12 de mayo de 2015 (ZENIT.org)
El Evangelio, cuando se anuncia y se cree en él, impulsa a lavar
los pies y las heridas de los que sufren y a preparar la mesa para ellos. Así
lo ha recordado el santo padre en la homilía de la misa celebrada con ocasión
de la apertura de la XX Asamblea General de Cáritas Internationalis, que
se celebra en Roma del 12 al 17 de mayo.
Haciendo referencia a la lectura de los Hechos de los Apóstoles de
hoy, el Papa ha hablado de un personaje que se nos presenta que es “un poco
especial”. Se trata del carcelero de la cárcel de Filipos, donde encierran a
Pablo y Silas tras un amotinamiento de la multitud contra ellos. Tal y como ha
señalado Francisco, “los magistrados primero ordenan que les azoten y después
los envían a la cárcel, encargando al carcelero que los vigile bien”. Por esto,
“ese hombre se desespera cuando durante la noche, después de haber oído el
terremoto, ve las puertas de la cárcel abiertas; se desespera y piensa en
suicidarse”. Pero --ha añdido el Papa-- Pablo lo tranquiliza y él,
temblando y lleno de asombro, le suplica de rodillas que le diga cómo obtener
la salvación.
De esta forma, el Santo Padre ha explicado que esta narración
habla de un hombre que da en seguida “los pasos esenciales del camino de fe y
de salvación: escucha la palabra del Señor, junto con su familia; lava las
heridas de Pablo y Silas; recibe el Bautismo con todos los suyos; y, por
último, acoge a Pablo y Silas en su casa, prepara la mesa y les da de comer,
lleno de gozo”.
Así, el Pontífice ha recordado que "el Evangelio, cuando
se anuncia y se cree en él, impulsa a lavar los pies y las heridas de los que
sufren y a preparar la mesa para ellos”. Palabra, Sacramentos y servicio están
en interrelación y se alimentan mutuamente, como ya muestran estos testimonios
de la Iglesia primitiva, ha asegurado Francisco. Y en este gesto “podemos ver
toda la llamada de Cáritas”, ha añadido.
Tal y como ha afirmado el Papa, hoy Cáritas es una gran
Confederación ampliamente reconocida en el mundo por el trabajo que
realiza. La raíz de todo vuestro servicio --ha asegurado a los presentes-- está
precisamente en la acogida, sencilla y obediente, de Dios y del prójimo. Y se
se pierde esta raíz, Cáritas muere, ha advertido. Además, ha afirmado
que Cáritas no es una simple organización humanitaria porque “esta acogida
se cumple en vosotros personalmente, para que después vayáis al mundo, y allí
sirváis en el nombre de Cristo, a quien habéis encontrado y encontráis en cada
hermano y hermana a los que os acercáis”, ha observado el Santo Padre.
Asimismo ha indicado que "Cáritas, en cada Iglesia particular,
también la más pequeña, es la misma. No hay cáritas grandes o cáritas pequeñas,
todas son iguales". Por eso ha invitado a pedir la gracia de entender
la verdadera dimensión de Cáritas, "la gracia no caer en el engaño de
creer que en un centralismo bien organizado sea el camino, la gracia de
entender que Cáritas está siempre en la periferia, en cada Iglesia particular,
y la gracia de creer que la Cáritas centro es solo ayuda, servicio y
experiencia de ocmunión, pero no la jefa de todas".
Y ha añadido que quien vive la misión de Caritas “no es un simple
agente, sino un testigo de Cristo”, es “una persona que busca a Cristo y se
deja buscar por Cristo”, “una persona que ama con el espíritu de Cristo, el
espíritu de la gratuidad, de la entrega”.
Asimismo ha advertido que las estrategias y planificaciones están
vacías “si no llevamos en nosotros este amor. No nuestro amor, sino el Suyo. O
mejor, el nuestro purificado y fortalecido por el Suyo”.
Por otro lado, y haciendo alusión a la campaña desarrollada por
Cáritas sobre “Una familia humana, comida para todos”, Francisco ha indicado
que “el planeta tiene comida para todos, pero parece que falte la voluntad de
compartirla con todos”. Por esta razón ha pedido hacer “todo lo que
podamos para que todos tengan qué comer, pero también recordar a los poderosos
de la tierra que un día Dios los llamará a juicio, y se manifestará si
verdaderamente han intentado proveer la comida para Él en cada personay si han
actuado para que no se destruya el medio ambiente, para que se pueda producir
esta comida”.
Francisco ha aprovechado esta ocasión para renovar una vez más su
llamamiento a no olvidar estas personas y estas intolerables injusticias. No
podemos olvidar --ha exhortado-- nuestros hermanos que han sido privados con la
violencia, sea del alimento corporal que del alimento del alma: expulsados de
sus casas y de sus iglesias, tantas veces destruidas.
Para concluir la homilía, el Obispo de Roma ha observado que junto
a muchos otros organismos de caridad de la Iglesia, Cáritas revela, “la fuerza
del amor cristiano y el deseo de la Iglesia de salir al encuentro de Jesús en
cada persona, especialmente si es pobre y sufre”.
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