LITURGIA
Jos 24, 14-29. Llega el relato hasta
la muerte de Josué, pero antes se ha consolidado la postura del pueblo, que
quiere ser del Señor y servir al Señor. Josué ha exhortado primeramente a temer al Señor, a tomarse en serio lo
que supone servir al Señor. No cabe esa actitud si se mantienen ídolos o
amuletos de otros dioses, “Temer al Señor” es un compromiso serio de fidelidad
al único Dios y Señor que les ha liberado y les ha conducido y les ha traído
hasta aquí.
Conoce Josué a aquel pueblo, que tantas
veces ha vuelto su mirada al recuerdo de Egipto, y quiere prepararlo a ser un
pueblo que una vez que da el paso de servir al Señor, no se va a volver atrás.
Y le presenta un panorama difícil, porque el servicio a este Dios no va a poder
hacerse en cosa de poco más o menos. Y por eso Josué les va poniendo ante una
visión de Dios que más parecería que Josué pretende apartarlos de Dios: elegid hoy a quién queréis servir: a Dios o
a otros dioses. Y les insiste: No lograréis
servir al Señor porque es un Dios celoso, que castigará vuestras culpas y si os
volvéis en contra os aniquilará. Josué ha puesto delante una visión
tremendista de Dios, probando la voluntad de aquella comunidad. Parecería a
primera vista que quiere apartarlos de Dios. Pero va buscando ponerlos ante sí
mismos y que sepan muy bien que servir a Dios es algo que no se compagina con
medias tintas, con medias actitudes, con un “hoy sí y mañana no”, o con “servir
a mi manera”.
Yo me planteo qué respuesta daría el
pueblo de hoy si a la hora de tomar postura ante Dios, tuviera un Josué que le
pusiera delante un Dios que no admite componendas… Y mucho me temo que habría
muchos pasos atrás… Y no es sólo que me imagine. Es que veo la postura de
muchos que se han echado ya para atrás, y no porque le hayan presentado a este
Dios que plantea Josué, sino simplemente porque presienten una exigencia en el
hecho religioso, que prefieren de primeras “servir a otros dioses”, o
simplemente no comprometer sus vidas con este Dios.
El pueblo hebreo se ratificó una y
otra vez a servir a Dios, y puso lejos de su pensamiento otra cosa que no fuese
el servicio a Dios. Por varias veces se ratifica en ello y admite que Josué
establezca una piedra como testigo mudo (pero para ellos definitivo) de que han
elegido servir a Dios y desprenderse de todo amuleto que haga referencia a otros
dioses.
Cuando muere Josué, ha dejado a un
pueblo consolidado en el seguimiento de Dios, el Dios de los padres, que juró
dar a Israel una tierra fecunda y propia donde se establezca aquel pueblo y se
desarrolle como tal.
El evangelio (Mt 19,13-15) nos
muestra la otra cara de Dios, manifestada en Jesús, como un Dios íntimo y
cercano, como el que pide que dejen a los
niños acercarse a él y que no se lo impidan. Sucedía que le habían traído a
unos niños para que los bendijera y rezara por ellos, y los apóstoles
pretendían apartarlos porque molestaban. Y Jesús regaña a los discípulos y pone
como labor primordial acoger a los niños y hacerse
sencillos como niños, porque de ellos es el Reino. Son los que mejor
entienden a Dios. Saben ellos dónde se arriman, nos descubren a ese Dios que
llena el alma y pone cariño en su obra salvadora. El niño tiene olfato para
saber dónde se sitúa y dónde tiene acogida.
El mayor tiene que saber situarse en
actitud de niño para poder entender a Dios y decidirse por el servicio de Dios,
intuyendo el amor y la cercanía y la bondad de ese Dios. Y habrá que ELEGIR
SERVIR A DIOS como la opción más propia de una mente sin prejuicios.
Los niños no tienen expectativas negativas, son felices, si se sienten acogidos por los adultos, juegan con una gran seriedad. Pero si por algún motivo crecen sin muestras de cariño, se muestran inseguros y caen en los brazos de quien les de un poco de afecto. En los tiempos de Jesús, los niños no gozaban de la estima de que gozan hoy, como que "estorbaban" a los mayores. Jesús los acoge y nos pide que seamos como ellos, sencillos, que vivamos confiados en la protección de nuestro Padre Dios..
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