Para Dios,
todo es posible
Dos
lecturas con dos mensaje esenciales: en Hech 16, 22-34 destaco el final; que
Pablo y Silas y los demás presos, con las puertas de la cárcel abiertas y los
grilletes saltado no huyeran, es ya un “milagro”, no de los que pueden salir en
letras de molde, sino los que convencen perfectamente a propios y extraños. De
hecho el carcelero pasa de estar a punto de suicidarse a caer a los pies de
Pablo y preguntarle: ¿Qué tengo que hacer
para salvarme? El resultado del “milagro” es que ese carcelero se convierte
en benefactor físico de los heridos y en un creyente en Cristo que contagia su
sentir a toda la familia.
En
Jn 16, 5-11, otro final es concluyente. El Espíritu Santo dejará convicto al
mundo de un pecado (no han creído en
Jesús…; el mundo buscó el agua en cisternas vacías, y dejó arrinconado a
Jesús); de una justicia (Jesús es el
justo,
el que está en su sitio, el bueno y leal, el santo; quien deja a un lado a
Jesús cae en la injusticia. Y la mayor injusticia es el pecado como tal, la
actitud de pecado). Y de una condena
(no hay mucho que pensar: si Jesús es salvación, el mayor mal, el daño más
grande, es abandonar esa fuente de salvación. ¡Y eso es condenación!) El Espíritu
se va encargando de que el mundo vaya quedando convicto de su locura. Los
hechos, de una sociedad enloquecida y absurda, que se aboca a su propio desastre,
sin saber advertirlo, son ya una buena prueba…
¡Madre de los Desamparados!, ruega por
nosotros. Nadie está desamparado por Dios, Nadie es desamparado por María.
Hay muchos desamparados… El mundo, “la sociedad”, el vil dinero, los intereses
creados, la falta de corazón, ¡el mundo que ha dejado a Dios!, ¡el mundo
cerrado a la acción del Espíritu!, es el germen cruel que desampara, que carece
de sensibilidad, que se hace cada cual el lobo que se devora a sí mismo. En
medio de esa debacle, MARÍA es invocada MADRE DE LOS DESAMPARADOS…, madre que
pone su mano en el rostro demacrado de los necesitados, acompañante de los
inmigrantes que deambulan sin norte, de los enfermos abocados a una muerte
cercana, a la mujer humillada y maltratada, a los niños hechos negocio de los
inmorales, a los mafiosos sin corazón… Si pudiéramos entrar en los entresijos
de todos ellos, y de todos los demás, hasta podríamos encontrar en sus
repliegues una imagen de María, un recuerdo nostálgico de aquellas veces que le
cantaron a la Madre. Por eso hoy, nuestra oración por ese mundo convicto de pecado, de injusticia y de condena, se dirige a
María, Madre de los desamparados.
Sigo
en el mismo lugar, en la misma escena, con la mirada detenida en los
sentimientos de Jesús, ante aquel joven RICO, que era tan “rico” que no pudo, ni
supo, ni quiso dejarse a sí mismo, “vender”
su falsa posesión de sí, para poder
seguir a Cristo, sin el peso del lastre de sí mismo (que era su peor “bien”…,
su auténtico mal). Con el dinero podría haber hecho mucho bien: ¡darlo a los
pobres…, ganar otro “tesoro” en el Reino. No era el dinero el obstáculo (aunque
siempre dificulta). El obstáculo fue él mismo, su amor propio, su incapacidad de ceder, su “posesión” de quien es
capaz de tirar por la borda el ideal (con el que se había presentado), y hasta
sufrir el propio trauma de su fracaso…, pero conservando su YO… Como las
serpientes, que todo pueden cederlo menor la cabeza…
Jesús
se había quedado herido internamente por ese hombre. Y habló solo en voz alta: ¡Qué difícil que los que poseen riquezas
entren el Reino! Los apóstoles casi se escandalizan y salen al paso: Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús
no disminuye un ápice su expresión sino que la explica drásticamente: Más fácil es pasar un camello por el ojo de
una aguja que entrar un rico en el Reino. Y como ellos más y más se
pasmaban, Jesús matiza y pone una luz de salida: A los hombres les es imposible. No es imposible a Dios. Dios todo lo puede.
Los hombres, afincados en su YO, en
sus soluciones, en sus proyectos, en su endiosamiento, en su terrible soberbia,
no tienen salida. Pero Dios lo puede
todo. Y se me viene a la mente la figura que nos trasmite el P. Cué en su
famoso “Cristo roto”: a Dios todo le
es posible, aunque no todo con mano de terciopelo. A Saulo tuvo que hacerle
morder el polvo y quedarse ciego rodando por los suelos. También era mano de Dios, amor inmenso de Dios, “vaso de elección”, pero tan
soberbio y engreído que allí no valían otras formas. Y para Dios todo es
posible pero no deja Dios de actuar –cuando sea necesario- de modo
traumatizante. A la larga es el gran beso, la gran caricia de Dios. En el
momento es el enorme fracaso…, casi a punto de que Saulo blasfeme… Pero Saulo
siente que allí hay algo mayor y mejor, y en vez de encabritarse, se sume en
una humilde pregunta: ¿Quién eres…, qué
quieres?
En efecto, para Dios todo es
posible. Lo que pasa es que Dios tiene dos manos, dos brazos. Igualmente
amorosos. Pero distintos en su modo de hacer. Y uno es el que abraza a Teresa
de Lisieux…, otro el que ha de usar con Agustín de Hipona. Y a los dos los
conduce a las alturas de la santidad.
Hermosa advocación "MADRE DE LOS DESAMPARADOS". Me ha gustado la imagen .Precisamente la tengo en mi mesa del salón.La he visitado en dos ocasiones en su santuario en Valencia.Me contaron la historia de esta imagen que tiene la cabeza inclinada hacia adelante.
ResponderEliminarMaría,apareció sobre la tierra,para preparar la venida de Jesús; ha vivido a su sombra;en el Evangelio no la vemos intervenir más que como Madre deJesús,le sigue ,vela por ¨´EL,y cuando Jesús nos deja,Ella desaparece suavemente.
María desaparece,pero queda en la memoria de los pueblos,porque le debemos a Jesús.
Los discípulos, en su tristeza, no comprendían que Jesús les estaba diciendo" hasta luego", tengo que subir al Padre ; pero mi despedida no es definitiva...Nosotros que ya conocemos muy bien a Jesús, sabemos que estando con Él, no se alejará de nosotros; que nada nos podrá separar de su Amor; siempre le estaremos esperando.con la alegría y con la impaciencia de unos hijos que necesitan que el Padre "regrese" pronto. El Espíritu nos tranquilizará; Jesús ya no estará físicamente con nosotros; pero sí espiritualmente.
ResponderEliminarMaría, en su advocación de los Desamparados, sobresale entre todos los pobres del Señor que en Él esperan y de Él reciben la Salvación: Con Ella se inaugura la nueva Economía. Nos la presenta el Santo Concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium, como Excelsa Hija de Sión, en quién se compendian todas las esperanzas de Israel; que en Ella se ven cumplidos todos los anhelos y suspiros de los Profetas.¡Oh Virgen Soberana! Tú eres Bienaventurada porque concebiste en tu vientre al Salvador.¡Oh feliz y dulce María!, que no se me olvide nunca que he sido encomendada a tí.