Los que lo
habían dejado todo…
Una buena prueba de lo fácil que es
hablar y engañarse a sí mismo en el plano de las actitudes personales, lo
tenemos retratado en la secuencia de Mc 10, 28-45.Ya tenemos conocida la
primera parte: “A nosotros, que lo hemos
dejado todo, ¿qué nos toca? Salen de allí, emprenden el camino y Jesús les
pone de nuevo ante los ojos el temible anuncio de su pasión: Mirad que estamos subiendo a Jerusalén
(como quien dice: estamos en la última etapa, y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los sumos
sacerdotes y escribas, que lo condenarán a muerte, lo entregarán a las
autoridades civiles, que le escarnecerán, le escupirán, lo azotarán, y matarán.
[Dicho sea de paso, esto es lo que se llama profecía “ex evento”, es decir: que
está tan calcada de los hechos que sucedieron después, que en realidad lo que
hace es una síntesis a posteriori de lo que había sucedido. Y por tanto, que en
su anuncio, Jesús no detalló tanto, porque eso sucedió luego a un ritmo imprevisible].
A los tres días resucitará. Esto sí
era perfectamente advertido por Jesús n todo anuncio de su Pasión. Pero eso era
lo que sus apóstoles no llegaban a escuchar, una vez que se obcecaban con los
anuncios de un Mesías derrotado.
Dice el evangelista que los
apóstoles caminaban asustados al ver la prisa con la que Jesús caminaba, máxime
cuando el anuncio no era precisamente para vivir una fiesta. Y cuando Jesús les
anunció la pasión, ellos se retrasaron en corrillos… Pero los dos hermanos,
Juan y Santiago, apretaron el paso, se pusieron a la altura de Jesús y le
pidieron que les concediera lo que iban a pedirle. No es que primero piden,
sino que quieren asegurarse el resultado pidiendo que les conceda lo que le van
a pedir… Jesús les pregunta qué quieren,
y ellos se apean por una petición muy original… En un contexto como el que tenemos:
la Pasión que se echa encima, ellos vienen a pedir un privilegio: ser ellos dos
los primeros en el reino mesiánico: estar
a la derecha y a la izquierda… Éstos eran los que “habían dejado todo”… Y no
han dejado pasar mucho tiempo para pedir ventajas…
No
sabéis lo que pedís. No pediríais si os hubierais parado a pensar medio
segundo… Pero en vez de recriminarles por esa falta de sintonía (hoy se ha
puesto de moda llagarlo: “sinergia”),
lo que hace es cambiarles el chip y
plantearles otro panorama muy distinto. Que yo pienso que ellos ni se enteraron
bien… ¿Podéis beber el cáliz que yo he de
beber y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Es claro
como el agua que Jesús los está haciendo regresar al anuncio de pasión que les
acababa de hacer y que ellos no querían ni oír. Y aunque estoy seguro que no
entendieron n ada, les quedaba algo muy concreto e inteligible: que lo que
Jesús les proponía era siempre con Él,
al modo de Él. Y eso sí lo captan y por ahí responden: PODEMOS. Y Jesús les confirma que eso sí lo tendrán. Los puestos de
derecha e izquierda es cosa que sólo Dios sabe…
Y no se ha acabado ahí a los que habían dejado todo…, porque algo
sospecharon de aquellos dos hermanos que se habían ido a acompañar a Jesús por
el camino, y quien más, quien menos, se acercaron prudentemente para escuchar…,
y para indignarse contra ellos. Y no porque habían sido imprudentes sino porque
“les quitaban el privilegio” a los otros. Y Jesús tuvo que volver a sus
pacientes catequesis, a ver si alguna vez aprendían que el mayor tiene que ser menor, y que ellos tenían que servir, ASÍ COMO el Hijo del hombre que no
ha venido a ser servido, sino a servir Y DAR SU VIDA POR TODOS.
Es lección muy difícil. Y no hay
que irse muy lejos. Nos basta mirarnos y descubrir que tenemos el vicio de ver
mal lo que hacen otros, mientras nosotros hacemos exactamente lo mismo. Eso de “servir” está entendido muy superficialmente
y se llega a practicar muy dosificado: cuando uno mismo toma la iniciativa.
Pero no se está en la misma disposición cuando surge sobre la marcha dejar paso
a la otra persona. Por eso Jesús nos dice ese: ASI COMO…, de la misma manera
que…: el modelo de servir hasta dar la vida (aunque sea que otros se la quitan…,
ES Él. Y ES ELLA, María, la mujer
que vivió abierta a la sorpresa. Dios parecía asomársele en cada recodo para
pedirle un servicio…, un servicio “al modo de Dios”; un servicio de mera
generosidad…, imprevisto… Luego venía la respuesta generosa suya. Cuando le
comunica Dios que su pariente Isabel está de seis meses, María, que lleva
encima todo el problema de su misteriosa maternidad…, de su situación ante José…,
se pone en camino hacia la montaña de Judea para atender a su pariente anciana
y embarazada. No era un privilegio. Era ponerse a servir, sin más. Sin prevenir
más. Se dejaba en Nazaret un embolado de mucha categoría. Sus padres podían
recelar, y José, no menos, como si aquella ida fuera “huida” del problema. Ella
dijo un: PUEDO…, y tras eso, lo que viniere. ASÍ COMO…
El la liturgia, Pablo reitera su
dedicación a los gentiles ((Hech 16, 1-8) y Jesús anuncia su marcha. En el
contexto litúrgico, se refiere a la ascensión. En el momento que lo pronunció,
era anuncio de su muerte, el poco que no
me veréis…; el otro poco que me volveréis a ver. En la liturgia es anuncio
de la ascensión ya cercana (propiamente la fiesta sería HOY), y volver a verlo
está ya en Pentecostés, cuando Jesús envía su Espíritu para que continúe su
obra, y ellos palpen su presencia, y con bríos y valor que ahora mismo no
tienen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡GRACIAS POR COMENTAR!