HOY es el día de SAN IGNACIO DE LOYOLA
96. Después, acabado el año, y
no encontrándose pasaje, decidieron ir a Roma, y también quiso ir el peregrino,
porque la otra vez, cuando fueron a Roma los compañeros, aquellos dos de los
cuales él dudaba, se mostraron muy benévolos. Se dirigieron a Roma, divididos
en tres o cuatro grupos, y el peregrino con Fabro y Laínez; y en este viaje fue
muy especialmente visitado del Señor. Había determinado, después que fuese
sacerdote, estar un año sin decir misa, preparándose y rogando a la Virgen que
le quisiese poner con su Hijo. Y estando un día, algunas millas antes de llegar
a Roma, en una iglesia, y haciendo
oración, sintió tal mutación en su alma y vio tan claramente que Dios Padre le
ponía con Cristo, su Hijo, que no tendría ánimo para dudar de esto, sino que
Dios Padre le ponía con su Hijo.
97. Después, viniendo a Roma,
dijo a los compañeros que veía las ventanas cerradas, queriendo decir que
habían de tener allí muchas contradicciones. Y dijo también: - Debemos estar
muy sobre nosotros mismos y no entablar conversación con mujeres, si no fuesen
ilustres-. Y a este propósito, después en Roma Mro. Francisco confesaba a una
mujer y la visitaba alguna vez para tratar de cosas espirituales, y esta mujer
fue encontrada después encinta; pero quiso el Señor que se descubriese el que
había hecho el mal. Algo semejante sucedió a Juan Coduri con una hija
espiritual suya, que fue encontrada con un hombre. Y yo, que escribo estas
cosas, dije al peregrino, cuando me narraba esto, que Laínez lo contaba con
otros pormenores, según había yo oído. Y él me dijo que todo lo que decía
Laínez era verdad, porque él no se acordaba tan detalladamente; pero entonces,
cuando lo narraba, sabe cierto que no había dicho más que la verdad. Esto mismo
me dijo entre otras cosas.
98. Desde Roma fue el peregrino
a Montecasino para dar los ejercicios al doctor Ortiz, y permaneció allí
cuarenta días, en los cuales vió una vez al bachiller Hoces que entraba en el
cielo, y en esto tuvo grandes lágrimas y gran consolación espiritual; y esto lo
vio tan claramente, que si dijese lo contrario le parecería que decía mentira.
Y Montecasino trajo consigo a Francisco Estrada. Volviendo a Roma, se
ejercitaba en ayuda de las almas, y estaban todavía en la viña, y daba los
ejercicios espirituales a un mismo tiempo a varios; de los cuales uno estaba en
Santa María la Mayor y el otro junto al Puente Sixto. Comenzaron después las
persecuciones, y comenzó Miguel a molestar y hablar mal del peregrino, el cual
le hizo llamar en presencia del gobernador, mostrando antes a este una carta de
Miguel en la que alababa mucho al peregrino. El gobernador examinó a Miguel y
la conclusión fue expulsarlo de Roma. Después empezaron a perseguir a Mudarra y
Barreda, diciendo que el peregrino y los compañeros eran fugitivos de España,
de París y Venecia- Al fin, en presencia del gobernador y del que entonces era
legado de Roma, los dos confesaron que no tenían nada malo que decir contra
ellos ni en las costumbres ni en la doctrina. El legado mandó que se impusiese
silencia en toda aquella causa, pero el peregrino no lo aceptó, diciendo que
quería la sentencia final. No gusto esto al legado ni al gobernador, ni
siquiera a aquellos que favorecían antes al peregrino; pero al fin, después de
algunos meses, vino el Papa a Roma. El peregrino fue a Frascati para hablar con
él, y le representó algunas razones, y el papa se hizo cargo y mandó se diese
sentencia, la cual se dio a su favor, etc.
Hiciéronse en Roma con ayuda del
peregrino y de los compañeros algunas obras pías, como son los catecúmenos,
Santa Marta, los Huérfanos, etc. Las otras cosas podrá contarlas el Mro. Nadal.
99. Yo, después de contadas
estas cosas, a 20 de octubre pregunté al peregrino sobre los Ejercicios y las
Constituciones, deseando saber cómo las había hecho. El me dijo que los
Ejercicios no los había hecho todos de una sola vez, sino que algunas cosas que
observaba en su alma y las encontraba útiles, le parecía que podrían ser útiles
también a otros, y así las ponía por escrito, verbi gratia, del examinar la
conciencia con aquel modo de las líneas, etc. Las elecciones especialmente me
dijo que las había sacado de aquella variedad de espíritu y pensamientos que
tenía cuando estaba en Loyola, estando todavía enfermo de una pierna. Y me dijo
que de las Constituciones me hablaría por la tarde. El mismo día, antes de
cenar, me llamó con un aspecto de persona que estaba mas recogida de lo
ordinario, y me hizo una especie de protestación, la cual en substancia
consistía en mostrar la intención y simplicidad con que había narrado estas
cosas, diciendo que estaba bien cierto que no contaba nada de más; y que había
cometido muchas ofensas contra Nuestro Señor después que había empezado a
servirle, pero que nunca había tenido consentimiento de pecado mortal, más aún,
siempre creciendo en devoción, esto es, en facilidad de encontrar a Dios, y
ahora más que en toda su vida. Y siempre y a cualquier hora que quería
encontrar a Dios, lo encontraba. Y que aún ahora tenía muchas veces visiones,
máxime aquellas, de las que arriba se dijo, de ver a Cristo como sol, etc. Y
esto le sucedía frecuentemente cuando estaba tratando de cosas de importancia,
y aquello le hacía venir en confirmación, etc.
100. Cuando decía misa tenía
también muchas visiones, y cuando hacía las Constituciones las tenía también
con mucha frecuencia; y que ahora lo puede afirmar más fácilmente, porque cada
día escribía lo que pasaba por su alma y lo encontraba ahora escrito. Y así me
mostró un fajo muy grande de escritos de los cuales me leyó una parte. Lo más
cran visiones que él veía en confirmación de alguna de las Constituciones y
viendo unas veces a Dios Padre, otras las tres personas de la Trinidad, otras a
la Virgen que intercedía, otras que confirmaba. En particular me habló sobre
las determinaciones, en las cuales estuvo cuarenta días diciendo misa cada día,
y cada día con muchas lágrimas y lo que se trataba era si la iglesia tendría
alguna renta, y si la Compañía se podría ayudar de ella.
101. El modo que el Padre
guardaba cuando hacía las Constituciones era decir misa cada día y representar
el punto que trataba a Dios y hacer oración sobre aquello y siempre hacía la
oración y decía misa con lágrimas. Yo deseaba ver todos aquellos papeles de las
Constituciones y le rogué me los dejase un poco; pero él no quiso.
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