgracia, su sufrimiento, sus fracasos, su muerte…” Pero en todo eso no
queda una brizna de esperanza. Sencillamente se muere uno como un perro…, y
peor que un perro porque muere uno con conciencia de que se muere.
Para
un creyente, su cruz es parte de la
cruz de Cristo, se lleva junto a Cristo…: cuenta uno con el mejor Cireneo…
Lleva uno “su cruz”…, y sabe que no la lleva solo. Y la leva con una razón que
ilusiona: para ir detrás de Jesús. Por tanto: ahora sabrá Simón –y los
demás- que el Mesías va delante y no es un fracasado.
Si
uno quiere salvar su vida… ¡Todos decimos querer salvarla! Pero no
todos hacemos lo necesario para conservar una vida que no es sólo la física
sino esa otra vida inmensamente mayor…: la vida siguiendo a Jesús; la vida en
plenitud. ¡Pues tiene que perderla!; eso sí: por mí (dice Jesús). Tomar la cruz, perder la vida no es en
realidad un vacío que se abre ante la persona, sino un limpiar la vasija porque
entra el Señor, y para que tenga
espacio para entrar. Es una pérdida ventajosa; es una pérdida para llenar. Y perderla por Él, es encontrarla. Encontrar otra vida de muy alto calibre.
Y
porque hay que decidirse a perderla, Jesús le enseña a los discípulos una “fórmula
estimulante”: Porque ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo, si arruina su vida?
He ahí un planteamiento para analizar de frente la propia realidad. Puedes
pretender tener asidos los bienes humanos: dinero, gozo, placer, hacer tu
capricho… ¿Qué va a dejarte eso? ¿Dónde lo vas a almacenar? ¿Qué ventajas te va
a reportar? Todo eso se te va a esfumar, se te va a derramar como arena entre
los dedos. Y por conservar una bagatela, arruinas valores y actitudes básicas
de tu vida. Esto es lo que está diciendo Jesús. Y para dejarlo más claro pone
la hipótesis contraria: y si pierdes ¿qué podrás luego a cambio para recuperarlo?
Las cosas se pierden…, ¡y qué trabajo para recuperar!
Algo
substancial: sea lo que sea…, hagamos lo que hagamos, lo ciertamente cierto es
que el
Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles con la gloria de su Padre, y entonces
dará a cada uno según su conducta. Ahí quedará patente todo. Y cuando
alguien tiene mínima conciencia de que algo no está funcionando ordenadamente
de cara a Dios y de limpio seguimiento de Cristo, será inteligente y práctico
cuando ponga los medios para entrar en este programa de Jesús:
Negar-perder-ganar-Saber ser buen negociante para no arruinar la vida por pretender
conservar una bagatela.
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