Liturgia
Ex 40,14-19.32-36 nos habla de la construcción del Arca de
la Alianza, el santuario donde quedaban situados símbolos esenciales de la
presencia de Dios. Construcción que la Biblia detalla minuciosamente y que el
texto no lo ha ahorrado dándonos lo esencial de aquel santuario. Y nos afirma
que Dios se hacía presente de forma llamativa con la columna de humo, a veces
tan densa que el mismo Moisés no podía entrar en la Tienda del Encuentro. Pero
además el pueblo se había hecho a permanecer quieto mientras tanto y esperar a
que aquella “nube” se levantara para avanzar su camino por el desierto.
Suponía, pues, una dependencia de los tiempos de Dios, los que Dios iba
marcando, sin forzar en nada ese ritmo por el enorme respeto a su Dios, que se
les hacía presencia en las diferentes etapas.
Verdaderamente llama la atención aquel acompañamiento de
Dios a su pueblo, como quien marca tiempos y momentos, y el pueblo queda
pendiente de ellos…, y en definitiva de Dios. Y eso que era un pueblo definido
como “de dura cerviz”, que protestó
mil veces contra Dios y que tantas veces no supo agradecer la liberación que
Dios les había dado sacándolos de Egipto. Todavía han de pasar muchas penurias.
Dios quiere “madurar” a ese pueblo que no acaba de reconocer lo que Dios ha
hecho y hace por él. Y así fueron muchos años de desierto en los que hubo de
todo y donde la generación que salió de Egipto se fue quedando en el camino.
Nueva parábola de Jesús en Mt 13,47-53: en la vida no da
todo igual, no todos sirven, y se va produciendo una criba en la que los malos
son desechados y los buenos recogidos. La verdad es que en el planteamiento de
Dios –la red echada al mar para pescar- querría que todos los peces que pescara
fueran buenos peces. Para eso se echa la red: para obtener una buena pesca.
Pero cuando sacan la red a tierra resulta que allí hay de todo…, lo
aprovechable y útil y lo desaprovechable por inútil. Es la vida real una vez
más. ¿Qué podría querer Dios más que todos “los peces” [todas las personas]
fueran buenas y útiles en el Reino? Pero la realidad que es muy fácil de
constatar es que en la “red de la vida” hay toda clase de personas: las buenas
y las inútiles para el reino; los peces que se pueden recoger porque sirven, y
los “peces” que no sirven para comer, y que son tirados fuera. Ni sirven ya
para el mar ni sirven para ser comidos en tierra. Sencillamente han convivido
con los peces buenos pero al final no sirven.
Somos conscientes de que convivimos buenos y malos. A
primera vista los “peces malos” son los que ganan la partida, los que saben
vivir, incluso los que “se comen” a los otros peces buenos… Las noticias
diarias, leídas con un poco de atención, nos manifiestan a las claras que “el
pez gordo se come al pequeño”. Y sin embargo Jesús hace otra lectura y apuesta
en otra dirección: el pez malo es arrojado al horno encendido, adonde será el
rechinar de dientes y el llanto de la desesperación porque será el momento de
la verdad cuando queda claro que “el pez pequeño” era el valioso, el escogido
en banastas, el útil, el comestible, con el que se podía alimentar…
Pues es una imagen del Reino. Y por consiguiente el que
nos está dando la visión de Jesús, que
valora con exactitud lo que vale y lo que no vale. Todo será una realidad un
día. Ese día que –en vida- no vamos a ver, pero que tendremos la ocasión de
comprobar en primera persona el día que Dios decida.
A muchos les ha dado por decir que “todo es igual”. No es
ese el pensamiento de Jesucristo. Eso es evidente. Porque si hay “peces buenos
y malos”, ya hay una diferencia. Pero si los peces buenos son recogidos para
alimento y los malos son echados fuera, “al horno”…, es que no todo es igual,
no da igual una cosa que otra. Y Jesús lo ha dejado muy claro. Junto a esta
parábola, la de la cizaña es otra clara explicación de que todo no da igual ni
todos son iguales ni el final de todos es el mismo. Jesús establece clara
diferencia y no “de poco más o menos” sino de finales absolutamente opuestos. Y
la cizaña es atada en gavillas para ser quemada, y los peces malos son echados
al horno de fuego, mientras que el trigo bueno es almacenado en graneros y los
peces buenos recogidos en banastas. Debe hacer pensar con mentalidad de Evangelio,
con la misma palabra de Jesús y el juicio de Jesús.
El Reino es una oferta para todos, para toda la Humanidad. En el mar están todos lo peces, los buenos y los malos; los buenos, los que han sabido descubrir el Reino, serán recogidos y aceptados y los que se han dejado llevar por la sensualidad y han gastado su vida en hacer todo lo que se oponía a la voluntad ce Dios,serán desechados por toda la eternidad.. En el Juicio sólo nuestras buenas obras nos defenderán.
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