EL CORAZÓN MISIONERO
“He venido a traer
fuego a la tierra y tengo ansias de que emprenda”. El Corazón de Cristo
arde en ansias misioneras. Y llama a otros a colaborar con él en esa obra
urgente de evangelización: que la Buena Noticia de la salvación llegue a toda
la humanidad.
El dolor del Corazón de Jesús son esas masas de quienes no
le conocen, o de quienes le conocen y rechazan o prescinden de Él, porque en
definitiva todo es una herida en la Gloria que debe recibir el Padre.
Que, como gracia especial, estén siempre presentes en
nuestro recuerdo aquellos misioneros de lejos o de cerca que hacen guardia en
la primera línea, en esa divisoria de la luz y las tinieblas. Misiones que hoy
están en tierras muy cercanas…, en nuestro mismo entorno.
LITURGIA DEL DÍA
Gn 17, 1, 9-10, 15-22 nos presenta el casi imposible humano
de un proyecto y promesa de Dios: Abrán con 99 años, recibe de Dios el anuncio
de que tendrá un hijo con Saray, su esposa. La cual se llamará en adelante “Sara”
porque Dios la destina a esa alta misión de dar un hijo a Abrán. Abrán se
conforma con que Dios bendiga a Ismael (el hijo nacido de Agar, la esclava),
pero Dios le recalca que será un hijo que le dará Sara el que sea el comienzo
de la realización del proyecto de Dios. Ese hijo también trae un nombre puesto
por Dios: se llamará Isaac, con quien estableceré
un pacto perpetuo, dice el Señor.
En el Evangelio (Mt 8, 1-4), uno de los textos más
confortadores y modelo de una oración humilde y confiada. Un leproso se planta
a distancia delante de Jesús. Se arrodilla y expresa su oración y su convicción:
Señor, SI QUIERES, PUEDES limpiarme.
Una oración muy simple y de una belleza especial. Una oración que hasta podría
decirse comprometedora, porque da por supuesto que el leproso cree que Jesús
puede. El “desafío” confiado es: “si
quieres”. La pelota queda así en el tejado de Jesús, y el leproso deja
clara su fe en el poder de Jesús.
Indirectamente está provocando el querer de Jesús porque
uno que se comunica con tanta seguridad del poder de Jesús, está “desafiando”
su “querer”.
Y Jesús recoge la pelota y responde a la oración del
leproso con las mismas palabras. Si el enfermo las ponía en condicional: si quieres, Jesús las pone en
aseveración total: QUIERO, queda limpio.
La respuesta de Jesús corresponde a la oración del leproso. Era la respuesta
que se esperaba del Corazón de Jesucristo.
Jesús añade una palabra más en beneficio del leproso: no
sea que con su alegría se olvide, le advierte que para que conste, debe presentarse al sacerdote porque será quien dé
el acta de hombre sano a aquel hombre que había estado apartado de la vida
social.
Parándonos un
instante en la oración del hombre aquel, es un modelo de oración, no sólo por
su humildad al pedir sin pedir, sino al arte de “tocar” el Corazón de Jesús,
como el núcleo mismo de la verdadera oración. Porque la oración que hacemos no
es un contentamiento nuestro por el que nos sentimos a gusto con la oración que
estamos haciendo; es un dardo que dirigimos al mismo Corazón de Jesucristo. Un
dardo de confianza, amor, insistencia, humildad, constancia y perseverancia,
que traspasa los sentimientos mismos del Señor y “lo obliga” a responder. Es lo
que Él mismo nos ha enseñado.
El Corazón de Cristo ama al mundo con corazón de Hombre y no es correspondido.A menudo nos olvidamos de nuestros compromisos libremente aceptados al pie del Sinaí.Dios pide fidelidad a los hombres porque Él mismo es fiel, por encima de nuestras debilidades.Aquella Alianza con el Patriarca Abrahán, nos afecta a todos los mortales. Si permanecemos fieles experimentaremos toda suerte de Bendiciones y felicidad; pero si no respetamos nuestro pacto de obediencia a Jahvé, como entonces hiciera Israel, nos lloverán muchos males... Tenemos que regresar a la cordura y, unidos a nuestro Papa Francisco y a nuestros Presbíteros , iniciar nuestro camino, siempre en la Presencia del Señor, con fidelidad."Guarda el pacto que hago contigo"Dios nos lo pide contínuamente en la intimidad de nuestro corazón...El Corazón de Jesús es un Corazón humano, abrasado por la llama viva del AMOR TRINITARIO que no se extingue jamás y es fiel en su amor por los hombres. Nosotros debemos esforzarnos por ser fieles además de pedírselo a la Virgen , nuestra Madre: "Virgen fiel , ruega por nosotros.
ResponderEliminarLa lepra era una neuropatía periférica, de declaración obligatoria, contagiosa y que no tenía tratamiento. Los leprosos eran excluidos de la sociedad; se los obligaba a vivir alejados, y quién los tocaba quedaba impuro. Nuestro leproso, desobedece, porque tiene mucha fe y quiere acercarse a Jesús; tiene confianza en el poder de Jesús; sabe que si Jesús lo ve y si quiere, puede quedar puro. El Señor se compadeció , lo tocó y se curó y se preocupó de que las autoridades favorecieran su reinserción en la sociedad.
Si imitamos a Jesús, si le permitimos entrar en nuestra vida, si le pedimos que nos vuelva puros, si tenemos Fe y ayudamos a los hermanos que lo necesitan, seremos testigos vivos del Reino.