PRIMER VIERNES DE MES.
En Málaga, clausura del curso a 5’30 tarde.
De la AUTOBIOGRAFÍA de san
Ignacio
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22. Es esto vino a
tener muchos trabajos de escrúpulos, aunque la confesión general hecha en
Manresa había sido con bastante diligencia y toda por escrito. Con todo le
parecía a veces que alguna cosa no la había confesado.
23. El confesor vino
a mandarle que no confesase ninguna cosa de las pasadas que no tuviese muy
claras. Pero eso no le servía porque él tenía todo por muy claro. Oraba
levantándose a media noche y perseveraba siete horas en oración de rodillas,
sin ningún remedio para sus escrúpulos. Y comenzó a gritos a decir: ¡Socórreme, Señor, que no hallo ningún
remedio en los hombres, ni en ninguna criatura!; que si yo pensase de poderlo
hallar, ningún trabajo me sería grande. Le daban ganas de suicidarse pero
eso no lo haría conociendo que era pecado el matarse: Señor, no haré cosa que te ofenda, decía. Y optó por un ayuno
total, hasta que Dios le diese una respuesta.
24. El domingo, después de comulgar, comunicó al confesor
que no había comido en toda la semana. El confesor le mandó comer. Y estuvo dos
días sin escrúpulos, pero le volvieron al tercer día. Hasta que –con sus
experiencias espirituales de la diversidad de espíritus-, determinó no volver a confesar nada pasado, y
de aquel día en adelante, quedó libre de
aquellos escrúpulos, teniendo por cierto que nuestra Señor le había querido
librar por su misericordia.
N
de la R. Me atrevo a llamar la atención a esas almas que dan vueltas a su
pasado y que nunca quedan satisfechas ni tranquilas, porque tenemos en Ignacio
un caso muy claro de cómo poder salir de esas angustiosas repeticiones de
confesiones. Por supuesto, la oración a Dios, pero también el momento de
descubrir que esas angustias no pueden venir de Dios, y que la solución es la
decisión de dejar el pasado en las manos de Dios, y no volver sobre él.
Liturgia
Gn 23, 1-4.19. a 24,1-8. 62-67). Sara murió con 127 años.
Le sobrevivió Abrahán, que la enterró. Como era ya muy viejo, le hizo jurar a
un criado suyo, el más anciano de todos,
que le buscaría esposa a su hijo Isaac entre las mujeres de aquella
tierra.
Isaac había venido al desierto y una tarde al salir de
paseo vio a Rebeca. Rebeca por su parte se interesó por saber quién era aquel
hombre. Ante él se echó el velo por la cara y el criado contó a Isaac lo sucedido.
Isaac la tomó por esposa y la amó mucho.
Como se puede ver por la cita inicial, está muy dividido el
capítulo 23 y 24 para darnos la esencia de lo que nos quiere trasmitir: Isaac
encuentra, sin pensárselo, a la esposa que Dios le tenía destinada. Se va
haciendo la cadena de los descendientes de Abrahán, como Dios le había
prometido.
En el evangelio hallamos la vocación de Mateo (9, 9-13), el
cobrador de impuestos en el que se fijó Jesús y lo llamó con su clásica llamada
definitiva: -Sígueme. Y Mateo dejó de
momento su puesto de trabajo y siguió a Jesús. ¿Se conocían de antemano? ¿Había
habido alguna vez entre ellos una palabra, un conocimiento? El evangelio no nos
dice nada de eso que para nosotros sería una curiosidad que nos gustaría
descifrar.
Pero lo que descifra mejor el hecho es la fuerza de la
palabra de Jesús, quizás su mirada penetrante…, que decía mucho más que otras
explicaciones. Jesús se había fijado en aquel hombre y en su mirada fue
manifiesto todo su corazón. Y ese es el que ganó la partida. Mateo ya no supo
más ni quiso saber más: EL CORAZÓN DE JESÚS se había expresado en su mirada, en
su elección, en su llamada. Y ya no hubo más que decir.
En la mirada del Corazón de Jesucristo nos abandonamos en
este PRIMER VIERNES del mes de julio.
21. Después de la experiencia última empezó a tener grandes variaciones en su alma, hallándose unas veces tan desabrido que ni hallaba gusto para rezar, ni en el oír Misa…, y otras veces viniéndole tanto al contrario de esto, y tan súbitamente, que parecía habérsele quitado la tristeza y desolación, como quien quita una capa de los hombros. Y se comenzó a espantar...
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Y comenzó a gritos a decir: ¡Socórreme, Señor, que no hallo ningún remedio en los hombres, ni en ninguna criatura!; que si yo pensase de poderlo hallar, ningún trabajo me sería grande. Le daban ganas de suicidarse pero eso no lo haría conociendo que era pecado el matarse: Señor, no haré cosa que te ofenda, decía.
Era necesario que su alma sufriera, para llegar a la plena unión con Dios,tenía que vivir esta terrorífica noche oscura; de mortificación de los apetitos y negación de todos los gustos y una total desafección de las criaturas; sólo cuando consigue liberarse de todo lo que es tiniebla, su alma se llena de Paz, inundada por la Luz divina y se sentirá amada por Dios...
ResponderEliminarMateo tampoco era muy feliz. Tenía dinero y seguramente que tenía muchos amigos que no lo eran tanto, porque lo juzgaban como traidor a su pueblo. Jesús, sabía lo que había en su corazón, le miró a los ojos, como para decirle: has equivocado el camino; sólo le dijo"Sígueme". No lo ha juzgado, simplemente le ha dado la oportunidad de cambiar de vida. Los fariseos no podían toleraralgo así...