Señor, Dios nuestro, que nos has dado en la Virgen María el
modelo de quien escucha tu Palabra y la pone en práctica;
abre nuestro
corazón al gozo de la escucha,
y por medio de
tu Espíritu,
haz que seamos
lugar santo en el que la Palabra de salvación se cumpla hoy.
También VIRGEN
DEL SILENCIO, porque para escuchar hay que saber tener unos espacios de
silencio en el alma, donde pueda resonar esa Palabra que nos toca escuchar…,
para ofrecer el “lugar santo” en que se oiga la Palabra que toca luego llevar a
la práctica.
CELEBRAMOS HOY a San
Juan de Ávila, Patrono del Clero español y gran apóstol de Andalucía.
Felicitamos también al MOVIMIENTO DE APOSTOLADO FAMILIAR “San Juan de Ávila” en
la fiesta de su Santo Patrón.
Liturgia:
Antes, este jueves era uno de los
“relucían más que el sol”, porque era el Jueves de la Ascensión. La reforma
litúrgica que hubo de incorporar por razones no religiosas sino que llamaríamos
“sociales”, nos dejó este jueves sin la fiesta. Y añadió unas lecturas que no
habían sido seleccionadas con anterioridad.
La 1ª es de Hech.18,1-8. Pablo ha dejado Atenas y marcha a
Corinto. Allí se encuentra con un judío conocido –Aquila- que venía de Roma,
porque el emperador Claudio había ordenado a todos los judíos de Roma a
abandonar la ciudad. Se juntó Pablo con él y la esposa de Aquila y se
albergaron en la misma casa porque ejercían el mismo oficio, como tejedores de
lona.
Pablo aprovechaba los sábados para acudir a la sinagoga y
allí presentaba el evangelio de Jesucristo, afirmando que Jesús es el Mesías.
Eso originó la reacción de muchos de los que acudían a la sinagoga, por ser
judíos, y blasfemaban. Pablo sacudió su manto y les advirtió que ya que ellos
no querían hallar la verdad, se dedicaría a los gentiles. Muchos corintios
escuchaban y se convertían, entre los que estaban Crispo, jefe de la sinagoga,
Ticio y otro grupo de naturales de la ciudad.
En la lectura del evangelio (Jn.16,16-20) encontramos
varias afirmaciones que expresan cada vez más abiertamente que Jesús se despide
de los apóstoles, aunque lo haga de forma suave. La primera vez les dice: Dentro de un poco no me veréis y dentro de
otro poco, me veréis. No cabe duda que esto intrigaba a los Once, porque
parecía un poco de jeroglífico. Y la conclusión: Porque voy al Padre, no les aclaraba del todo.
Por eso algunos comentaban qué significaba aquello, tanto
la primera parte del “poco” como la segunda: “porque voy al Padre”. Y decían:
no sabemos de qué habla.
Jesús comprende que quieren preguntarles y les sale al
paso. Pero no precisamente para dejarles más claro el tema sino para
expresarles lo que va a suponer en ellos ese “poco” en que no lo verán. Es que
ellos van a llorar la situación que se va a producir, mientras el mundo se va a
alegrar.
No les ha aclarado todo pero ya pueden ir calibrando lo que
significa ese “poco” de ausencia. Para nosotros que, como he dicho otras veces,
ya “hemos visto la película”, nos resulta suficientemente claro. Para ellos no.
Y menos claro todavía el que “después de otro poco, volverán a verlo”. Por eso,
tras la tristeza por la que vais a pasar, vendrá la alegría. Estaba Jesús
hablando veladamente de su resurrección. Lo que pasa es que aquellos hombres
eran muy rudos y tardíos para comprender, y no se llegaron a enterar del todo
hasta que se produjo el misterio en su totalidad.
Digo que para nosotros todo ese jeroglífico lleva ya
colgada su solución porque vemos la historia desde la altura de la fe y de los
hechos en los que se apoya nuestra fe: el misterio pascual, por el que la
tristeza de la muerte, por un espacio corto (“un poco”) es sustituida por el
“otro poco” en que vemos a Jesús resucitado y ya camino del Padre en su vida
gloriosa. La tristeza convertida en alegría y alegría tan plena como debe
vivirse por todo fiel cristiano, que no sólo se sabe salvado, sino que se
goza internamente por tanto gozo y gloria de Cristo Nuestro Señor.
La alegría de la Resurrección dura poco porque Jesús dice a sus discípulos que vuelve al Padre y éstos ya no conciben la vida sin el Maestro. Atodos nos ha pasado en alguna circunstancia. Nos parecía imposible seguir adelante sin las personas que nos habian enseñado. Y, al perderlas sentimos tristeza, pero, al poco tiempo descubrimos y nos acostumbramos a su presencia aunque tuviéramos que aprender de otra manera.
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