EL PRÓXIMO VIERNES día 29
se tendrá en la Iglesia del Sagrado Corazón (de Málaga), a
las 20’30,
un acto especial preparatorio a la Procesión (del día 14),
con motivo de cumplirse los 100 años de haberla
sacado el P. Arnaiz (hoy en proceso de
beatificación)
No sea así entre vosotros
Hay expresiones en el evangelio que podrían ser todo un
arsenal de reflexiones, aplicaciones, exigencias, llamadas, toques de atención…
Y una de esas expresiones es la que Jesús dice a sus apóstoles (Mc 10, 32-45).
Dos se han intentado colocar por delante de los diez restantes. Los Diez se han
incomodado porque les ha sentado mal que intenten dejarlos para segundo plato.
Por tanto, quiere decir que todos están en la misma línea, unos porque
pretenden el privilegio y otros porque lo quieren para ellos. Y Jesús tiene que
empezar por el principio en aquella difícil asignatura de la humildad, del
saber escoger el último lugar, de asimilar cuál es de verdad el Reino de Dios.
Jesús les hace caer en la cuenta de que los deseos de
medrar y ocupar los puestos de mando…, de dominar y –en el fondo- de tiranizar,
son propios de los poderes del mundo, donde los “grandes” oprimen. Vosotros,
NADA DE ESO. Antes bien: quien quiera
ser el mayor, hágase servidor; el que quiera ser el primero, hágase esclavo de
todos. Y no por masoquismo ni por cálculos ventajistas que ceden una parte
para alcanzar más por la otra, sino porque
el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan sino para servir y dar su
vida en rescate por todos.
Se trata de la vida misma de Jesús y su manera de proceder;
se trata de una nueva “mística” de la vida, por la que ocupar el puesto de
abajo es una imitación de Jesús. Y porque buscar los puestos de cogollo es todo
lo contrario a lo que vivió Jesús. Por eso, la postura de dominar o aparecer o
estar por encima, NO SEA ASÍ ENTRE VOSOTROS
La vida que vivimos nos muestra la exacerbada tendencia que
hay a dominar, a tomar la sartén por el mango, a reclamar derechos, a que
parece que todo el mundo (el que se considera en algo superior) pretende alguna
forma de doblegar al que pueda estar debajo. Hemos vuelto a tiempos de
servilismo en que todo necesitaba de “permisos”, de tener alguna forma de
influencia, de decir: “aquí estoy yo”.
No sea así entre
vosotros, fue la palabra de Jesús, esa palabra que no es fácil asimilar en
la práctica en los muchos niveles del “escalafón social”. El que tiene
cualquier título o titulillo –y que nunca se ocupó de algo- en el momento que
puede entrar en su conocimiento ese “algo”, ya lo está queriendo copar bajo
alguna forma de su influencia. Unas veces para “encasillarlo” en “su rol”; otras
veces obstaculizando porque no puede dominarlo.
Vosotros, NADA DE
ESO, nos advierte Jesús. Y creedme que me llega muy al fondo esta advertencia
de Jesús, precisamente porque pienso que “entre nosotros” está haciendo mucha
falta aprender y asimilar esa lección.
De la 1ª lectura de hoy (Ecclo 36, 1-2, 5-6, 13-19) resalto
la batería de peticiones del autor sagrado para que quede patente la gloria de
Dios: que no hay Dios fuera de ti. Y
que eso se manifieste en tu misericordia con nosotros, puesta de manifiesto en tus obras antiguas, cumpliendo las profecías
por el honor de tu nombre, recompensando a los que esperan en ti, escuchando
las súplicas de tus siervos.
Muéstranos, Señor, la luz de tu misericordia será la antífona que
hoy repetiremos al llevarnos la liturgia al Salmo 78 como coral que pone de
manifiesto el contenido de las Lecturas.
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