Presos sin culpas
67. Al cabo de los 3 días vino un notario y llevóles a la cárcel. Y no
los pusieron con los malhechores en bajo, mas en un aposento alto, adonde, por
ser cosa vieja y deshabitada, había mucha suciedad. Y toda aquella noche
estuvieron en vigilia. Al otro día, como se supo en la ciudad de su prisión,
les mandaron a la cárcel en qué durmiesen, y todo lo necesario abundantemente;
y siempre venían muchos a visitarles, y el peregrino continuaba sus ejercicios
de hablar de Dios etc. El bachiller Frías les vino a examinar a cada uno por
sí, y el peregrino le dio todos sus papeles, que eran los Ejercicios, para que
los examinasen. Aquí también menos quiso tomar abogado ni procurador.
68. Y algunos días después fue llamado delante de cuatro jueces, los
tres doctores, Sanctisidoro, Paravinhas y Frías, y el cuarto el bachiller
Frías, que ya todos habían visto los Ejercicios. Y aquí le preguntaron muchas
cosas, no sólo de los Ejercicios, mas de teología, verbi gratia, de la Trinidad
y del Sacramento, cómo entendía estos artículos. Y él hizo su prefación
primero. Y todavía, mandado por los jueces, dijo de tal manera, que no tuvieron
qué reprenderle. Después le mandaron que declarase el primero mandamiento de la
manera que solía declarar. El se puso a hacerlo, y detúvose tanto y dijo tantas
cosas sobre el primero mandamiento, que no tuvieron gana de demandarle más.
Antes de esto, cuando hablaban de los Ejercicios, insistieron mucho en un solo
punto, que estaba en ellos al principio; de cuándo un pensamiento es pecado
venial, y de cuándo es mortal. Y la cosa era, porque, sin [ser] él letrado,
determinaba aquello. El respondía: «si esto es verdad o no, allá lo determinad;
y si no es verdad, condenadlo»; y al fin ellos, sin condenar nada, se
partieron.
Liturgia del Domingo 16ª. T.O.
Aunque he leído el evangelio en su forma abreviada, con la
parábola de la cizaña, de suyo podría haberse ampliado con otras parábolas que
propone Mt 13, 24-43, que incluyen la del grano de mostaza y la levadura. El
argumento es hacer caer en la cuenta de que el Reino de Dios comienza con poco
–una predicación y unos hombres poco instruidos- pero está llamado a crecer por
la fuerza misma de ese Reino. Somos, pues responsables de que el evangelio se
expanda o lo dejemos empequeñecer por nuestra falta de compromiso.
Porque hay que tener en cuenta que la semilla del Reino,
aun la que cae en buena tierra, está siempre amenazada de muchos matojos y de
la temida cizaña, esa planta que crece juntamente y es parecida, pero que es
dañosa para la cosecha. Jesús explicará que la cizaña la siembra el enemigo con
maldad y disimulo, y que es imposible arrancarla sin dañar juntamente el trigo.
El trigo sembrado es bueno porque es la misma palabra de Jesús. Pero se
tropieza con una siembra mala, que es la siembra que da el mundo, la malicia de
algunos, y el “enemigo malo” que pretende arruinar la cosecha de Jesús.
La parábola puede parecer un cuentecillo de miedo pero la
realidad que estamos viviendo nos la confirma fehacientemente. Empezando por
las familias –en ocasiones-, los colegios, las compañías, la borrachera social,
el consumismo exagerado, las propagandas para gastar más y más, el derroche…, y
todos esos etcéteras que constatamos a derecha e izquierda, vemos que Jesús nos
puso delante una parábola que refleja muy claramente el mundo real.
La 2ª lectura de Rom 8,26-27 nos lleva a la fuente del
bien: la obediencia al Espíritu de Dios, que intercede por nosotros con gemidos
inefables. Bastaría conservar un resquicio de conciencia para que la acción del
Espíritu nos pusiera en orden la mente y la forma de actuar. Él, que escudriña los corazones, nos
trasmite el deseo de Dios. Y desde luego el mundo de hoy ni vive en escucha de
Dios, y por eso la cizaña gana terreno y el mundo se hace peor.
La 1ª lectura, del libro de la Sabiduría (12,13.16-19)
comienza afirmando que no hay más que un Dios, que cuida de todo y que no juzga
injustamente. Que guía con su poder y reprime la audacia de los malos. Un Dios
que practica la indulgencia y el perdón a los errados, y enseña que el
justo debe ser humano. O sea: la base de ser fiel es vivir los valores
humanos. No se empieza por los principios religiosos sino por la educación y
formación como humanos. Y ahí encajará la fe y los principios cristianos. Si
hoy nos encontramos con un mundo apartado de la fe, en realidad es un mundo
carente de bases humanas, de la cultura necesaria para que pueda encajar en su
mente y en su corazón los valores espirituales.
Que nuestra Eucaristía nos ponga hoy de frente a nuestra
actitud cívica y humana, porque entonces estaremos abiertos a ser personas
cristianas.
Dios nuestro, que has sembrado buena semilla en nuestro
campo,
-
Concede a la Iglesia la fidelidad a la Palabra recibida. Roguemos al Señor.
-
Limpia en nosotros los brotes de cizaña que nos amenazan. Roguemos al Señor
-
Haznos ser levadura en nuestro ambiente, para trasmitir el testimonio
de buena semilla. Roguemos al Señor.
-
Venga en nuestra ayuda el Espíritu para que sepamos pedir lo que nos
conviene. Roguemos al Señor.
Tú, Señor,
bueno y misericordioso: escucha nuestras peticiones y enséñanos a pedirte lo
que más nos una a ti y bendiga tu santo nombre.
Por Jesucristo N. S.
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