Luz hermosa, claro día.
María, Virgen antes del parto, en el parto y después del
parto.
Madre mía porque así lo ha querido Jesús: Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luz hermosa, faro esplendente, resplandor de Dios en la
tierra de los humanos. Donde Dios puso su mirada y a la que adornó de doce
estrellas que brillan más que la luz del sol: CLARO DÍA. En María no hay noche.
Brilla siempre con resplandor de cielo.
Liturgia:
Cuando he acabado de preparar el tema
de hoy, desde la lectura continuada, muy interesante, caigo en la cuenta de que
es la fiesta litúrgica de los santos
apóstoles FELIPE Y SANTIAGO. Y quiero aportar también en el blog la
correspondiente liturgia de la fiesta, aunque lo haga con más brevedad por eso
de que tenemos ración doble.
La 1ª lectura está tomada de la 1Cor.15,1-8. No es una
lectura específica de estos dos apóstoles (aunque se nombra a Santiago) pero es
el kerigma cristiano en la
formulación más primitiva del mismo, que fue la que Pablo dirigió a los fieles
de Corinto. Y creo que merece la pena copiarlo porque “kerigma” es la base
fundamental de toda la fe cristiana, el elemento substancial que expresaba el
núcleo de la fe.
Hermanos: Os recuerdo el Evangelio que yo os prediqué y que aceptasteis
y en el cual estáis firmes. Este Evangelio os salvará, si lo cumplís tal y como
yo lo prediqué. De otro modo, habríais creído en vano. Ya esta entrada del capítulo es emocionante por sí misma porque
Pablo se ratifica en algo que ya ha dicho y dejado como esencial para la misma
salvación, teniendo en cuenta que “salvación” expresa la plenitud de la fe en
Cristo, que nos da salud plena. Y continúa:
Os transmití,
ante todo, lo que yo mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, como
dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según
estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se
apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive
aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos
los apóstoles. Finalmente, se me apareció también a mí.
Pienso que es de los textos que bastan por sí mismos y que
no es menester explicar. Es el documento más primitivo de la Iglesia y en él se
anuncian las apariciones esenciales, poniendo entre ellas la de Santiago, que
no nos consta por los evangelios.
El evangelio es de Juan (14,6-14) recientemente tratado, y
que tiene su referencia a Felipe que pide a Jesús que les muestre al Padre y con eso nos basta. Lo que le da a Jesús la
oportunidad de afirmar que el Padre y yo
somos uno. Las obras de Cristo son las obras del Padre, y las obras del
Padre son las que realiza Cristo. Basta mirar esas obras para que las gentes
crean en Cristo. Es por tanto un texto de una densidad teológica especial
porque manifiesta la divinidad de Jesucristo en esa su identidad con el Padre.
La conclusión del texto es esperanzadora; Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré.
Sigue la otra liturgia de la lectura continua.
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