NO HAY ERROR EN LO QUE ENSEÑA
69. Entre muchos que venían hablarle a la cárcel vino una vez D.
Francisco de Mendoza, que ahora se dice cardenal de Burgos, y vino con el
bachiller Frías. Preguntándole familiarmente cómo se hallaba en la prisión y si
le pesaba de estar preso, le respondió: «yo responderé lo que respondí hoy a
una señora, que decía palabras de compasión por verme preso». Yo le dije: «en
esto mostráis que no deseáis de estar presa por amor de Dios. ¿pues tanto mal
os parece que es la prisión? pues yo os digo que no hay tantos grillos ni
cadenas en Salamanca, que yo no deseo más por amor de Dios». Acaeció en este
tiempo que los presos de la cárcel huyeron todos, y los dos compañeros, que
estaban con ellos, no huyeron. Y cuando en la mañana fueron hallados con las
puertas abiertas, y ellos solos sin ninguno, dio esto mucha edificación a
todos, y hizo mucho rumor por la ciudad; y así luego les dieron todo un
palacio, que estaba allí junto, por prisión.
70. Y a los 22 días que estaban presos les llamaron a oír la sentencia,
la cual era que no se hallaba ningún error ni en vida ni en doctrina; y que así
podrían hacer como antes hacían, enseñando la doctrina y hablando de cosas de
Dios, con tanto que nunca definiesen: esto es pecado mortal, o esto es pecado
venial, si no fuese pasados 4 años, que hubiesen más estudiado. Leída esta
sentencia, los jueces mostraron mucho amor, como que querían que fuese
aceptada. El peregrino dijo que él haría todo lo que la sentencia mandaba, mas
que no la aceptaría; pues, sin condenarle en ninguna cosa, le cerraban la boca
para que no ayudase los prójimos en lo que pudiese. Y por mucho que instó el
doctor Frías, que se demostraba muy afectado, el peregrino no dijo más, sino
que, en cuanto estuviese en la jurisdicción de Salamanca haría lo que se le
mandaba. Luego fueron sacados de la cárcel, y él empezó a encomendar a Dios y a
pensar lo que debía de hacer. Y hallaba dificultad grande de estar en
Salamanca; porque para aprovechar las ánimas le parecía tener cerrada la puerta
con esta prohibición de no definir de pecado mortal y de venial.
71. Y así se determinó de ir a París a estudiar. Cuando el peregrino en
Barcelona consultaba si estudiaría y cuánto, toda su cosa era si, después que
hubiese estudiado, si entraría en religión, o si andaría así por el mundo. Y
cuando le venían pensamientos de entrar en religión, luego le venía deseo de
entrar en una poco reformada, habiendo de entrar en religión, para poder más
padecer en ella; y también pensando que quizá Dios les ayudaría a ellos; y
dábale Dios una grande confianza que sufriría bien todas las afrentas y
injurias que le hiciesen. Pues como a este tiempo de la prisión de Salamanca a
él no le faltasen los mismos deseos que tenía de aprovechar a las ánimas, y
para el efecto estudiar primero y ajuntar algunos del mismo propósito, y
conservar los que tenía; determinado de ir para París, concertóse con ellos que
ellos esperasen por allí, y que él iría para poder ver si podría hallar modo
para que ellos pudiesen estudiar.
Liturgia
Los israelitas habían engañado al Faraón. Le pidieron tres
jornadas por el desierto para ofrecer un sacrificio a su Dios, pero de hecho su
intención era poner tierra por medio para huir de la esclavitud de Egipto.
Cuando los egipcios se dieron cuenta de que los esclavos habían huido, se lo
advirtieron al Faraón (Ex 14,5-189, quien se arrepintió de haberlos dejado
salir y pidió que le prepararan su carro y que se pusieran en activo los carros
de combate egipcios para salir al paso de Israel y hacerlos volver. Los israelitas
quedaron muertos de miedo y protestaron contra Moisés. Pero Moisés le aseguró
que no ocurriría nada contra el pueblo, porque la victoria era de Dios. Y esos
ejércitos que hoy veis que os persiguen, no los volveréis a ver más. Dios le
dio a Moisés la orden de extender el bastón y señalarles a los israelitas por
dónde podrían atravesar el mar Rojo sin mojarse, aprovechando la bajada de la
marea. Los egipcios perseguirán, pero quedarán derrotados allí mismo donde los
israelitas adquieren su libertad.
Señor: se nos puede ocurrir decirte cómo es que hoy no sales
con el mismo poder y decisión a favor de tu Iglesia perseguida y maltratada…, a
favor de tu verdad frente a tanta mentira del mundo y tanta esclavitud como nos
imponen los que atacan la fe? ¿Cómo no repites ahora, de alguna manera -¡tienes
tantas para hacerlo!- un prodigio como el de Egipto?
Y el Evangelio parece darnos respuesta, cundo los doctores
de la ley pidieron a Jesús un milagro y Jesús les respondió que no habría más
milagro que el de Jonás, que estuvo en el vientre del cetáceo tres días y salió
con vida…, y el Hijo del hombre también estará tres días en el seno de la tierra,
pero saldrá con vida, y vida para siempre. Un hecho que admirarán los mismos
que lo condenen ahora y que admirarán los que juzguen a esta generación,
empezando por los mismos hombres de Nínive, que vieron los frutos de su conversión,
como la reina del Sur, con todo su boato. Porque
aquí hay más que la sabiduría de Salomón, porque
hay uno que es más que Salomón.
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