Liturgia
Hoy es día de fiesta muy típico en la vida de la gente. San
Lorenzo marca una fecha muy popular y plagada de tradiciones que hemos vivido
en nuestra niñez: Desde la lluvia de estrellas a encontrar carbón al pie de los
árboles, el calor de un día en que el santo murió abrasado por el fuego.
Aparte, claro está, su misión diaconal generosa en la Iglesia del siglo III,
hallando su martirio en la persecución de Valeriano.
La 1ª lectura (2Co 9,6-10) hace alusión a la generosidad
con que San Lorenzo llevó a cabo su misión de servicio. Comienza la lectura con
la afirmación de Pablo: el que siembra
tacañamente, tacañamente cosechará; el que siembra generosamente, generosamente
cosechará, toda una invitación a ser muy abiertos en el don. No está
pidiendo nada; está estableciendo los principios. Luego desemboca en algo muy
humano: que cada uno dé de acuerdo a lo
que le dice su conciencia, y de buena gana. Dios es el que es generoso, que
proporciona semilla para sembrar y pan para comer. Ese Dios será el que pague
según la abundancia con que se haya vivido la caridad.
El evangelio que se aplica a la fiesta de San Lorenzo es el
de Jn 12,24-26, con la palabra directa de Jesús que expresa el valor del propio
sacrificio: si el grano de trigo no cae
en tierra y muere, no lleva fruto; pero si muere, da mucho fruto, alusión
directa al martirio del santo. En efecto, Lorenzo dio su vida por su fe y por
amor a Jesucristo y así su vida dio mucho fruto. Su muerte a la realidad de
este mundo, abrió las compuertas de la vida eterna y mereció el premio de Dios.
Así ha quedado sintetizada la obra de este diácono de la
Iglesia primera en unas lecturas breves pero substanciosas.
Siguiendo la LECTURA CONTINUADA con el paso del pueblo
israelita por el desierto, encontramos una vez más al pueblo quejoso contra
Dios y contra Moisés (Num 20,1-13), añorando Egipto y la tranquilidad con la
que se había asentado en el, en medio de su esclavitud aceptada. No han podido
desembocar por ahora en una imposible conquista de la tierra que Dios le tiene
dedicada, y su estancia en el desierto les hace sentir la sed. Moisés y Aarón
se van a la Tienda del Encuentro y le presentan a Dios la necesidad del pueblo.
Dios le da la solución, diciendo a Moisés que tome del Arca la vara santa y que
–en presencia del pueblo- toque en la roca, de donde brotará agua en abundancia
para todo el pueblo y para sus ganados.
Aquí se entremezcla posiblemente diferentes tradiciones y
tenemos a Moisés que le pregunta al pueblo si cree que puede darles agua desde
la roca. Y como si dudara de ello, no toca la roca sino que la golpea dos
veces. El agua brota a raudales en la llamada “fuente de Meribá”, pero a Dios
le ha desagradado la pregunta o duda de Moisés. Y Dios anuncia a Moisés (que ya debía ser centenario), que él no va a
ser el que entre en la tierra prometida con aquella comunidad de los
israelitas.
El evangelio, una vez más, es el de la pregunta de Jesús a
sus apóstoles, quién dicen los hombres que es el hijo del hombre. (Mt
16,13-23). Es el relato más amplio y completo de los tres sinópticos, y
precisamente puesto en duda por los protestantes. Simón confiesa que Jesús es el
Mesías, el hijo de Dios vivo, y Jesús corresponde a Simón cambiándole
el nombre y diciéndole: Y tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré
mi Iglesia.
La respuesta de Simón supera evidentemente lo palpable y
visible, por lo que Jesús le dice que eso
que ha dicho no le ha salido por su cuenta sino que se lo ha revelado el Dios
del Cielo. Simón ha ido mucho más allá que lo que podían ver los ojos. Ha
entrado en las profundidades de la fe. Y Jesús le responde con una elevación
total desde el Simón al Pedro (=Piedra fundamental). Y en consecuencia Jesús le
pone en las manos su Iglesia futura (esto es lo que los protestantes no
admiten), con absolutos poderes de “hacer y deshacer”, o lo que es lo mismo,
con la misma autoridad de Jesús. Lo que Jesús haría en esa Iglesia, es lo que
va a hacer ahora Pedro. Un Pedro que no se reduce al Simón Pedro sino que se va
extendiendo a todos los que vengan detrás como Piedras fundamentales,
sucediendo a Simón.
El episodio no acaba así porque al anunciarles Jesús que su
mesianismo incluye la muerte a manos enemigas, se rebela y se revela el
verdadero simple Simón, que no acepta aquel planteamiento de Jesús y pretende
apartarlo de ello. Jesús tiene que reprenderle porque los pensamientos de Simón
no son acordes con los pensamientos de Dios.
Hoy , la Iglesia romana celebra el triunfo de San Lorenzo. Trabajó en aquella iglesia como Diácono; siempre al servicio de los pobres. Amó mucho a Cristo en la vida y lo imitó en la muerte.Murió mártir durante la persecución de Valeriano. San Lorenzo murió sobre una parrilla y su muerte ejemplar dio mucho que hablar. ¿Qué nos pide Dios a nosotros? También nos pide que muramos a nosotros mismos; que nos dejemos conducir por Él en cada momento instante de nuestra vida.
ResponderEliminar