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LITURGIA
La revelación llega a los
gentiles. Habían reprochado algunos a Pedro (Hech.11,1-18) que entrara en casa
de gentiles y que comiera con ellos. Sobre todo, eso: comer con los gentiles
era hacer causa con ellos. Y Pedro desvela la visión que ha tenido y que le ha
hecho saber que también a los gentiles les llega el reino de Dios.
Pedro relata la
visión: aquel lienzo que baja del cielo cogido de los cuatro picos, conteniendo
animales prohibidos. Y en la visión Pedro es invitado a “matar y comer”. Pedro
se espanta y se niega porque él nunca ha comido nada impuro. Y la voz le
responde que lo que Dios ha declarado puro, él no lo llame profano. Y para que
no crea Pedro que ha sido una alucinación, la visión se repite tres veces. Y
luego de un tirón el lienzo es llevado arriba.
Entonces viene el
hecho real: le han llamado desde Cesarea; han venido por él seis hombres
rogándole que vaya a casa de un hombre pagano. El Espíritu le dice a Pedro que
vaya con ellos, y entraron en casa de aquel hombre. Y éste les contó que había
visto en su casa al ángel que le decía: Manda
recado a Jafa e invita a Pedro; lo que te diga, te traerá la salvación.
Y cuenta que en cuanto
empezó a hablar, descendió el Espíritu Santo sobre el pagano, lo mismo que antes
había venido sobre los apóstoles. Recordó las palabras de Jesús, de que serían
bautizados con Espíritu Santo. Y si así Dios tomaba la iniciativa, ¿quién era yo para oponerme a Dios?
Los que habían
criticado al principio la acción de Pedro, ahora aprueban y alaban a Dios, que
ha otorgado a los gentiles la salvación que lleva a la vida.
En el evangelio de San
Juan se desarrolla el capítulo 10 (1-10) que está dedicado al tema de Jesús
BUEN PASTOR, en el que Jesús desgrana detalles de la vida pastoril para
expresar su acción con los hombres.
El pastor –una vez el
rebaño puesto a buen recaudo en su aprisco-, se sentaba en la puerta con el
cayado atravesado para evitar que el ladrón pudiera entrar o alguna oveja
salir. Por eso Jesús hoy se compara a “la puerta del aprisco”. Él entra y sale
porque es el pastor de las ovejas. El ladrón, a quien no le importan las
ovejas, salta por otra parte. Al pastor le abre el guarda y él va llamando a
cada oveja por su nombre y las saca fuera para llevarlas a los buenos pastos.
Él camina delante y
sus ovejas le siguen. A un extraño no le seguirían. Jesús va reflejando el
mundo pastoril que él tenía tan vivo ante los ojos.
Los oyentes sabían
todo aquello porque era parte de la vida del pueblo, pero no comprendieron a
qué venía aquella comparación. Entonces Jesús les concretó: Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los
que han venido antes eran ladrones y bandidos pero las ovejas no los
escucharon.
Yo soy la puerta;
quien entre por mí, se salvará, y podrá entrar y salir y encontrará pastos.
Yo he venido para que tengan vida y la
tengan abundante. ¡Ésta es la verdadera salvación!, la que supone vida y vida
abundante. Salvarse no es simplemente “no condenarse”. La salvación completa es
la que deja abundancia en el alma y que llena en esta vida y se completa en
totalidad en la otra, porque finalmente es la misma posesión de Dios.
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