Es el foco que orienta a los navegantes. La luz que sirve
de brújula a los que van buscando el puerto. Luz orientadora que da confianza a
los que pasaron la noche sin certeza de navegar en la dirección adecuada. El
Lucero de la mañana con su brillante luz en el horizonte, que ya anuncia la
llegada del Sol.
María es invocada con esa advocación en las letanías y nos
está expresando que tenemos que mirar a María para no errar nuestro camino. En
medio de la tormenta y de la tempestad de la vida, cuando todo parece
oscurecerse, la luz de María nos abre el horizonte de la salvación. Y nos
encamina hacia el Sol de Justicia, hacia el día sin ocaso, que es Cristo el
Señor.
Liturgia:
Santiago vuelve a ponernos ante un
detalle de la vida diaria, y que hoy día se ha ido perdiendo en muchas
personas, y por supuesto en lo público. Nos echa en cara (4,13-17) que hagamos
planes como si estuvieran en nuestras manos y como si el futuro estuviera en
nuestras posibilidades. Dice Santiago que a la gente le ha dado por decir: Mañana o pasado iremos…, pasaremos…, cuando
nadie sabe lo que va a poder ser “mañana”. Y advierte que nuestro lenguaje ha
de ser: Si Dios quiere y vivimos…. O
como se usa en el lenguaje ordinario: Iremos Dios mediante…
Lo contrario lo ve el apóstol como fanfarronería y
jactancia, que son mala cosa.
Y no es que dejemos de planificar, pues el que puede hacer
el bien, debe hacerlo. Pero en el horizonte de lo futuro, siempre hay que
contar con que sea acorde con la voluntad de Dios: Si Dios quiere.
Mc 9,17-19 es el caso de Juan apóstol, que ha visto a uno
echar demonios en nombre de Jesús y lo ha llevado a mal. Muy pagado de su
situación de discípulo de Jesús, no soporta que haya alguien que sin ser del
grupo, pueda hacer las obras propias de Jesús. Es la mirada miope del que
quiere reducir hacer el bien a un grupo de doce personas y a Jesús como
capitaneando al grupo cerrado. Y Juan tan no lo soporta que se ha atrevido a
intentar impedírselo a aquel que echaba demonios en nombre de Jesús. Es decir:
tenía todo a su favor: actuaba bajo el nombre, el poder y la fuerza de Jesús, y
echaba demonios con la autoridad de Jesús. Al parecer de Juan le faltaba un
detalle: que “no era de nuestro grupo”
Y en función de ello, pretende impedirlo, y hasta viene eufórico a contárselo a
Jesús como quien ha hecho una proeza.
Jesús no es de corazón chico y no tiene esas limitaciones,
y responde a Juan, y en definitiva a los Doce: No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede
luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro
Es una lección que da Jesús para siempre. No podemos vivir
encerrados en “nuestro grupo”. En absoluto no es mejor “mi grupo”, aunque para
mí pueda ser lo mejor. Pero en el conjunto, “mi grupo” no es exclusivo como si
todo lo mejor estuviera ahí, en contraposición con los otros grupos. Yo podré
defenderlo como “lo mejor para mí”…, el que puede ser una “vocación personal”
donde yo me desarrollo mejor en mi personalidad.
Pero al mismo tiempo debo tener una acogida, un respeto y
una admiración por los otros grupos. Por supuesto por los otros grupos
cristianos. Pero no sólo. También en los otros grupos que no tengan su
connotación religiosa hay una parte de verdad. Y la verdad, el bien, la belleza,
estén donde estén y provengan de donde provengan, tienen un reflejo de Dios y
pueden ser acogidas. Lo importante es saber recibir la verdad en donde esté y
no encerrarse uno en su propio modo de pensar.
Y esto no se limita al tema religioso. ¿Qué sería de la
vida pública de nuestra nación si hubiera otra acogida de las cosas buenas
aunque puedan venir de otro pensamiento y grupo político? Si en vez de andar a
la gresca, negándose el pan y la sal unos a otros, se pusieran a remar juntos
en la misma dirección, toda la ciudadanía saldría beneficiada porque sería
sumar fuerzas en vez de estarse tirando siempre las acusaciones a la cabeza.
Casi todas las cosas tienen varias caras. Si en vez de acentuar lo que desune,
se acogiera la verdad que hay en cada propuesta, entonces habría verdadero
diálogo y hasta verdadera democracia. Y verdadera intención de actuar para el
bien común.
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