En su tierra natal
87. Y hecho esto, montó en un caballo pequeño que los compañeros habían
comprado, y se fue solo hacia su tierra. En el camino se encontró mucho mejor.
Y llegando a la Provincia Guipúzcoa) dejó el camino común y tomó el del monte,
que era más solitario; por el cual caminando un poco, encontró dos hombres
armados que venían a su encuentro (y tiene aquel camino alguna mala fama por
los asesinos), los cuales, después de haberle adelantado un poco, volvieron
atrás, siguiéndole con mucha prisa, y tuvo un poco de miedo. Con todo, habló
con ellos, y supo que eran criados de su hermano, el cual los mandaba para
buscarle. Y un poco antes de llegar a la tierra, encontró a los susodichos que
le salían al encuentro, los cuales le hicieron muchas instancias para
conducirlo a casa del hermano, pero no le pudieron forzar. Así se fue al
hospital, y después, a hora conveniente, fue a buscar limosna en el pueblo.
88. Y en este hospital comenzó a hablar con muchos que fueron a
visitarle de las cosas de Dios, por cuya gracia se hizo mucho fruto. Tan pronto
como llegó, determinó enseñar la doctrina cristiana cada día a los niños; pero
su hermano se opuso mucho a ello, asegurando que nadie acudiría. El respondió
que le bastaría con uno. Pero después que comenzó a hacerlo, iban continuamente
muchos a oírle, y aun su mismo hermano. Además de la doctrina cristiana,
predicaba también los domingos y fiestas, con utilidad y provecho de las almas,
que de muchas millas venían a oírle. Se esforzó también por suprimir algunos
abusos y con la ayuda de Dios se puso orden en alguno, verbi gratia: en el
juego, hizo que con ejecución se prohibiese, persuadiéndolo al que tenía el
cargo de la justicia. Había también allá un abuso, y era éste: en aquel país
las muchachas van siempre con la cabeza descubierta, y no se cubren hasta que
se casan, pero hay muchas que se hacen concubinas de sacerdotes y otros hombres
y les guardan fidelidad, como si fuesen sus mujeres. Y esto es tan común, que
las concubinas no tienen ninguna vergüenza en decir que se han cubierto la
cabeza por alguno, y por tales son conocidas.
89. Del cual uso nace mucho mal. El peregrino persuadió al gobernador
que hiciese una ley, según la cual todas aquellas que se cubriesen la cabeza
por alguno, no siendo sus mujeres, fuesen castigadas por la justicia; y de este
modo empezó a quitarse este abuso. Hizo que se diese orden para que a los
pobres se les socorriese pública y ordinariamente, y que se tocase tres veces
el " Ave María", esto es, por la mañana, al mediodía y a la tarde,
para que el pueblo hiciese oración, como en Roma. Mas, aunque al principio se
encontraba bien, después se enfermó gravemente. Y después que se curó, decidió
partirse para despachar los asuntos que le habían confiado sus compañeros, y
partirse sin dinero; de lo cual se enojó mucho su hermano, avergonzándose de
que quisiese ir a pie. Y por la tarde el peregrino quiso condescender en esto
de ir hasta el fin de la Provincia a caballo con su hermano y con sus
parientes.
Liturgia
El pueblo israelita se encontré con su Dios (Ex 20,1-17): Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de
Egipto, de la esclavitud. Y a continuación les da el Decálogo, esa ley de
leyes que abarca toda la relación del hombre con Dios y con sus semejantes, y
que ha de ser distintiva de aquel pueblo: No
tendréis otros dioses, no te harás ídolos (ni figura alguna de Dios). No
pronunciarás en vano el nombre de tu Dios. Observa el sábado para santificarlo,
pues descansó al séptimo día. Honra a tu padre y a tu madre, no matarás, no
cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio contra tu prójimo,
no codiciarás los bienes de tu prójimo ni la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni un buey ni
un asno, ni nada que sea de él.
Así enumerado simplemente ya deja una impresión de finura
que Dios pide a ese pueblo, y que constituyen una especie de ley universal que
haría más humana a la humanidad si se dejara guiar por esa línea de acción.
Sencillamente traslademos esas “normas” a la realidad que estamos viviendo en
el mundo de hoy, a las noticias que nos llegan de mil clases, y vemos que no se
producirían los abusos que se cometen, con la sola aplicación de esas normas
que se le estaban dando a un pueblo primitivo.
Poco podemos añadir en el evangelio (Mt 13,18-23) puesto que
al mismo tiempo que se explica la parábola, ya está uno haciendo aplicación de
las explicaciones que dio el propio Jesús. Falta haría que los fieles
cristianos nos hiciéramos eco de esas llamadas que hay en la parábola. Porque
hay “zonas” en nuestra vida practicante que, sin embargo “no están bautizadas”
y las pasamos por alto impunemente. Otras “zonas” sin arraigo en las que
pasamos como gato sobre brasas. “Zonas” repletas de afanes, caprichos, manías,
prejuicios, en los que no puede desenvolverse la verdad y la sinceridad de la
palabra de Dios. Lo que no quita que sigamos siendo “buenas personas” que damos
ciertos frutos, y que con ellos vivimos conformes y tranquilos. ¡Pero queda
tanto por hacer…!
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