Las tres condiciones
La 1ª lectura de hoy (Hech. 15, 22-31) es un resumen de la
de ayer. Son enviados algunos de la Iglesia de Jerusalén a la de Antioquía para
certificar que no se exige a los no judíos que tengan que pasar por la
circuncisión para entrar en la comunidad cristiana. Y que la decisión final
está tomada bajo la acción del Espíritu Santo: que se abstengan de la
idolatría, la sangre de animales estrangulados y la fornicación. [Que son tres
llamadas que hoy día tendrían que mirarse en tantos que se profesan cristianos
y fallan a las 3 llamadas que el Espíritu
Santo y nosotros hemos decidido; no otras cargas. Pero sí esas 3 básicas
condiciones: Dios es Uno y por encima de todo; el respeto a toda vida humana
desde el seno materno a la vejez; el respeto a la sexualidad y al verdadero
amor consolidado.
El Evangelio (Jn 15, 12-17) presenta 3 pasos de gran fuerza
en lo que es la vocación cristiana. Uno, el mandamiento de Jesús: que os
améis unos a otros como Yo os he amado.
Se sobrepasa toda la formulación anterior, que llegaba al “amor como a uno
mismo”. Ahora Jesús sube el listón y dice: más que a uno mismo, porque la norma
del amor es “como Yo os he amado”. Y amó hasta el extremo, hasta su misma
muerte por salvar a los otros.
Otro paso es el de la intimidad con Jesús: para Él no somos
unos siervos que siguen a un jefe, a un amo. Para Jesús somos unos amigos que se apegan al Amigo,
aprenden del Amigo, buscan agradar al Amigo. Y la prueba de esa amistad es que
Jesús ha abierto sus secretos de par en par y que podemos saber toda su vida,
su obra y su doctrina.
El paso 3º es la elección.
Nosotros no somos los que hemos elegido a Jesús. Es Jesús quien nos ha elegido
a nosotros. El amor arranca desde el Corazón de Jesús hacia nosotros, y nos
posibilita a ir nosotros a Él, y caminar de su mano y dar fruto y fruto
abundante. Es la consecuencia de esos sarmientos
unidos a la vid, de nosotros unidos vitalmente a Jesús.
Esos tres pasos pueden verse en María Santísima, que como
Madre de todos quiere que todos nos amemos. Y puede decir también con toda
propiedad: Como yo os he amado.
Porque el amor de María ha sobrepasado el amor humano y se ha hecho uno con el
amor del Hijo. Y ahora Ella quiere provocar y fomentar en nosotros el amor de
hermanos, el amor de hijos suyos que rompamos el egoísmo que es tan pernicioso
en la relación mutua.
María es Madre. Pero se ha hecho también AMIGA. Madre, con
el cariño excepcional de una madre. Pero con la cercanía y confianza de la
amiga que entra en nuestro secreto y a quien nosotros se lo confiamos y en
quien nosotros nos confiamos. En efecto: María se ha hecho nuestra confidente
en esos últimos recovecos del alma.
Y Jesús la eligió a Ella para dárnosla por Madre. Y Ella
elige totalmente esa misión que se le ha confiado y la hace plenamente suya.
Ella nos elige con esa predilección de madre que puede amar singularmente a
cada hijo sin que uno sufra menoscabo por el amor que le tiene al otro. En el
Corazón de María cabemos todos y todos en lugar preferente, porque su corazón
ya es tan inmenso que nadie le quita el puesto al otro; todos cabemos por
igual.
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