MANRESA
17. Ignacio había crecido en un ambiente militar. Y también
en un deseo de hacer alguna gesta especial por la dama de sus sueños. Cuando
llegó a Montserrat se le venían al pensamiento ideas de esas y así optó por
pasar la noche en vela, sin acostarse, a ratos en pie y a ratos de rodillas,
ante la imagen de la Virgen de Montserrat. Tenía determinado dejar allí sus
vestidos de noble y vestir las armas de Cristo. Concertó cita con un confesor a
quien le mostró su vida en confesión por espacio de tres días, y a quien le
encargó que recogiese la mula, la espada, y que el puñal colgase del altar de
Nuestra Señora. Este confesor fue el
primer hombre a quien descubrió su determinación porque hasta entonces a ningún
confesor se lo había descubierto.
18. La víspera de Nuestra Señora de marzo, en la noche del
año 22, se fue lo más secretamente que
pudo a un pobre y despojándose de todos sus vestidos, los dio a un pobre, y se
vistió de su deseado vestido, y se fue a hincar de rodillas delante del altar
de Nuestra Señora, y unas veces de esta manera y otras de pie, con su bordón en
la mano, pasó toda la noche y, en amaneciendo, se partió para no ser ser
conocido, y se fue no por el camino
derecho a Barcelona donde tenía muchos conocidos, y se desvió hacia un pueblo que se dice Manresa, para vivir en el
Hospital.
19. Pedía limosna cada día. No comía carne ni bebía vino.
Los domingos no ayunaba, y si le daban un poco de vino, lo bebía. Estando en el
hospital le acaeció muchas veces en día
claro ver una cosa en el aire junto de sí, la cual le hacía mucha consolación,
porque era muy hermosa en grande manera. No divisaba bien la imagen de qué cosa
era, más en alguna manera le parecía que tenía forma de serpiente y tenía
muchas cosas que resplandecían como ojos, aunque no lo eran. Él se deleitaba
mucho y consolaba en ver esta cosa; y cuanto más veces la veía, tanto más
crecía la consolación; y cuando aquella cosa le desaparecía, le desplacía de
ello. (=le disgustaba).
20. Hasta estas “visiones”
había estado siempre en equilibrio de ánimo, sin tener conocimiento de cosas
espirituales interiores. Y ahora le vino un pensamiento recio que le molestó,
representándose la dificultad de la
vida, como si le dijeran dentro del
ánima: ¿Y cómo podrás sufrir esta vida
setenta años que has de vivir? Sintió que era el enemigo y respondió
Ignacio con gran fuerza: ¡Oh miserable!
¿Puedes tú prometerme una hora de vida? Y así venció la tentación. Entró en
una Iglesia y experimentó una gran consolación
Liturgia
El texto del Gn 22, 1-19 es el punto culminante de la fe de
Abrahán, padre del único hijo, Isaac, sobre el que está la promesa de
descendencia, y al que Dios ahora le pide que lo sacrifique y se lo ofrezca a
Dios. Y Abrahán no duda y pone los medios para sacrificar a su hijo, único hijo
de la promesa, Isaac. Creyó contra toda
razón. Es curioso el diálogo de Abrahán e Isaac camino del monte Moria, y
queda como lección suprema de las respuestas de Abrahán aquella de que Dios proveerá. Porque sólo eso puede
tener la razón de aquella situación que es de todo punto de vista humano un
absurdo insuperable.
Pero a Abrahán no le tiemblan las fuerzas cuando hace el
altar, apila la leña y ata a su hijo para ofrecerlo al Señor. Y tomó el
cuchillo para inmolar a Isaac. Esta narración sólo se puede leer de rodillas y
en pura fe. En cuanto uno pretenda ponerla en pie, se le caen los palos del
sombrajo.
Pero en fe, se hace la luz porque Dios aparece en el último
instante y detiene la mano de Abrahán: Ahora sé que amas a Dios porque no te has
reservado a tu hijo, tu único hijo. Dios ha llevado el caso hasta el
extremo… Y en el extremo mismo, ha aparecido y ha resuelto el problema.
Abrahán ofreció allí mismo el sacrificio de un carnero,
Dios lo bendijo: Juro por mí mismo, que
por haber hecho esto, por no haberte reservado tu hijo, tu único hijo, te
bendeciré y multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y
como la arena de la playa.
Mt 9, 1-8 es la postura contraria de los fariseos y
doctores. Cuando Jesús afirma al paralítico: Perdonados son tus pecados, ellos no investigan más, sino que
declaran a Jesús como blasfemo. Jesús sale al paso de la acusación mostrando
que lo que dice es verdad, y que lo prueba con aquella curación milagrosa del
tullido, a quien le dice que se ponga en pie, coja su camilla y se vaya a su
casa. Y el paralítico lo hace y la gente, sobrecogida, alaba a Dios por esas
cosas que hacía Jesús.
Dios nos ha hecho erguidos y llevando las riendas de nuestra vida, lo que nos pasa es que estamos un poco paralíticos hasta que que Jesús entra en nuestras vidas.Cuando nos afecta la parálisis interior, o podemos dar un paso hacia delante si alguien no nos ayuda. Todos hemos cometido pecados y anduvimos preocupados hasta que, gracias a Dios, pudimos acudir al Tribunal de la Penitencia y el Ministro nos dijo:"tus pecados quedan perdonados..." Y, en ese momento recibimos un impulso que nos obliga a seguir caminando por la vereda que nos marca Dios, con mucha alegría, llenos de buenos propósitos, ¡ya no volveremos a pecar!, no nos apartaremos del Señor y Él nos ayudará...¡Caminaré en presencia del Señor en el país de los vivos!
ResponderEliminar¿Y cómo podrás sufrir esta vida setenta años que has de vivir? Sintió que era el enemigo y respondió Ignacio con gran fuerza: ¡Oh miserable! ¿Puedes tú prometerme una hora de vida? Y así venció la tentación. Entró en una Iglesia y experimentó una gran consolación
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