COMPRENDE QUE HA DE ESTUDIAR
54. Llegado a Barcelona comunicó su inclinación de estudiar con Isabel
Roser, y con un Maestro Ardévol que enseñaba gramática. A entrambos pareció muy
bien, y él se ofreció enseñarle de balde, y ella de dar lo que fuese menester
para sustentarse. Comenzó a estudiar con harta diligencia. Mas impedíale mucho
una cosa, y era que, cuando comenzaba a decorar, como es necesario en los
principios de gramática, le venían nuevas inteligencias de cosas espirituales y
nuevos gustos; y esto con tanta manera, que no podía decorar, ni por mucho que
repugnase las podía echar.
55. Y así, pensando muchas veces sobre esto, decía consigo: «ni cuando
yo me pongo en oración y estoy en la misa no me vienen estas inteligencias tan
vivas»; y así poco a poco vino a conocer que aquello era tentación. Y después
de hecha oración se fue a santa María de la Mar, junto a la casa del maestro,
habiéndole rogado que le quisiese en aquella iglesia oír un poco. Y así
sentados, le declara todo lo que pasaba por su alma fielmente, y cuán poco
provecho hasta entonces por aquella causa había hecho; mas que él hacía promesa
al dicho maestro, diciendo: «yo os prometo de nunca faltar de oíros estos dos
años, en cuanto en Barcelona hallare pan y agua con que me pueda mantener». Y como
hizo esta promesa con harta eficacia, nunca más tuvo aquellas tentaciones.
El dolor de estómago, que le tomó en Manresa, por causa del cual tomó
zapatos, le dejó, y se halló bien del estómago desde que partió para Jerusalén.
Y por esta causa, estando en Barcelona estudiando, le vino deseo de tornar a
las penitencias pasadas; y así empezó hacer un agujero en las suelas de los
zapatos. Íbalos ensanchando poco a poco, de modo que, cuando llegó el frío del
invierno, ya no traía sino la pieza de arriba.
56. Acabados dos años de estudiar, en los cuales, según le decían,
había harto aprovechado, le decía su maestro que ya podía oír artes, y que se
fuese a Alcalá. Mas todavía él se hizo examinar de un doctor en teología, el
cual le aconsejó lo mismo: y así se partió solo para Alcalá, aunque ya tenía
algunos compañeros, según creo. Llegado a Alcalá empezó a mendigar y vivir de
limosnas. Y viéndole pedir limosna, se empezaron a reír de él. Y pasando a este
tiempo el que tenía cargo del hospital nuevo de Antezana, mostrando pesar de
aquello, le llamó, y le llevó para el hospital, en el cual le dio una cámara y
todo lo necesario.
57. Estudió en Alcalá cuasi año y medio; y porque el año de 24 en la
cuaresma llegó en Barcelona en la cual estudió dos años, el año de 26 llegó
Alcalá, y estudió términos de Soto, y física de Alberto, y el Maestro de las
Sentencias.
Liturgia
Reconozco que queda poco espacio para dos lecturas tan
profundas como las que hoy nos llegan en la liturgia. En la 1ª (Ex 3,1-6.9-12)
tenemos el momento sublime y solemne en el que Dios se aparece a Moisés en
aquella zarza que arde sin consumirse, y donde Dios le dice a Moisés quién es
Él: el Dios de tus padres: el Dios de
Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob. Y con una cercanía admirable (Dios
no es ajeno al dolor del hombre) llega a decirle a Moisés: El clamor de los israelitas ha llegado a mí y he visto cómo los
tiranizan los egipcios. Ahora yo te
envío al faraón para que saques a mi pueblo, a los israelitas. Moisés se queda perplejo: ¿Quién es
él para tamaña empresa? Y Dios le dice la palabra sublime: YO ESTOY CONTIGO, y ésta es la señal de que yo te envío:
cuando saques al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en este monte. Es un
momento definitivo en la historia de Moisés. Pasará mucho tiempo hasta que esa
profecía se cumpla. Pero Dios multiplica sus señales y su poder para que
aquello se haga realidad. Ha sido la palabra comprometida por Dios mismo. Y
Moisés la cree sin dudar.
En Mt 11,25-27 volvemos a un tema tratado hace poco, pero
que no por eso se queda gastado. Jesucristo da gracias al Padre porque sus
palabras y sus obras son entendidas por los sencillos. Es un hecho que los
intelectuales no llegan nunca a “comprenderlas”, porque no son realidades
llamadas a ser “comprendidas” sino aceptadas. Hay cosas que o se acogen desde
la fe o resultan absurdas o ajenas a la capacidad intelectual. La Eucaristía es
una de las realidades que o se creen o no se creen. Pero no se explican. La
Presencia real de Jesucristo en la Eucaristía sólo se vive desde la fe. Lo
demás resulta poco menos que un cuento de fantasía. O como me decía uno: “soy
escéptico a que un pan sin levadura pueda tener corazón”. Yo también si se
formula así. Pero si se reformula desde el Jesús real al que comulgamos, se
supera el escepticismo y cae uno de rodillas ante el misterio. El “pan sin
levadura”, bajo la palabra y voluntad de Jesús: ESTO ES MI CUERPO; quien come mi cuerpo y bebe mi sangre tiene
vida en él, ya no es “pan sin levadura”. Y te doy gracias, Padre, porque estas cosas se las has revelado a la
gente sencilla.
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