Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de
Dios.; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes
bien, líbranos de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita. Oración que el
Papa ha pedido expresamente que pidamos en los momentos actuales en los que hay
una persecución más o menos abierta y más o menos solapada contra la Iglesia. Y
en realidad contra él mismo, podemos añadir nosotros. Sea María Santísima la
que ampare a la Iglesia, de la que ella es madre. Y abra los ojos de los católicos
de todas las facciones, para unir toda la fuerza en fidelidad a la doctrina de
la Iglesia, de la que el Papa es garante y al mismo tiempo el mentor que ha de
exponer desde su autoridad, los puntos que necesitan una revisión y un cerrar
filas en torno a la pureza de la doctrina fiel de la misma Iglesia. Para
nuestro tiempo, la puesta en práctica de la riqueza que dejó el Concilio
Vaticano II.
LITURGIA
Estamos acostumbrados a ver en estos capítulos
de Hechos un ir y venir de Pablo por diferentes lugares. Ahora en Macedonia, se
detiene en la ciudad de Filipos (16,11-15), donde funda una comunidad con la
que siente una intimidad especial, como puede verse en la carta que les dirige
mas tarde.
No se reduce a la ciudad y al lugar de culto. Sale a la orilla
del río donde se juntan muchas personas para orar, y traba conversación con
mujeres que han acudido allí. Y tiene contacto con una de ellas, Lidia,
vendedora de púrpura, que adoraba al Dios verdadero. Acogió plenamente lo que
Pablo enseñaba, y se bautizó ella y toda su familia. Invitó a Pablo y su
compañero a aceptar: Si estáis
convencidos de que creo en el Señor, venid a hospedaros en mi casa. Y nos
obligó a aceptar.
En Jn.15,26 a 16-4 habla expresamente de la acción del
Espíritu Santo, que os enviaré desde el
Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre: él dará testimonio de
mí, y también vosotros daréis testimonio, porque desde el principio estáis
conmigo. El Espíritu Santo procede del Padre y nos lleva a conocer la
Verdad, y nos da la fuerza para dar ese testimonio nosotros. La razón, bien
sencilla: desde el principio estáis conmigo. Y por tanto ya llevan sabida una
parte importante del estilo y modo de Jesús. Lo que pasa es que una cosa es
saber y otra vivir de acuerdo con eso que se sabe. Ahí es donde la Verdad
vendrá a nosotros desde la acción del Espíritu Santo en nosotros.
Os he hablado de esto
para que no se tambalee vuestra fe. Es que les queda que pasar por
persecuciones y contratiempos cuando llegue el momento de dar ese testimonio.
Para entonces ya habrá actuado en ellos ese Espíritu de Dios. Pero sabed que os excomulgarán de la sinagoga; más aún:
llegará un momento en que el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios.
La persecución no viene siempre de parte de los enemigos de la fe. Surge
también de parte de las personas religiosas que no quieren ver alteradas sus
posiciones. Y “en el nombre de Dios” y como quien rinde culto de fidelidad a
Dios, acaba actuando contra los mismos enviados de Jesucristo.
Advierte Jesús que eso lo harán porque no han conocido ni a mi Padre ni a mí. Han conocido una
religiosidad, una creencia, pero no han conocido a Dios y lo que Dios quiere,
ni a Jesús y su evangelio. Por eso “en nombre de Dios” siguen sus prejuicios y
actúan de acuerdo con esos prejuicios, que vienen a ser como los puntos de
apoyo de una religiosidad que no se ha acercado a la persona de Jesús sino a
leyes y normas y costumbres.
De ahí la enorme necesidad de la oracion meditativa y
contemplativa que se acerca virgen a la Palabra de Dios, y se deja tocar por
ella un día tras otro, hasta crear un verdadero entramado invisible pero real
de la enseñanza que nos dejó la palabra y la acción y los sentimientos mismos
de Jesucristo.
Por eso yo recomiendo frecuentemente “dos minutos diarios
de evangelio”, a sabiendas de que quien toma esa costumbre, de inmediato nota
la necesidad de ampliar los “dos minutos” para dejarse llevar de la Palabra de
Cristo y de la Persona adorable del Señor, que acaba ganando el alma y
llevándola a otros modos de vivir la fe.
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