Voy a empezar por otro aspecto
de este domingo primero de mayo. Voy a empezar por dirigirme a MARÍA, Santísima,
a María em la celebración continuada de este mes dedicado a ella; a María-MADRE,
con la más alta maternidad que pueda concebirse en mente humana. Y que en Ella
y por Ella ha tomado pie la celebración de todas las madres, que deben ser
particularmente veneradas por su maternidad y por el agradecimiento de los
hijos que recibimos de ellas la vida y tantas cosas más. (A las que ha
patrocinado una idea comercial para que se regalen obsequios materiales).
El
núcleo del domingo es el Evangelio de hoy (Lc 24, 13-35). Un texto para
estudiarlo renglón por renglón, como un espejo de muchas situaciones que siguen
siendo hoy las mismas. Son el prototipo de los desesperanzados, de los
impacientes, de los incapaces de esperar para ver, de los que se encierran en
ellos mismos y elevan a “real” lo imaginado, lo temido, lo fantasmal que se ha
creado en sus mentes calenturientas.
Aquellos
dos discípulos estaban en ascuas aquel primer día de la semana. Estaban junto
al grupo de discípulos. Posiblemente en la casa del cenáculo. A Jesús al que
ellos habían seguido con entusiasmo- lo habían crucificado. Había muerto. Y ahí
se le vienen abajo todos los palos del sombrajo. Ahí echan los barrotes a sus
ojos, se ponen sus orejeras, y ya no hay razones que valgan.
Han llegado
muy temprano “dichos” de mujeres que afirman haber visto ángeles que anuncian
que Jesús ha resucitado. Dos apóstoles comprueban que realmente no hay cadáver
de Jesús en la sepultura en que lo habían dejado. Y esos apóstoles confirman que
la idea de Jesús resucitado toma verosimilitud. Ellos, tristes, depresivos, obcecados,
saben que es el tercer día, y que –por
tanto- aún no se puede certificar la defunción definitiva. ¡Pero a Jesús no lo
han visto! Y haciendo lo que jamás se debe hacer –tomar resoluciones en tiempos
de decaimiento- optan por huir de allí.
La pregunta
que vale hacerse es: ¿de qué huyen?, ¿a dónde huyen? Porque la verdadera huida
que hacen inconscientemente es de ellos mismos. Y hacia dónde… Hoy es a Emaús.
Mañana necesitarán irse a Cafarnaúm. Pasado a Tiberíades… Y como el fantasma lo
llevan ellos, no les bastarían todas las ciudades de Palestina. El problema de
ellos no está fuera. Está en ellos. Y ellos, abatidos, ¡discutiendo entre
ellos! [no deja de ser curioso que discutan entre ellos, que parecería que
están de acuerdo en su huida], viendo negro aún lo blanco, metida la cabeza en ese
tonel de su propia negatividad, salen a caminar pesadamente hacia Emaús.
¡Ventaja para
ellos que alguien les salió al encuentro! Y alguien que ya vio de lejos que
eran unos hombres hundidos (y realmente sin razones objetivas). Buen psicólogo
pregunta… Escucha… Descubre “el pastel”…, el embolado mental y cordial de
aquellos dos pobres fugitivos (de sí mismos). Y cuando han desembuchado toda su
amargura (tan irracional que lo blanco lo vuelven negro), les entra de frente
con un schoc que va a las raíces mismas de aquella situación: ¡Duros de mollera y cerrados de
corazón! Necios y tardos… Y aquella forma de enfrentarles a ellos mismos
les sentó bien. ¡Basta de lamentos y engaños y paños calientes!: el problema
sois vosotros. ¡Y lo curioso es que ellos se sintieron bien cuando alguien les
desenmascaró!
Y ahora vino
la parte constructiva. Necesario fue derribar el muro, pero si no se construía,
poco fruto podía dar. Y CONSTRUYÓ SOBRE BASES RELIGIOSAS: lo primero que es
necesario es ir a la palabra de Dios…, a eso que está escrito desde hace mucho
tiempo… Y comenzando desde Moisés y siguiendo por los profetas, les fue
poniendo delante que ellos se habían escandalizado sin razón, porque todo lo
ocurrido tenía que ocurrir…, y que Cristo,
el Mesías, tenía que padecer para entrar en su gloria. Lo que dicho de otra
manera sería: la vida no es una autocontemplación cerrada sobre sí mismo. Hay
que abrir la ventana y ver el sol, el viento, las flores, las moscardas, los
hombres y mujeres, los sufrimientos de tantos, el rostro alegre de la vida…
PORQUE TODO ESO TIENE QUE SUCEDER para poder luego DISFRUTAR DE LA VIDA.
El peregrino
ha entrado en el meollo de la cuestión: la realidad de la vida de cada cual,
como punto primero de aceptación para poder ser feliz. Y consiguió el efecto de
tal manera que los dos fugitivos sentían así mucho mejor. Pero sin querer aún
enfrentarse a la verdad verdadera, justifican
en “ser tarde” para invitar al peregrino a cenar con ellos. ¡AHÍ ESTABA EL
SECRETO! Dejar entrar a Jesús en su problema…, aunque aún no sabían que era
Jesús, pero habían palpado sus efectos, que les habían hecho arder el alma…,
¡se habían abierto de nuevo a la
esperanza! Y allí, cenando, se les caen
los barrotes de sus ojos, y VEN A JESÚS.
¿Cómo habían
ido cambiando? – CAMINANDO…, haciendo camino…, dejando entrar otras ideas
distintas de las suyas…, dando cabida al pensamiento de quien veía desde fuera…
Escuchando al “peregrino” que les cambiaba el chip…
Con la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro es una idea muy bonita de felicitar a todas las madres.Como yo soy madre de cinco hijos, me doy por felicitada.Muchas gracias,padre.
ResponderEliminar