A cada uno lo suyo
Es otra faceta de la justicia del Corazón de Jesús. Su
JUSTICIA esencial es su BONDAD INFINITA. Su otra justicia es la de la
ecuanimidad, una forma de manifestar su bondad: A Dios lo que es de Dios; al César lo que es del César”. Jesús está en todo pero no invade. Respeta la
autonomía de cada estamento. A Dios se le debe todo, pero al César se le debe
lo que es del plano material de la vida, en el que los laicos deben estar
comprometidos.
Ante la injusticia social, el Corazón de Cristo no es
indiferente. Ante el progreso de los pueblos, Jesús no es ajeno. En todo se
hace presente como estímulo, como conciencia. Nada está fuera de su Corazón.
Damos culto a su Corazón no sólo en la fidelidad espiritual
sino en el compromiso temporal.
LITURGIA DEL DÍA
A nuestra mentalidad es difícil entender aquellas formas
que eran propias del pueblo hebreo. Como Saray, esposa de Abrán, no tiene hijos
(Gn 16, 1-12, 15-16), le ofrece a su esposo la salida de que se una a la
esclava Agar para que ella dé hijos al matrimonio. Agar, en efecto, tiene un
hijo y se provocan los celos naturales entre las dos mujeres. Agar, la sierva,
se crece frente a su ama; Saray la señora maltrata a Agar. Y Agar sale huyendo.
Dios también acompaña a Agar y le promete amplia descendencia. Se está
preparando el terreno para algo mucho mayor que está por venir.
El evangelio (Mt 7, 21-29), conclusión de los tres grandes
capítulos que encierran la esencia del Reino, nos pone delante a Jesús que
distingue muy mucho entre una religiosidad de palabras y una vivencia del
corazón: distancia abismal entre clamar: “Señor,
Señor” y vivir haciendo la voluntad de Dios. Las palabras se las lleva el
viento. Hacer la voluntad del Padre del Cielo es abarcar toda la enseñanza de
Ley y Profetas y el mismo Evangelio.
Todo eso tiene una comparación muy fácil de entender: la
construcción de una casa requiere de sólidos cimientos. La casa que se
construye ahincada en la roca es una casa que soporta los embates de los
vendavales, de las inundaciones, de las avenidas de los temporales. Y cuando
eso lo pasamos a la vida diaria, significa que las dificultades, las
contradicciones, las tentaciones, no llegan a tambalear la actitud seria y
profunda de una persona. la fe no se pierde, no se deja de hacer el bien y de
actuar rectamente; la duda no tumba sino que se sobrelleva y se sobrepasa.
Lo contrario de “construir sobre arena”. Y eso –tan absurdo-
llega a ser realidad. Y a la primera embestida de “los temporales”, la casa se
hunde: se tambalea la fe y la confianza, se escandaliza la persona por las realidades
adversas, se hunde el tinglado, se abandonan las convicciones, se entra en
crisis, se deja la práctica que se venía teniendo.
Cuando Jesús expuso esa parábola, las gentes se hacían
lenguas de Jesús, porque veían que daba en el clavo: que hablaba con autoridad, que aquellas enseñanzas caían a plan y eran
indiscutibles. Eran muy distintas de los rollos que les marcaban los doctores
de la ley que apenas avanzaban en las ideas y enseñaban poco y no creaban nada.
Jesús nos advierte que no basta con decir a todas horas,¡Señor, Señor! para entrar en el Reino de los Cielos, sino que además y, sobre todo, hay que hacer la voluntad de Dios.
ResponderEliminarEs imprescindible saber escuchar la Palabra de Dios para poderla poner en práctica y, de esta manera, viviremos la Fe con obras y de verdad, no sobre la inconsistencia de la arena que nos obliga a hacerlo todo desde nuestros egoismos y, al construir un edificio débil, se nos hunde con el primer vendabal...