Padre eterno que has puesto en María, la Virgen el trono
real de tu Sabiduría;
ilumina a la
Iglesia con la luz de la Palabra de la vida,
para que en el
resplandor de la verdad, caminemos hasta el pleno conocimiento de tu misterio
de amor.
La Sabiduría
está en Dios y –en absoluto- es Dios, es Cristo. La Virgen es trono real de la
Sabiduría porque ella llevó a Cristo en sus entrañas. El es LA PALABRA y con
ella luz que ilumina la Verdad. Lo que nos toca es conocer esa Palabra, a
Cristo, con un conocimiento profundo que nos haga posible captar y vivir ese
misterio de amor. Nadie mejor que María para alcanzar ese conocimiento.
Liturgia:
Pablo es llevado al tribunal por
exponer la Palabra de Dios (Hech.18,9-18). Los judíos de Corinto pretenden
conservar la ley judía. Pablo es impulsado por Dios en una visión para mostrar
que la nueva ley es la de Cristo: sigue
hablando, no te calles, que Yo estoy contigo.
Cuando Pablo va a intervenir ante el tribunal, Galión, el
procónsul de Acaya, se levanta y dice que él no está para juzgar dimes y
diretes de cosas de doctrina y costumbres; para eso, arreglaos vosotros.
Algunos agarraron al jefe de la sinagoga y le dieron una
paliza delante de Galión, que no quiso
saber nada del caso.
Pablo quedó libre y después de unos días, se embarcó para
Siria.
Sigue el mismo argumento de ayer en el evangelio
(Jn.16,20-23), que empieza con la última frase leída ayer: Vosotros estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en
alegría.
Lo que hace hoy es apoyarlo con un ejemplo de la vida: la
mujer que va a dar a luz. El momento es difícil y siente tristeza porque le ha llegado la hora, pero en cuanto ha
dado a luz a su criatura, experimenta una
gran alegría, y ni se acuerda del apuro porque un nuevo ser ha venido al mundo.
De la misma manera
vosotros, que ahora estáis tristes, pero volveré a veros y se alegrará vuestro
corazón y nadie os quitará vuestra alegría.
Como decíamos ayer, Jesús está jugando con dos momentos de
su historia que, al fin y al cabo, refleja nuestra propia historia. Tristeza
ante ese momento en que Jesús va a ser arrebatado por la muerte, y alegría por
la luz de la resurrección. Tristeza en los apóstoles, a quienes se les arrebata
al Maestro, y alegría cuando lo reencuentren en la resurrección.
Digamos que la vida se compone de ese binomio y que todo lo
que es ausencia es penoso, pero vuelve la alegría cuando se ha pasado el
momento difícil. De ahí ese dicho de que por
encima de las nubes, el cielo siempre sigue azul. El día nublado causa
sensaciones tristes. Pero a pesar de esas nubes y por encima de ellas, el cielo
sigue azul siempre. Y sale de nuevo el sol y causa alegría y optimismo. Es la
ley de la vida y con ella hay que vivir. Lo que es menester es que las nubes no
empañen la esperanza ni dejen la sensación de que nunca saldrá el sol. Y que se tenga esa visión amplia que deja
abierto el horizonte en el que los rayos de luz inundarán nuevamente el
paisaje.
En el pesimista hay una falta de personalidad y de
confianza. Se ha cerrado sobre su propia visión, que es corta, miope. Por eso
no puede ver más allá.
El optimista normal, que es realista en la concepción de la
vida, hay un bagaje de creatividad que es capaz de sacar fruto de cualquier
circunstancia. Es un personaje luchador, y tiene confianza en su iniciativa, y
por eso emprende y no se repliega; siempre ve que hay un horizonte que merece
la pena perseguir. Y en consecuencia busca y conserva la alegría. ¿Ha perdido
el realismo del fracaso posible? –No. Pero no se deja aplastar por esa
posibilidad y lucha y lucha para alcanzar dominar el bache y buscar el próximo
triunfo, también posible. Entre los dos posibles, tristeza y alegría, se
mantiene firme en la posibilidad de ser y vivir alegre.
El esfuerzo y la constancia tienen poca simpatía entre los jóvenes y entre una clase más vieja que está ya muy cansada de " tirar del carro". Es de esta tristeza que nos habla el Evangelio. Los momentos de inseguridad, de falta de luz siempre dan lugar a una realidad nueva que nos alegra y nos sorprende. Dejarlo todo como está no siempre es la mejor opción.Jesús siempre está muy cerca para ayudarnos; pero nosotros no siempre estamos abiertos a lo que nos presenta.
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