La PALABRA
Una
dificultad que les surge a los apóstoles en la primitiva comunidad –[Hech
6,1-7]- es que hay demasiadas gentes necesitadas y si se dedicaran a ellas, no
les quedaría tiempo para la predicación del mensaje cristiano. Y convocan a la
comunidad y les proponen que unos cuantos de esa comunidad sean los encargados
de atender las necesidades materiales, porque
no estaría bien descuidar la predicación por atender a la administración. Y
como hablando -¡cuando de verdad se habla!- se entiende la gente, solucionan
así el tema, sin que sufra la predicación de la Palabra de Dios.
Cuando
avanzando los años, Pedro está en Roma y escribe allí sus cartas, se amplía el
horizonte hacia la misma responsabilidad de los miembros de la comunidad (1P 2,
4-9); lo que hoy llamaríamos “los laicos”.
Y es que ellos son también responsables y portadores de esa Palabra, porque
ellos están constituidos en sacerdocio en
medio de la vida, para ofrecer sacrificios espirituales y para ser nación
consagrada, pueblo adquirido por Dios, raza elegida, llamados a salir de la
tiniebla para entrar en la luz maravillosa de Dios.
Una
labor básica de ese sacerdocio es trasmitir la Palabra, ser anunciadores del
mensaje cristiano, La palabra no solo tienen que conocerla los Pastores; ha de
ser juntamente un instrumento que utilicen los fieles en su sacerdocio. Cabría
una piedra de toque muy clara y llamativa: En el transcurso del día –digamos,
por ejemplo, hoy- ¿qué parte de nuestra conversación o comunicación va a tener
popr objeto alguna forma de difusión o comentario sobre la Palabra de Dios?
Vamos a hablar de múltiples cosas… ¿Qué lugar van a ocupar los valores
cristianos?
Cuando
Tomás pregunta a Jesús adónde va y cuál es el camino (Jn 14, 1-12), Jesús le
responde: Yo soy el Camino. ¿Cuál es el camino para que la Palabra de
Dios sea más centro de nuestro interés? Será la medida en que vayamos
conociendo a Jesucristo. Jesucristo es
EL CAMINO… Imbuirse de Jesucristo, sentir entusiasmo por su persona, hablar
de Él… Ese es el CAMINO.
Y
como es camino recto, sin desviaciones, nos conduce a la Verdad. En medio de ese relajamiento de criterios, de valores, de
sentido serio de la vida…, en medio de tantas medias verdades con las que nos embaucan desde fuera, solo queda el
encuentro con Cristo para hallar la Verdad. Y junto a Cristo advertir que no
hay más verdad absoluta que Dios mismo, y por tanto que nuestras “verdades” son
siempre parciales; que no lo abarcamos todo; que el vecino también lleva su
parte de verdad, y que –como hizo el mismo Jesús- hay que cambiar algunas
direcciones para poder rencontrar venas legítimas de nuevas verdades. Y de la “verdad”
mía y de la “verdad” tuya, se compone una verdad más completa. Y se discute
menos y se busca más sinceramente LA VERDAD, esa que es Jesús mismo, y que es
la que da LA VIDA, la que nos va
haciendo vivir en ese plano de Dios al que vamos dirigiéndonos.
La
Eucaristía es la plasmación de ese camino, que es Cristo; de la Verdad y de la
Vida. Y tomada en serio nuestra participación en la Eucaristía,
necesariamente se hace mejor y más sincera nuestra vida.
María
fue la MUJER DE LA PALABRA. Se turbó ante “aquellas palabras” de alabanza, y se
rindió ante el planteamiento que le mostraba Dios: hágase en mí según TU PALABRA.
Y la
PALABRA se hizo hombre en el seno de María. Vivió su vida escuchando LA PALABRA y practicándola.
María CONVIVIÓ con Jesús que es LA PALABRA hecha hombre, y el día que Jesús murió,
Ella acogió plenamente el último encargo de Jesús, su PALABRA que le encargaba
a la humanidad, a la iglesia. La palabra más amplia que conservamos de María
fue su canto humilde y gozoso de alabanza a Dios: es la palabra del MAGNÍFICAT,
un verdadero tratado de la esencia de la PALABRA evangélica y, por tanto, de la PALABRA que es Jesús.
Así
vivió siempre EN LA VERDAD. Así permanece actuando su maternidad, que DA LA
VIDA.
HOY ES DÍA 18 de mes,
y es día dedicado en nuestro templo de Málaga a PEDIR LA BEATIFICACIÓN del P. Tiburcio Arnaiz, cuyos restos reposan en esta Iglesia.
Magníficat anima mea Dominun" y su alma glorifica al Señor,desde que lo lleva dentro y a su lado.
ResponderEliminarOh, Madre,que sea la nuestra ,como la tuya,la alegría de estar con Él y tenerlo.