Liturgia:
Dos posibilidades en este día: la
memoria de SAN JOSE obrero, y la lectura continuada. Aparte del recuerdo
afectivo al que nos lleva el comienzo del mes de Mayo, dedicado a la Virgen.
El día de San José, patrono de los obreros y modelo para ellos,
nos trae una elección entre dos lecturas: una, del Génesis 1,26 a 2,3, con la
referencia a la Creación, en la que Dios
trabaja en la obra del mundo, y Dios descansa al séptimo día del “trabajo”
realizado. Es una lectura que dignifica el trabajo, supuesto que Dios “trabaja”
(así lo afirmó Jesús en una ocasión: Mi
Padre trabaja y yo también trabajo”).
La otra opción, a elegir, está tomada de la carta a los
colosenses (3,14-15.17.21-24), y en ella se dice: Todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo para servir al
Señor, sabiendo que recibiréis de Dios la recompensa. De ahí que seamos
exhortados a vivir en acción de gracias.
Finalmente el evangelio (Mt.13,54-58) nos presenta a Jesús
como “el hijo del carpintero”, que es
como podían conocer las gentes a Jesús en su entorno natural. José era un
obrero, que es la expresión genérica a que se refiere la palabra original: un
obrero de aldea que había de ganarse el pan de la familia con el sudor de su
frente, con sus manos encallecidas por el trabajo.
En la lectura continua nos encontramos con que la
persecución contra Pablo arrecia y lo buscan en Licaonia y lo apedrean,
dejándolo medio muerto. Los discípulos lo recogen y –junto a Bernabé- lo llevan
a Derbe, Listra y Antioquía, donde sigue predicando, y anunciando por las
calamidades que ha de pasar el apóstol de Jesús. Hace muchos adeptos y les
exhorta a permanecer firmes en la fe.
Designaba presbíteros, oraba en cada iglesia, y bajaron a
Pisidia, Panfilia, Atalía y finalmente de nuevo Antioquía, donde permanecen una
temporada ejerciendo su apostolado y haciendo muchos discípulos.
En el evangelio: (Jn 14,27-31a), Jesús habló así a sus
discípulos: «Os dejo la paz, mi paz os
doy, la paz de Cristo, la paz que profundiza, la paz que se enclava en el
alma: no os la doy como la da el mundo.
El mundo crea paz falsa, paz de “pasar la vida sin complicaciones”, una paz que
no afronta las dificultades ni las contrariedades, que no quiere
enfrentamientos. En cambio la paz de Cristo exige la lucha contra uno mismo,
contra las pasiones, contra el mal.
Añade Jesús a
aquellos hombres del sermón de la Cena, que estaban alicaídos tras los anuncios
de aquella noche: No se turbe vuestro
corazón ni se acobarde. Habéis oído que os he dicho: ‘Me voy y volveré a
vosotros’. Una de las razones para aquella tristeza de los apóstoles,
porque les sonaba a despedida, a la que ellos no se habían hecho el ánimo. Y
Jesús tiene que advertirles: Si me
amarais, os alegraríais de que me fuera al Padre, porque el Padre es más grande
que yo. Y os lo digo ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis.
Avisados están. Que cuando suceda, no se hundan. Entonces también tienen que
seguir creyendo. Y no les augura un triunfo inmediato: Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque llega el Príncipe de
este mundo. En mí no tiene ningún poder. Digamos: no tiene poder
definitivo. Pues el primer envite parece ganarlo ese “Príncipe de este mundo”:
será la muerte de Jesús, pero ha de saber
el mundo que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado». La
muerte ya no tendrá dominio sobre él. El paso por la muerte es obediencia a los
planes misteriosos de Dios, pero no dominará la muerte y lo que quedará patente
es que Cristo ha obedecido al Padre, y de ahí el triunfo posterior.
Nos quedamos
finalmente en NUESTRA FELICITACIÓN A MARÍA en este comienzo del mes de Mayo, un
nuevo impulso para acrecentar nuestro amor a la Virgen y para ofrecerle a
diario esa FLOR que a ella más le pueda agradar. Hemos de buscar la manera de
poner ante los ojos de nuestros hijos y familiares, de nuestros vecinos y
conocidos, que no pasamos por el mes de mayo como por cualquier mes. Debe haber
una nota visible en el hogar, que pueda suscitar la pregunta: ¿Qué es esto?,
¿qué celebras?, ¿por qué hoy este estampa, esta imagen, esta luz? Y será el
momento de hacer catequesis sobre la devoción a María, como detalle de finura y
devoción hacia ella, que encuentra su momento especial de expresión en este mes
de muchas flores.
El Evangelio de la Misa de hoy recogela Promesa de la Paz que Jesús les hizo a sus Discípulos en la Última Cena: La Paz os dejo, mi Paz os doy..."Ahora se presenta delante de ellos y les dice" ¡Pax vobis!". Con este saludo entrañable, los Apóstoles se sintieron liberados de la vergüenza por haberse comportado con cobardía durante la Pasión.
ResponderEliminarLa envidia es muy mala consejera y, ante la elocuencia de Jesús, unos pocos, no aceptaban sus enseñanzas y apareció el diablo sembrando la división.