A LA MADRE DEL CIELO
Cada día que me pongo a escribir la reflexión en el blog
tengo el propósito de acabar con una referencia a la Virgen. Luego se me alarga
el desarrollo del tema y pienso que “mañana será mejor”. La verdad es que “mañana”
no llega y que parece que tengo dejada a María Santísima. Nada de eso. Siempre
preside mi pensamiento y a ella atribuyo momentos determinantes de mi vida: mi vocación
jesuítica, mi camino hacia el sacerdocio con el desemboque final de mi
ordenación sacerdotal, mi noviciado, mi Profesión como religioso… En cada uno
de esos pasos mis recordatorios gráficos de fechas tan especiales los hice con
alguna advocación mariana. Y ese suspiro que se tiene cada día: “¡Madre mía!”, la hace presente a cada
vuelta de la esquina.
Mi madre tenía una devoción muy especial a la Virgen del
Perpetuo Socorro, y a “los ojos de la
Virgen”. Cuantas veces se le había perdido algo, rezaba una Salve a “los
ojos de la Virgen” para encontrar lo perdido. Y lo encontraba. Yo he tenido
experiencias muy llamativas de alguna cosa necesaria y urgente que he
extraviado o no recuerdo dónde la he puesto, y mi recurso a “los ojos de la
Virgen” parece haberme puesto de pronto delante el punto al que tenía que
dirigirme, y que en realidad era inverosímil que hubiera sido allí. ¡Y sin
embargo “aquello” estaba “allí”!
La Virgen María, de una forma más explícita, o menos,
siempre está presente. No se puede vivir sin esa mirada a María. Sin ese regazo
donde sentirse acogido por el cariño de una madre.
A ella dedico este rato de reflexión que duplica hoy
mi participación en el blog.
Mi abuela materna era una gran devota de laVirgen; ella, nos reunía cada noche para rezar el Santo Rosario que ofrecíamos por el abuelo, fallecido a una edad muy temprana.
ResponderEliminarEn la época de los exámenes, yo me hacía muy amiga de la Virgen de los Ojos Grandes y daba tres vueltas, de rodillas, alrededor de su altar; entre tanto iba rezando Avemarías y pidiendo la intercesión de sus Ángeles para aprobar. La Virgen de los Ojos Grandes de Lugo, es de estilo barroco y está rodeada de angelitos. Yo rezaba a la Virgen siempre, por la mañana y por la noche, el "Oh, Señora mía", el "Bendita sea tu pureza ", el"Acordaos", la Salve el Ave María y el Mes de Mayo, la cubríamos de flores y le cantábamos e "Salve Madre", "Tomad Virgen Pura", el Salve Regina"Y una que le cantábamos que decía: "María, Madre, enséñame a vivir con ritmo alegre de juventud". Todos los dias le llevávamos un ramo de flores; ibamos cantando: "Venid y vamos todos con flores a porfía, con flores a María, que madre nuestra es.¡ Qué recuerdos tan bellos..!Tengo que decir que ahora mi piedad mariana tiene mejor calidad.