Desde mi niñez, siempre identifiqué el DÍA DE LA MADRE con
la fiesta de la Virgen, modelo de madres y madre singular. Mi madre sería un
reflejo de la MADRE. Y eso que yo adoraba a mi madre carnal. Pero la verdadera
celebración la referí siempre a la Virgen Maria.
Cuando este año llegamos al “día de la madre”, no puedo
menos que sentirme hijo de María, mi madre del cielo, la madre de Jesús, mi
centro. Y venerar en María todo ese proceso de educación maternal que ella
vivió en Nazaret, y que lo ha seguido haciendo conmigo.
Liturgia:
El protagonismo de este domingo está
en el AMOR. Las tres lecturas inciden en ello.
El evangelio de Jn.15,9-17 comienza con esa afirmación de
Jesús tan impresionante: Como el Padre me
ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. El amor del Padre a
Jesús es incuestionable. Pues de la misma manera es el amor de Jesús a sus
apóstoles. Y en ellos entramos también nosotros. Somos amados de Jesús. Y lo
que nos pide Jesús en correspondencia es que nosotros permanezcamos en su amor.
¿Cómo se vive ese amor nuestro a Jesús? -Guardando sus
mandamientos. Y guardándolos con toda fidelidad como él ha guardado los mandamientos de su Padre y permanece en su
amor.
Quiere Jesús que tal realidad provoque en nosotros un
sentimiento de honda alegría, que llegue a plenitud.
¿Y cuál es su mandamiento, el mandamiento de Jesús? –Que os améis unos a otros como yo os he
amado, Que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por el que ama.
Y Jesús pone su vida a favor de los hombres porque los ama, porque los hace sus amigos. Y nosotros seremos amigos de
Jesús si hacemos lo que él manda.
Jesús se pone a la altura de nosotros: ya no os llamo siervos sino amigos. Esto encaja con la postura de
Pedro ante Cornelio, al que levanta del suelo y le dice que esté de pie ante
Pedro porque yo soy hombre igual que tú.
No está por encima, aunque Pedro represente a la Iglesia. Cornelio no es
considerado “siervo” sino amigo. (Hech.15,1-2.22.29). Tal como Cristo hace con
los suyos. Y es que el amigo conoce lo que hace el amigo, y Jesús se ha
manifestado en totalidad a sus apóstoles, que conocen los pensamientos y los
sentimientos de Jesús. Jesús todo lo que
ha oído a su Padre, se lo ha dado a conocer a sus apóstoles. Y en la
enseñanza de los apóstoles estamos nosotros, que recibimos el legado de Jesús a
través del evangelio y de la Tradición de la Iglesia.
Somos elegidos de
Jesús, que fue quien tomó la iniciativa de esa elección, por puro amor a
nosotros. Y en consecuencia lo que pidáis
al Padre en nombre mío, os lo da. Lo
que yo os mando es que os améis unos a
otros.
La 2ª lectura es también sublime en la presentación del
amor. 1Jn.4,7-10 empieza como acabó el evangelio: Amémonos unos a otros. Y la razón fundamental es que el amor es de Dios y todo el que ama, ha
nacido de Dios, porque Dios es AMOR.
O dicho de manera que se nos haga concreto, Dios se nos manifiesta amando…, en
actos de amor. Dios no sabe hacerlo de otra manera.
Su amor se manifestó
en que mandó al mundo a su Hijo único para que tengamos nosotros la vida por
medio de él. El amor consiste en eso: en que Dios nos amó y envió a su Hijo
para pagar por nuestros pecados.
¡Cómo habría que insistir en este punto a quienes tienen
una idea de temor en su relación con Dios; los que no se relacionan con Dios
porque prefieren hacerlo con el Hijo! Pues precisamente el Hijo está ahí y es
como es porque el Padre lo ha enviado para nuestra salvación. Y en eso se
muestra el verdadero amor.
Vivamos esa realidad en la EUCARISTÍA en la que viene a
nosotros Jesucristo, realmente presente, y como el fruto de un sacrificio de
muerte, como el precio de nuestros pecados. Pero ahí se hace también presente
el Padre, que envió al Hijo, y del que es inseparable. Cristo ha redimido; el
Padre ha fraguado ese misterio de redención por el inmenso amor que nos ha
tenido y que nos tiene.
Pidamos a Dios que haga crecer en nosotros el amor mutuo.
-
Para que guardemos el mandamiento de Cristo y así permanezcamos en su
amor, Roguemos al Señor.
-
Para que conozcamos internamente a Jesús en la meditación del evangelio
para poder amarlo cada vez mejor, Roguemos
al Señor.
-
Para que sepamos valorar a los amigos y les seamos fieles en toda
ocasión, Roguemos al Señor.
-
Que la EUCARISTÍA nos haga amar al Padre que envió a su Hijo para el
perdón de nuestros pecados. Roguemos al
Señor.
Que el
Espíritu Santo que vino sobre Cornelio, invada también nuestra vida y nos haga
sentir con los sentimientos de Jesús.
Lo pedimos por el mismo
Jesucristo N.S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!