La Iglesia nace del Corazón abierto
Haznos comprender, Corazón de Jesús, el gran misterio
encerrado en ti y en tu Iglesia. No podremos jamás amarte a ti si no amamos
igualmente tu carne: tu Iglesia visible. Que comprendamos que sólo a través de
tu Iglesia eres para nosotros camino, verdad y vida.
Que jamás tiremos piedras contra nuestro tejado, que es tu
tejado. Que jamás acentuemos los defectos de nuestra madre, que es tu esposa.
Que jamás mancillemos su santidad, aunque a la vez sea pecadora
Que vivamos la maravilla sobrehumana de ser miembros vivos
de esa Iglesia, destinados a hacerla vivir limpia y presentarla limpia a los
ojos de propios y ajenos.
Que nos sintamos hijos amantes e incondicionales, fieles y
dignos de nuestro nombre de cristianos.
LITURGIA DEL DÍA
Hoy es el día de los SANTOS PEDRO Y PABLO, una solemnidad
litúrgica por todo lo alto porque estamos ante las dos columnas de la Iglesia.
La 1ª lectura (Hech 12, 1-11) nos muestra la liberación
milagrosa que Dios hace de Pedro encarcelado y a punto de ser matado por
Herodes. Ni guardias, ni cerrojos ni puertas de hierro son bastantes cuando
Dios quiere actuar. Y la Iglesia necesitaba aún de este Pastor y Piedra
fundamental.
La 2ª lectura (Tim 4, 6-8, 17-16) es la confesión de Pablo
de haber recorrido el trayecto de su vida en la fidelidad a Jesús, que le salió
al camino, y que ahora ya no le queda sino esperar la corona que recibirá de
Dios. Ese Dios que le ayudó y dio fuerzas y le libró del peligro.
El Evangelio (Mt 16, 13-19) vuelve a Pedro en ese texto
básico y muy conocido del diálogo en Cesarea: ¿Quién dicen los hombres…? Simón se adelanta a todos y hace la
confesión mesiánica por excelencia: Tú
eres el Mesías, el hijo de Dios vivo. Y Jesús también confiesa entonces que
Simón será PIEDRA…, se llamará Pedro, y tendrá en sus manos las llaves de la
futura Iglesia. Atará o desatará, abrirá o cerrará…, y lo que él haga en la
tierra queda sellado en el Cielo.
Lo que es una promesa hacia aquel “Pedro” en realidad es
promesa a LA PIEDRA que constituye Jesús como fundamento de la Iglesia, que no
es sólo un cimiento encima del cual va construido el edificio de los siglos,
sino que esa PIEDRA se va extendiendo a través de todos los que vendrán en el
lugar de Pedro, siendo así la Iglesia de todos los tiempos la que se asienta
sobre PEDRO en la persona del sucesor que vaya viniendo elegido por el Espíritu
Santo. También a ese sucesor le llega la misma palabra de Jesús: Tú eres PIEDRA y sobre esta Piedra edifico
mi Iglesia.
El poder del infierno
no podrá derrotarla. Hoy nos hace falta recordar esa palabra de Jesús
porque atravesamos momentos muy difíciles en la vida cristiana. En parte, el
endiosamiento del ser humano, que ha roto amarras y ha sustituido a Dios por
sus muchos ídolos, y ya no admite sometimientos. Y la vida de seguimiento de
Jesús en la Iglesia exige unos cánones de vida y actuación. En parte también
porque se ha resfriado el amor primero y los mismos cristianos nos hemos
acomodado a ese YO endiosado que acaba siguiendo las propias maneras, estamos
en una encrucijada difícil de la vida de la Iglesia. La promesa de Jesús
permanece viva, pero también exigente. Y eso es cosa que cada cual nos tenemos
que plantear.
La Iglesia siempre pasa tribulaciones porque el poder del maligno actúa sobre ella para aniquilarla; pero el Paráclito es el que la conduce y protege. Nosotros, como Pedro y Pablo y los demás Apóstoles, como María,formamos parte de esta Iglesia de Cristo que Él mismo va construyendo con piedras vivas de todas las razas, pueblos y lenguas que lo reconocen como Señor e Hijo del Dios Vivo y quieren acogerlo y seguirlo.
ResponderEliminarMucho tenemos que agradecer a Dios que nos haya rodeado de tantas personas que nos ayudan a vivir nuestra Fe; especialmente nuestros Párrocos, nuestros Directores espirituales y nuestro amado Papa Francisco por quién le pedimos al Señor que siga acompañándolo en la misión que le ha confiado de confirmarnos en la Fe y de cuidar de su pueblo- el Pueblo de Dios- extendido por toda la tierra.
Tenemos que revestirnos de una gran humildad y pedir perdón porque no siempre somos totalmente fieles al vivir el Evangelio; la Iglesia también tiene manchas de egoísmo y pecado...Nos cuesta tratarnos como hermanos por causa de nuestros odios y de nuestros fanatismos.
Ayúdanos, Señor Jesús, a ser más responsables; enséñanos y ayúdanos a interpretar yu divina Voluntad. No te avergüences de nosotros aunque seamos pecadores. Danos el empuje y el coraje que necesitamos para vivir con intensidad y proclamar tu Evangelio.
Los dos Apóstoles que celebramos, nos dan su testimonio de que sólo se es un buen discípulo de Cristo, si por Él sabemos afrontar todas las tribulaciones y persecuciones, hasta llegar al mismo martirio.