13 de mayo en
Cova de Iría
Hoy
celebramos el día de Nuestra Señora de Fátima, advocación tan querida por los
fieles y ratificada por la presencia de dos Papas que se han postrado ante la
sagrada imagen de la Virgen en aquel lugar. La Madre de Dios, en blanca figura,
se ha manifestado protectora de la Iglesia y de los creyentes, y patrona del
bien de Europa.
No
soy partidario de los movimientos tremendistas y amenazadores que se difunden
desde la devoción a la Virgen de Fátima, como no soy adicto a los panfletos que
pululan con frecuencia de mensajes aterradores que van puestos en boca de María
Santísima. Ni comulgo con la idea de una Madre que mete miedo y anuncia
catástrofes condicionadas a unas determinadas condiciones. Entiendo a María
como una madre que avisa, educa, conduce, protege y advierte. Lo demás se me
cae de las manos, y no seré yo quien lo difunda, por más tendencias oficiosas
que pretendan la propaganda contraria. A mi madre la entendí siempre como madre
solícita y cariñosa, que me llamó la atención y me educó, pero no usó el arma
de la terrible amenaza si yo era niño malo…
En
la liturgia, la persecución originada cuando el martirio de Esteban produjo una
huida de seguidores de Jesús hacia lugares seguros. Hec.11, 19. Pero no eran
simples fugitivos que se ponían a salvo sino que se constituían en mensajeros
de una alegre noticia -¡Cristo resucitado!- que iba prendiendo en aquellos
otros lugares. Los apóstoles enviaron a Bernabé, y muchos se adhirieron al
Señor. Bernabé era hombre de plena confianza, para ayudar a los refugiados. Y
en Antioquía, las gentes del lugar fueron quienes empezaron a llamarlos cristianos.
En
Jn 10, 22-30, Jesús enseña; no ha dejado el discurso del Pastor bueno, que
avala con las obras que Él hace. Y con una realidad fehaciente: que quienes
creen en Él lo siguen y Él los protege, como el pastor que cuida de sus ovejas.
Se las ha dado su Padre, y nadie puede quitárselas a Él, que es un Pastor fiel.
Ha respondido así a la pregunta que le habían hecho: Quién eres; dínoslo y no nos tengas en suspenso. Pues respondido y
bien respondido queda.
Y
sigo con mi necesidad de saber quién soy yo a los ojos de Jesús. E
identificándome ahora con Pedro, voy a ir completando el cuadro. Pedro fue el
escandalizado por el anuncio de un Mesías que padece y muere. Pedro recibió una
reprensión muy dura que aún le sigue picando. Jesús no rebaja la respuesta del
Mesías paciente pero la completa (o hace visible “la coletilla que nunca
acababan de escuchar los Doce: resucitaré
al tercer día. Jesús es muy gráfico y mete por los ojos lo que no entra en
la cabeza. Y se llevó consigo a Pedro, Santiago y Juan. A un monte elevado. No
es casual esa descripción geográfica: por lo pronto es “separarse del llano”
que es demasiado rastrero… Segundo: va a haber una manifestación de Dios, y eso
ha de recordar al Sinaí… De hecho hasta Moisés va a hacerse presente…
En
aquella “altura” Jesús se transfigura: rostro y vestidos se ponen
resplandecientes, como en un trasunto de lo que un día será permanente. Moisés,
el legislador y Elías, el profeta de Israel, vienen a hacer trasmisión de
poderes (por decirlo así): Ley y Profetas ya tenían todo anunciado (recordemos
que esa fue la gran conversación del “peregrino de Emaús”). Por eso ellos “avalan”
con su presencia que ese Mesías, Jesús, es el anunciado siempre, el enviado de
Dios. Y al mismo tiempo, el que es Mesías en medio de todo lo que sucederá en
Jerusalén, que es la Pasión y la muerte.
No
sé si Pedro y los dos compañeros alcanzaron a oír la conversación. El hecho es
que la espontaneidad infantil de Pedro le llevó a proponer a Jesús una idea “luminosa”:
se quedan ya allí…, ¡que es muy bonito
aquello!, y los tres apóstoles les construyen unas chozas para que allí se
queden los tres personajes protagonistas. Y hablaba Pedro cuando la nube
les cubre, la voz honda les resuena señalando que Cristo es el Hijo querido de Dios
–el MESÍAS-, y que hay que escucharlo. No sólo “oírlo”. Lo que
Él dice es la verdad, aunque hable de pasión y muerte violenta.
El
terror invadió a los discípulos. Se vieron envueltos en la nube y temieron
morir. La solución era echarse por los suelos para no ver nada, mientras
temblaban como amenazados de muerte. Luego vino Jesús , les tocó por la
espalda, les dijo que se levantaran…, y con mil recelos lo fueron haciendo
lentamente… ESTABA SOLAMENTE JESÚS, y no había ni acompañantes, ni luces
brillantes. Y Jesús les advirtió que no dijesen ni palabra de ello, hasta que resucitase de entre los muertos.
Lo curioso es que todavía se preguntaban qué sería eso de “resucitar de entre
los muertos”. Es evidente que la historia gloriosa no la inventaron ellos.
Pero
como aquello no les interesaba rozarlo siquiera, echaron la conversación por
otro lado: ¿Es verdad que tiene que
volver Elías? Jesús les dice que ya ha vuelto y lo maltrataron. Este
evangelista no explicita más. Otro indica que comprendieron que les hablaba del
Bautista. Y sin darse ni cuenta, ya habían llegado al llano…
A
mi pregunta: ¿quién dice Jesús que soy yo”, va dándose respuesta: seré lo que
sea mi aceptación de ese Mesías transfigurado…, pero que muere primero. ¡Y
cómo! Y en la medida que esto me lo vaya tragando, estaré en la línea de ser
conocido por MI NOMBRE.
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