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Carta de Ignacio a Magdalena de Loyola
Magdalena de Loyola, hermana
de Ignacio. Escribe el Santo exhortándole a una vida piadosa y frecuencia de
los sacramentos. Y porque le enviaba “cuentas indulgenciadas”, cosa muy
apreciada en ese momento. Ignacio le avisa de que sean bien usadas.
Y acaba, como en la mayoría de sus cartas, con una frase
que expresa el sentir de Ignacio: Su
Divina Majestad, en su infinita y suma bondad, nos quiera dar su gracia
cumplida, para que su santísima voluntad sintamos y aquella enteramente la
cumplamos
Liturgia:
El texto que hoy nos trae San Mateo
cuenta sintéticamente lo que el domingo antepasado nos contó Marcos en el
evangelio del día. La verdad es que poco nuevo se puede aportar, aunque hay
leves variaciones en el relato.
El “personaje” –en el texto de Mateo n se identifica- viene
a Jesús cuando su hija ha muerto. No obstante acude a Jesús, esperando que baje a la casa e imponga las manos en la
difunta, y vivirá. Así de cierto
lo tiene este hombre.
Jesús se adapta a la fe del personaje y camina junto a sus
discípulos hacia la casa de la niña muerta.
Pero en ese camino se tercia una mujer que padecía
hemorragias desde hacía 12 años, pensando
que con solo tocarle el manto se curaría. Otro modelo de fe. No requiere
que Jesús sea consciente, ni que Jesús imponga las manos…, ni siquiera llegar a
la persona de Jesús. Le basta con tocarle el manto y tiene la fe de que así
curará.
Aquí no hay dramatización de la escena, sino simplemente
que Jesús se vuelve, y al verla, le dice:
Ánimo, hija; tu fe te ha curado. Con perspicacia femenina comenta una
teóloga la dulzura de Jesús con la mujer. Y es que en las diversas narraciones
evangélicas en las que intervienen mujeres, Jesús siempre es muy delicado. Tan
solo tuvo palabras más adustas con las mujeres plañideras que acompañaban su
camino hacia el Calvario, porque Jesús entonces padecía el dolor por aquel
pueblo que se había convertido en leño seco: Llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos… Toda otra
ocasión con la mujer es delicada y cercana.
Cuando llegó Jesús a la casa del personaje ya estaban los
flautistas y el alboroto de la gente…, todo ese tinglado externo tan oriental,
para manifestar el dolor de la muerte. Jesús vio el alboroto de la gente y dijo: ¡Fuera!, la niña no está muerta;
está dormida. Casi que aquello molestó más que otra cosa y lo tomaron a
burla y se reían de él. La realidad es que Jesús hablaba más de lo que iba a
ser que de lo que estaba siendo. Porque era un hecho que la niña había muerto.
Pero él venía a devolverle la vida.
Echaron fuera a la gente, y él cogió a la niña de la mano y ella se puso en pie. ¡La había
“despertado”! Y aquello sobrecogió a las gentes y la noticia se divulgó por
toda la comarca. ¡No era para menos! Se había divulgado la muerte y allí
estaban aquellas gentes haciendo el duelo. Sin embargo Jesús ha intervenido
como quien es la resurrección y la vida.
y la niña -recibiendo esa vida por la mano de Jesús- se puso en pie.
La fe es aceptar la Palabra de Dios por la autoridad del
mismo Dios que no puede ni engañarse ni engañarnos.
La fe es el amor, puesto en las manos de la persona en
quien se confía.
La fe es el principio que lleva a la salvación.
La fe es la capacidad para aceptar la duda. Y admito que es
la presentación que más me mueve, porque es ese punto en que uno cierra los
ojos, ante lo que parece imposible, pero acoge sin dudar porque la palabra
viene de Dios.
La fe es esa vivencia por la que, ante un pozo sin fondo,
le dicen a uno: ¡Tírate! Y se lanza al vacío con la plena seguridad de que
aparecerá la mano de Dios que sostiene.
La fe es la del personaje que, ante la hija muerta, todavía
cree que Jesús imponiéndole las manos a la difunta, vivirá.
Y la fe es la de la mujer de las hemorragias, que tiene la
seguridad de que con sólo tocar el manto de Jesús, casi de tapadillo, va a
curar de su enfermedad, arrastrada ya 12 años sin tener remedios médicos.
Jesucristo, siendo la Resurrección y la Vida, resucitó a la niña, que, ciertamente estaba muerta. el padre tenía una Fe suficiente en los poderes de Jesús, creía que si Jesús la veía ., su hija, aunque estaba muerta, viviría
ResponderEliminarLa enferma de las hemorragias, tenía una Fe tan grande que con sólo tocarle el vestido, aunque Jesús no lo "supiera", remitiría su hemorragia. Los Padres de la Iglesia veían en la hemorroisa un símbolo de nuestros primeros encuentros con Cristo a través de la Escritura...como que nos cuesta entender el mensaje que nos transmiten, pero pocoa poco nos encontramos con Cristo escondido en las palabras. Las Misas, nos parecían vacías ¡hasta que nos encontramos con el Crucificado!.