LITURGIA
Hoy no hay historias que
contar. Las dos lecturas van más en el
plano de los dichos que en contar hechos. Dejamos las narraciones del Antiguo
Testamento y pasamos a la 1ª carta de San Pablo a los fieles de Tesalónica
(1,1-5.8.10), en la que Pablo, Silvano y Timoteo saludan a la iglesia de aquel
lugar y le desean paz y la gracia de Dios. Y expresa una serie de motivos de
alabanza de aquella comunidad, que le lleva a dar gracias a Dios por la fe, la
esperanza y el amor de ellos. En ellos, en efecto, ha actuado el Espíritu Santo
y es conocido su valer por parte de otras comunidades, pues ha quedado patente,
y que vivís aguardando la venida del Señor.
Hay, pues, un exordio
que alaba a aquellos fieles a los que Pablo se dirige en esta carta. Ya iremos
viendo su desarrollo. Lo curioso es que no ha empezado el apóstol con títulos
de autoridad, como emplea en otras cartas en las que en el cuerpo de las cartas
se hace con llamadas de atención.
Diríamos que ésta es una carta más llana, en un tono más pastoral.
El evangelio entra en
la diatriba de Jesús con los fariseos, a los que les hace el examen de
conciencia, poniéndoles los puntos sobre las íes. Mt 23,13-22 es ese momento,
ya próximo a la pasión, en que Jesús se lanza a poner por delante aquellos defectos
más fuertes que tiene constatados en los fariseos y doctores de la Ley.
-Que cerráis a
los hombres el reino de los cielos, y ni entráis ni dejáis entrar. No presentan a un Dios
asequible. No ensanchan el corazón de los fieles con una mirada que haga amable
a Dios y los proyectos de Dios sobre el pueblo. Estrechan el camino de tal
forma que ni ellos lo recorren ni lo hacen posible a los demás.
-Que devoran
los bienes de las viudas con pretexto de largas oraciones. El abuso del poder de lo
espiritual y de su posición de hombres religiosos, para ir pidiendo dinero a
cambio, y así dejar a las viudas esquilmadas de sus pocos bienes.
-Hacer
prosélitos,
para lo que emplean todas sus influencias. Y una vez conseguido que alguien les
siga, lo acaban haciendo a su manera y por tanto, un desgraciado que no puede
hallar el gozo del Reino,
-Tema del
juramento,
por el que caen en absurdos permanentes, pues consideran que jurar por el templo o por el altar no
obliga, pero sí obliga si se jura por el oro del templo o por las ofrendas que
ee ponen sobre el altar. Jesús les conmina a pensar si será más importante
el templo que el oro, puesto que la razón de ese oro es precisamente el Templo
de Dios. Y la razón del valor de las ofrendas lo da el altar y no las ofrendas
por sí mismas.
Jesús va a la verdad. Y derrota la casuística
ridícula de los fariseos.
Yo pienso siempre que estas reflexiones que Jesús quiere llevar a
los fariseos y doctores de la ley nos invitan a nosotros a hacer nuestras
propias reflexiones sobre determinadas formas y estilos nuestros en nuestras
actitudes y en nuestras vivencias religiosas. No serán las mismas que Jesús
describe de aquellos fariseos, pero pueden serlo en otras formas más nuestras.
El hecho es que debemos purificar nuestro ámbito religioso; es decir: el modo
como nos relacionamos con Dios y su proyección en nuestra vida y en nuestras
maneras de actuar con lo demás. Hacernos más verdaderos, más acordes con el pensamiento de Jesucristo. Y en eso siempre
cabrá una finura nueva.
Los próximos días, en los que se prolongan estas
advertencias de Jesús, nos deben ir ayudando a ese examen paralelo de nuestra
conciencia y por tanto a una llamada de atención sobre posibilidades de
purificación de nuestro espíritu y nuestra actuación.
"¡Tardé en amarte, oh belleza tan antigua y tan nueva! "Tú estaba conmigo; pero yo no estaba contigo..."(S. Agustín). Después de una juventud alocada recibió el Bautismo en Milán; fue Obispo de Hipona, fue un Obispo ejemplar y por su Obra es el más ilustre de los Padres de Occidente.Las palabreas de Jesús las vivió personalmente Agustín de Hipona. Era un buscador de la Verdad; pero, la catequesis no la recibía porque los oradores no eran coherentes : predicaban una Verdad que no la practicaban y esto desilusionaba mucho a S., Agustín. El testimonio es la mejor Catequesis.....Su madre, Santa Mónica, le dedicó todas sus oraciones.
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