MAYO
nos pone siempre de cara a María. ¿Pero se está fomentando hoy esta devoción
entre las gente menor? ¿Los colegios, siquiera los religiosos, están teniendo
hoy espacios de devoción mariana? Los que nos hemos criado en esa suerte –buena
suerte- de atención a la Virgen con una especial intensidad en la atención a
formas concretas de expresar nuestro amor a María, hoy rezumamos devoción
mariana y María, madre, es parte de nuestra espiritualidad cristiana. Y lo digo
bien: espiritualidad cristiana. Porque camino directo y especial para llegar a
Cristo, es de la mano de su Madre y madre nuestra. A Jesús por María es una de las jaculatorias básicas de la
espiritualidad. El centro es Jesús. Pero el camino para llegar mejor a Jesus,
es María. Procuremos vivir esta devoción y trasmitirla de alguna manera a otras
personas.
LITURGIA
La comunidad de los seguidores de Jesús iba
aumentando y la atención a los aspectos concretos tenía el peligro de sufrir
menoscabo. De hecho surgió la dificultad entre los discípulos de lengua griega
de creerse menos atendidos que los de lengua hebrea en el suministro y atención
a sus viudas. (Hec.6,1-7). No bastaba el buen espíritu ni daban abasto los
apóstoles para atender a todos.
Mucha gente moderna ha abandonado lo que ellos llaman “la
iglesia-institución”, sin caer en la cuenta que “la institución” surge sola
como consecuencia de la expansión de los miembros. Y los apóstoles optan por la
solución de que se nombren a siete de entre los discípulos de vida ejemplar
para que atendieran esas necesidades de tipo material, mientras ellos seguían
en su labor de enseñanza de la Palabra: No
está bien descuidar la Palabra de Dios para ocuparse de la administración.
Y surge esa “institución” (por otra parte, apostólica), de los hombres de buena fama, llenos de espíritu de
sabiduría para atender el suministro de las viudas. Los apóstoles
permanecen detrás, dados a la oración y al servicio de la palabra y la
extensión del reino de Dios.
La propuesta pareció bien y nombraron a siete varones que serían
los encargados de esa labor administrativa. Y la palabra de Dios iba cundiendo y en Jerusalén crecía mucho el número
de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe. Eso era lo que
los apóstoles no podían descuidar.
El evangelio (Jn.6,16-21) es continuación del de ayer, de
la multiplicación de los panes.
Componiendo un poco la escena, podemos barruntar por qué los apóstoles iban
esta vez solos en la barca. Las gentes admiradas por aquel hecho, pretenden
hacer rey a Jesús. Idea que no le repugnaba a los apóstoles y que muy
posiblemente intentaron apoyar.
Jesús opta por enviarlos a la barca para que se vayan del
lugar, mientras él apaciguaba y despedía a la gente. Y ahora, que ha quedado
solo, él se retira al monte a orar a Dios y reposar su espíritu en una oración
que encierra muchos matices de acción de gracias, desahogo, comunicación de
sentimientos…
Los Doce van atravesando el Lago, quién sabe si ya con su
tormenta interior por el hecho de ir solos y de que Jesús no ha embarcado con
ellos, como solía hacer siempre. De pronto surge la tempestad en el Lago que se
encrespa por un fuerte viento que bambolea la barca.
Jesús había acudido a esta contingencia caminando sobre el
Lago. Y más se asustaron. Pero él les dijo: Soy yo; no temáis. Palabras de mucho consuelo en sus dos términos: SOY
YO. Y eso tenía que ser para aquellos
hombres la gran seguridad. Si era él, ya estaban salvados de la tempestad. Y NO
TEMÁIS era la consecuencia inmediata de que allí se había presentado Jesús, y
ya podía amainar también el recelo interior con que habían embarcado.
Querían recogerlo a bordo pero la realidad es que la barca
había sido arrastrada hasta cerca de la orilla, y por eso tocó tierra
enseguida. Dice el texto que “en el sitio
adonde iban”. Seguramente no iban a aquel sitio sino que la tempestad les
había empujado hasta allí. Pero donde fuera, era bueno para bajar de la barca y
estirar las piernas, después de la tensión padecida.
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