LITURGIA
¡Qué poco le ha durado al pueblo
hebreo aquella juramentación que habían hecho de seguir al Señor por encima de
todo! Hoy el libro de los Jueces (2, 11-19) nos muestra a aquel pueblo adorando
a dioses falsos y apartándose del Dios de sus padres. Y cuando hacía eso, todo
le iba mal y no le salía nada a derechas, y le ganaban la partida los pueblos
de alrededor. Como es propio de aquella mentalidad, el relator atribuye a Dios
esos desastres, pero es evidente que eran las propias circunstancias de un
pueblo que abandona a Dios lo que traía consigo esos resultados adversos que
cosechaba el pueblo.
Dios le nombraba Jueces para
enderezarles el camino y los jueces conseguían que rectificaran. Mientras vivía
el Juez, se comportaban; al morir el juez volvían a las andadas. Es la historia
que se repetirá en aquel pueblo. Es la historia que se repite en la vida
contemporánea: cuando la vida recupera el tono religioso y fiel a Dios, las
costumbres mejoran y Dios actúa en las conciencias, lo que hace que el modo de
proceder sea recto. Cuando se deja a Dios y se quiere proceder al antojo de las
criaturas, todo se viene abajo porque se ha roto el equilibrio que llega cuando
la humanidad tiene un referente que le hace vivir la ley-base que se encierra
en el Decálogo.
Mt 19,16-22 es el muy conocido
momento de la venida a Jesús de aquel joven que viene pidiendo conocer lo que
tiene que hacer para ganar la vida eterna. Como a buen judío, Jesús le remite a
los mandamientos, y precisamente a los que miran a la relación con los demás.
Aquel joven responde que todo eso lo
ha vivido el siempre. Lo que lleva a Jesús a plantearle lo que es necesario
para llegar hasta el final. Y en eso
entra ya una renuncia al propio yo y a la posesión de las riquezas. Si
quieres llegar hasta el final, ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres,
Luego vienes y me sigues. Lo que Jesús planteaba era el seguimiento de
aquel joven, y que hubiera formado parte del discipulado de Jesús,
Pero aquel muchacho era muy rico. Le
había tocado Jesús en la línea de flotación, y se le vino el mundo a los pies.
Y bajó la cabeza y se dio media vuelta y se fue por donde había venido, aunque
ahora caminaba con el peso de un fracaso de vida, porque había venido tan
decidido a “alcanzar vida eterna”, y encontrarse que se iba con las manos
vacías, de puro llenas que las tenía de sus bienes materiales. Se fue triste porque era muy rico.
El seguimiento de Jesús exige un
desprendimiento de sí y está simbolizado en los bienes materiales, que son al
fin y al cabo los grandes enemigos del evangelio. Suele ocurrir en algunos que
se quedan tan tranquilos al leer el episodio porque saben que ellos no son
ricos y por tanto tienen más expedito el seguir a Jesús. Sin embargo habrá que
entrar más adentro y examinar las otras riquezas que uno encierra en su vida.
Porque puede haber un modo de vida en el que la persona se siente siempre
“excepción” pero cree que eso de la “riqueza” no le atañe. Sin embargo, visto
desde fuera, tal persona es una engreída que se ve con todas las razones para
“ser diferente”, proceder diferente y creerse con patente de corso para vivir
la excepcionalidad.
Eso es riqueza. Y eso entra dentro
de la narración que tenemos entre manos. Y el seguimiento del evangelio se hace
más difícil, o se vive con sordina, porque en el fondo no hemos vendido lo que
poseemos en tan gran medida de nuestro propio YO, y eso dificulta los planes de
Jesús sobre cada uno, a quienes quiere Jesús llevar hasta el final.
El poder nos deslumbra y nos hace creer que somos importantes y que estamos seguros.No está mal ser rico, puedes hacer mucho bien a las personas que estén a tu lado, si lo necesitan. En tal caso, has de tener mucho cuidado para compartir con los que tienen menos, cuidando de que no les falte, respetándolos mucho, sin llegar a creerse superior y mejor que los demás por ser "un cumplidor"
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