EXPERIENCIAS DIVERSAS de Ignacio
26. Además de sus siete horas de
oración, se ocupaba en ayudar algunas almas, que allí le venían a buscar, en
cosas espirituales, y todo lo más del día que le quedaba libre, daba a pensar
en cosas de Dios, de lo que había aquel día meditado o leído. Mas cuando se iba
a acostar, muchas veces le venían grandes noticias, grandes consolaciones
espirituales, de modo que le hacían perder mucho del tiempo que él tenía
destinado para dormir, que no era mucho; y observando él algunas veces por
esto, vino a pensar consigo que tenía tanto tiempo determinado para tratar con
Dios, y después todo el resto del día; y por aquí empezó a dudar si venían de
buen espíritu aquellas noticias, y vino a concluir consigo que era mejor
dejarlas, y dormir el tiempo destinado, y lo hizo así.
27. Y perseverando en la
abstinencia de no comer carne, y estando firme en ella, que por ningún modo
pensaba cambiarla, un día a la mañana, cuando se levantó, se le representó
delante carne para comer, como que la viese con ojos corporales, sin haber
precedido ningún deseo de ella; y le vino también juntamente una elevación de
la voluntad para que de allí adelante la comiese; y aunque se acordaba de su
propósito de antes, no podía dudar en ello, sino determinarse que debía comer
carne. Y contándolo después a su confesor, el confesor le decía que mirase por
ventura si era aquello tentación; mas él, examinándolo bien, nunca pudo dudar
de ello. En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro
de escuela a un niño, enseñándole. Y algo de esto se puede ver por los cinco
puntos siguientes.
28. Primero. Tenía mucha devoción
a la santísima Trinidad, y así hacía cada día oración a las tres personas
distintamente. Y estando un día rezando en las gradas del monasterio las Horas
de nuestra Señora, se le empezó a elevar el entendimiento, como que veía la
santísima Trinidad en figura de tres teclas, y esto con tantas lágrimas y
tantos sollozos, que no se podía valer. Y yendo aquella mañana en una
procesión, que de allí salía, nunca pudo retener las lágrimas hasta el comer;
ni después de comer podía dejar de hablar sino en la santísima Trinidad; y esto
con muchas comparaciones y muy diversas, y con mucho gozo y consolación; de
modo que toda su vida le ha quedado esta impresión de sentir grande devoción
haciendo oración a la santísima Trinidad. [Continuará]
Liturgia
Por mucho que se quiera explicar el tema de la primera
lectura (Gn27,1-5.15-29), siempre será difícil comprenderlo, salvo cuando uno
se pone en el hilo conductor de la Biblia y sabe que todos los relatos van
ordenados en un sentido concreto: la cadena de sucesión de los personajes que
va dirigida a mostrar que Dios dirige la historia hacia Jesucristo y que lo de
menos es el cómo se comportan esos personajes. (También está Tamar, la
prostituta, en la ascendencia de Jesús). Lo que vale es que LA DESCENDENCIA que
Dios ha prometido a Abrahán va siguiendo su curso de una manera o de otra.
San Agustín, al llegar a este episodio y no queriendo decir
nada que desdore a Jacob, el hijo de Isaac, afirma que lo que hizo Jacob no fue “mentira” sino misterio. Es evidente que fue una mentira como una catedral,
pero detrás de aquella mentira estaba el MISTERIO real de que quien había de continuar la
cadena no era Esaú sino Jacob. Las elecciones de Dios son el verdadero
misterio, y ahí no podemos entrar sino con espíritu de fe y sabiendo que Dios
dirige la vida y la va llevando a su modo. Al final Isaac bendice a Jacob y lo
pone por encima de todos sus hermanos. Y bendito
quien te bendiga.
En Mt 9,14-17 los discípulos de Juan preguntan a Jesús por qué nosotros y los fariseos ayunamos a
menudo y, en cambio, tus discípulos, no ayunan. Jesús les responde
prácticamente que “porque están con él”. Porque Él es la fiesta y en la fiesta
no se ayuna. No van a guardar luto durante la “boda”, esa relación total entre
él y los suyos. Llegará el día que se
lleven al novio, y ese día ayunarán, clara alusión a su muerte.
Pero lo importante de la respuesta viene después:
discípulos de Juan y discípulos de los fariseos viven aún en la antigua Ley, en
las antiguas formas, en los ayunos, sacrificios y holocaustos. Es el vino
viejo, el vestido viejo de una situación religiosa. Y lo que trae Jesús es un
vino nuevo y un vestido nuevo, que no pueden simplemente parchearse: es un
estilo nuevo y distinto: es la boda de Dios con la humanidad. Hacen falta
mentalidades nuevas, actitudes nuevas, estilos nuevos. Ya no valen aquellos
ayunos. Ahora vamos a algo más substancial, más interior, que coge a la
persona. Por eso no se echa una pieza de
tela nueva sobre un vestido viejo, ni se echa el vino nuevo en los odres viejos.
Lo que ahora se pide es algo mucho más de fondo. Es una novedad. Y esa es la
que están viviendo los discípulos de Jesús, que ya han superado el tema del
ayuno ritual.
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