La esperanza cristiana es una virtud teologal. Sigue a la
fe y se fundamente en la seguridad que se tiene de que Dios siempre va a estar
ahí. Y que, por tanto, caminamos hacia Dios, que es nuestro fin y nuestro
destino.
María vivió siempre colgada de la fe. Y por tanto en
esperanza firme de que su vida iba dirigida a Dios, y que Dios nunca le iba a
fallar.
La esperanza es virtud “de camino”, transitoria, propia de
la vida peregrina en la tierra. En el cielo no habrá esperanza porque la
posesión será plena y total sin resquicio a que se pueda perder y por tanto sin
necesidad de esperar.
María vivió un cielo en la tierra porque se abandonó
plenamente a Dios. Y nos llama a tener tal seguridad en Dios que la esperanza
esté ya llena y se parezca lo más posible a una posesión.
Liturgia:
Estamos en la despedida de Pablo de
los fieles de Éfeso y de sus pastores. A ellos les advierte la situación dura
por la que van a pasar, porque una vez que él se vaya, otros van a querer
entrar como lobos feroces. Tienen que estar muy alerta para conservar lo que
han aprendido, en lo que él ha puesto sus cinco sentidos en hacérselo saber.
La obra de Pablo en Éfeso ha sido totalmente gratuita; se
ha dado allí por razón del evangelio y no para obtener beneficios: “es más dichoso el que da que el que recibe”.
“Os dejo en manos de
Dios y de su palabra, que es gracia, y tiene poder para construiros y daros
parte en la herencia de los santos”.
El evangelio de Jn.17,11-19 expresa el cuidado y las
atenciones que Jesús ha tenido con sus discípulos y de una manera especial con
sus apóstoles, que son los que en este momento están recibiendo la oración de
Jesús: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que
sean uno, como nosotros”. Primera
petición, la unidad, el que marchen al unísono. Y no con cualquier unión sino
con esa unión que hay entre el Padre y el Hijo.
Cuando
estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los
custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se
cumpliera la Escritura. Era la herida
que llevaba Jesús en su corazón. De los Doce, uno se convirtió en “hijo de la
perdición”. Pero sabe Jesús que no le había faltado a ese tal los mismos
cuidados, las mismas delicadezas, el mismo trato que los otros Once. Y
concluye: Ahora voy a ti, y digo esto en
el mundo para que tengan en sí mismos mi alegría cumplida.
Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha
odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. El “mundo”, esa pesadilla que tiene Jesús presente en estos momentos.
Ese mundo que vive de espaldas a la verdad y a la honradez. Un mundo en el que
tienen que desenvolverse sus apóstoles porque no pido que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno.
Eso sí: que los guardes de la influencia del mal, de ese mal que domina el
mundo y que el mundo pretende devorarlos porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Jesucristo es el
antagonismo del mundo. Ya es proverbial que los enemigos del hombre son “mundo,
demonio y carne”. Y casi podría decirse que el mundo y la carne, porque el
demonio está sobre todo ese estado de cosas que pretende destruir los valores
evangélicos.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo. La petición final de Jesús,
como una síntesis es ese: santifícalos en
la verdad. Llévalos a la santidad por la adopción de la verdad, es decir,
porque vivan tu Palabra. Así, en esas condiciones son enviados al mundo, con
esa fuerza de la misión que Jesucristo imprime.
“Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que
también ellos sean santificados en la verdad”.
Ser discípulo del Señor no es fácil , porque Él va delante sirviéndonos de Modelo, y¡qué modelo!. Ser discípulo hoy, en un mundo relativista que da por aceptables toda suerte de transgresiones y que favorecen la corrupción, no sé, como que vas un tanto despistado...El Señor nos pide que seamos prudentes y humildes, muy humildes; y que no caigamos en el desánimo o en el triunfalismo; que seamos fieles a Jesós, que nos mantengamos fieles al camino de la FE.
ResponderEliminar