LITURGIA DEL DÍA
La 1ª lectura (Sab 1, 13-15,; 2, 23-25) está enseñando un
principio básico que no suele ser demasiado expresado por el dicho popular.
Afirma esta lectura que Dios no hizo la
muerte ni se recrea en la destrucción; que todo lo hizo para que viva y las
criaturas tengan salud. Dios hizo al hombre a su imagen, y por tanto, incorruptible.
La muerte entró por
envidia del diablo.
El Evangelio (Mc 5, 21-43) viene a poner en hechos esa realidad.
Hay dos enfermos: la mujer de las hemorragias y la hija de Jairo. A las dos
acude Jesús, y viene a ser sanación de ambas. Porque lo que viene de Dios es
sanación y no enfermedad. La enfermedad está ahí pero Dios no la mandado. Y
cuando llega Jesús, Jesús pone equilibrio en la salud de aquellas personas y
les cura.
Ahora entran dos formas de llegarse a Jesús. Jairo, que
tiene una fe condicional: Ven, baja a mi casa, pon las manos sobre mi hija (que
está en las últimas) para que sane.
Otra actitud de fe, la de la mujer hemorroísa: se conforma
con tocar el filo del manto de Jesús y está segura de obtener con ello la salud.
¿Qué hubiera sido si Jairo hace como el centurión aquel, al
que le bastaba una palabra de Jesús, a distancia? Con esa fe incondicional la
niña no hubiera muerto. Pero Jesús se adaptó a la fe de cada cual. Emprendió el
camino hacia la casa de Jairo…
La mujer enferma se fue acercando a Jesús en medio de la
turba hasta llegar a ponerse en primera fila y allí rozar al manto de Jesús. Y
cesaron de momento sus hemorragias. Para ella estaba conseguido su objetivo en
puro secreto. Pero Jesús no se había quedado igual. Jesús no advirtió el roce
de aquella mujer, pero sí la fuerza que había salido de Él. Y se volvió y
preguntó: ¿Quién me ha tocado? Los
discípulos le quieren hacer ver que le van apretujando por los cuatro costados…
¿Cómo pregunta quién le ha tocado? Y Jesús sabe que no fue el toque de los
empujones de la gente. Fue el toque de una fe. Y se detuvo, se volvió, buscó
con la mirada. Y la mujer se quedó temblorosa y temerosa: ¿habría hecho algo
reprobable? Jesús se le quedó mirando y le dijo: Mujer: tu fe te ha sanado. Vete en paz.
Jairo no se aguantaba a sí mismo. Casa segundo que paraba
aquella comitiva jugaba en su contra. Pero se le cayó el alma cuando le
avisaron que no molestase más al Maestro,
porque la niña había muerto. Jesús advierte la situación y le dice: Tú cree; nada más. Y siguió su marcha
hacia la casa de la difunta. ¡Tal como Jairo le pidió al principio! ¡Tal como
era la fe de Jairo! Y Jesús entró en la cámara mortuoria, y realizó varios
gestos de cercanía cordial: tomó de la mano a la niña; le habló a la difunta, le
ayudó a incorporarse, y advirtió a sus emocionados padres que le dieran de comer, no fuera que con la
emoción del momento se acabaran olvidando de ese detalle.
Luego salió entre el silencio contenido de las gentes que
antes lloraban.
La Eucaristía es SACRAMENTO DE LA FE. Nos pregunta hoy,
pues, cuál es nuestra fe; de qué modo vivimos la fe¸ que condicionantes tiene
nuestra fe. Porque la fuerza de la Eucaristía se hará en nosotros según la fe
que tengamos y el modo de creer que vivamos. Y se hará efectiva en la vida
diaria según nuestra fe abarque esa vida.
AL CORAZÓN DE JESÚS
ResponderEliminarEl último suspiro
Un día será nuestro último día en este mundo. Será nuestro último suspiro. Es ley de vida. Y es luz de la fe la paz y la tranquilidad de que ese día será el de nuestro encuentro cara a cara, y el gozo de abrazarte en un vivir eterno.
El último suspiro en este mundo es el aliento perenne que disfrutaremos en el Cielo, en el regazo de tu Corazón sagrado, cuando ya no haya velos que te ocultan.
Eres esperanza de los que en ti mueren, y tenemos la confianza de que cerraremos los ojos en tus brazos, bajo tu mirada, en el calor de tu Corazón, al que adoramos en nuestro periplo terreno. Y en esos mismos brazos despertaremos a la vida, para nunca más perder el gozo de nuestro encuentro. Viviremos de corazón a Corazón.
Pedimos, Señor, que aumentes y purifiques nuestra fe
ResponderEliminar- Para que te dejemos a ti la iniciativa y tengamos fe incondicional en tu poder y tu amor. R al Señor
- Para que nos acerquemos a Jesús sin empujarle pero sabiendo tocarle con la plena seguridad de su acción benéfica en nosotros, Roguemos al Señor.
- Para que nos dejemos tomar de la mano y sepamos escuchar la palabra de sanación que nos dirige Jesucristo, Roguemos al Señor.
- Para que en la Eucaristía pongamos una fe por la que Jesús pueda decirnos: Tu fe te sana, R al Señor
Señor Dios nuestro: Danos una fe que atraiga tu Corazón y te deje actuar en nosotros a tu manera,
Lo pedimos por medio de Jesucristo N. S.
Dos comentarios para repetir muchas veces a lo largo de este día y de toda nuestra vida.Gracias ,padre por enseñarnos a llegar al Corazón de Cristo con sus escritos y palabras.
ResponderEliminarLa Liturgia de este domingo nos habla de la muerte y la vida. La muerte no entraba en el plan inicial del Creador; la muerte es consecuencia del pecado; Jesucristo la aceptó ,como parte inevitable de la suerte del hombre sobre la tierra.Jesucristo la aceptó para vencer al pecado.
El Evangelio de este domingo,nos enseña el poder y la fuerza de la FE.Lo vemos claramente en Jairo y en la hemorroísa.;también la esperanza y destaca el CORAZÓN MISERICORDIOSO DE CRISTO que no se resiste a las necesidades de los que acuden a ËL.
Pidamos al Señor tener siempre presente el sentido del pecado y su gravedad,no poner jamás el alma en peligro,no acostumbrarnos a ver el pecado a nuestro alrededor como algo de poca impotancia y saber desagraviar por nuestras propias faltas y por la de los demás. Que el Señor pueda decir al final de nuestra vida :NO HA MUERTO ,SINO QUE DUERME .Él nos despertará entonces a la VIDA.