Ignacio a Francisco de Borja, Duque de
Gandía
Francisco de Borja estaba en los asuntos del Ducado de
Gandía. Mantenía correspondencia con Ignacio por razón de la Universidad de
Gandía. Ignacio envió 7 jesuitas junto al P, Oviedo.
Ignacio dedica la carta a la parte espiritual. Alaba al
Duque y se abaja a sí mismo. Quiere que Francisco de Borja no encumbre ni a él,
Ignacio, ni a los jesuitas.
Le exhorta a la unión con Dios, a la frecuentación de la
Eucaristía, y le pide que le apoye con sus oraciones en la labor del
superiorato de la Compañía.
Liturgia:
Jesús recrimina a las ciudades de
Corozaín y Betsaida donde había hecho tantos milagros y sin embargo no se
habían convertido ni lo habían aceptado a él. (Mt11,20-24) Jesús les hace las
cuentas: si en ciudades paganas como Tiro y Sidón se hubiesen hecho las obras
que se habían hecho en ellas, hace tiempo que se habrían convertido haciendo
penitencia. A la hora de la verdad, el día del juicio, les será más llevadero a
Tiro y a Sidón que a ellas.
Pero es que no solo eran esas ciudades impenitentes. Es que
también Cafarnaúm, el emporio comercial de Palestina, entra en el mismo saco.
Que si en Sodoma, con todo su desastre y mala fama, se hubiesen hecho los
milagros que hizo en esa ciudad, Sodoma se hubiera salvado. Por eso el juicio a
Sodoma será más suave que el de Cafarnaúm.
No puedo menos que hacer el traslado a nuestro tiempo, a
nuestras ciudades, a nuestros jóvenes, a nuestros obreros, a nuestros
intelectuales…, a las gentes que andan despistadas y perdidas sin norte. Pueden
tener delante miles de testimonios heroicos y valientes y ejemplares de la
Iglesia en sus diversos estamentos e instituciones. Bastaría buena fe y ojos
limpios de prejuicios para captar la ingente labor benéfica de la Iglesia, su
labor docente, su atención al tercer y cuarto mundo con sus misioneros y la
ayuda económica que esos países de frontera reciben de los fieles de esa
Iglesia. Con un poco de ojos desempañados, se vería la obra ejemplar de la
Iglesia, y por tanto de Jesucristo a través de sus enviados.
Y eso, cuando la Iglesia está sufriendo el desgaste de la
edad en un porcentaje elevado de sus miembros, que siguen –sin embargo- dando
de sí todo lo que pueden y más de lo que pueden.
Muchas veces me han preguntado cuando me jubilo. El
cardiólogo me dice que me siente en una mecedora a leer el periódico. Las
gentes se extrañan de que hombres y mujeres mayores, octogenarios y
nonagenarios, sigan estando ahí en la brecha, dando lo que ya saben y ya
pueden. Pero ahí están. Somos conscientes de que no tenemos fácil repuesto, y
seguimos haciendo lo que las fuerzas nos permiten y nuestras capacidades nos
dejan. Pero permaneciendo activos, cubriendo huecos
Y eso no lo ven o no lo quieren ver estos nuevos “Corozaín
y Betsaida”, esta nueva realidad de una Cafarnaúm de ojos ciegos para ver. Y
mientras tanto surgen los nuevos “pobres de Yawhé”, las gentes sencillas que
son capaces de ver y de admirar la ingente obra de la Iglesia de Jesucristo, y
aún de colaborar en medio de sus también avanzados años, pero capaces de hacer
todavía algo por los demás.
¿Quién echa cuentas de los monjes y monjas de clausura, que
están ahí en la retaguardia, apoyando desde la oración y su trabajo a tantas
misiones de la Iglesia? Santa Teresa del Niño Jesús (o de Lisieux), una
religiosa joven y enferma, es patrona de las misiones por su labor a favor de
la obra misionera de la Iglesia en los lugares más deshumanizados y
necesitados.
Por eso, si Jesús apareciera en nuestras ciudades y
pueblos, tendría que repetir lo mismo que ya dijo entonces. Y los creyentes no
podemos quedarnos parados ante esta avalancha del mal y esta influencia
malévola de los medios de comunicación en manos de los enemigos de la Iglesia.
No tenemos armas para defendernos y contraatacar. Estamos en inferioridad manifiesta
de medios humanos. O recurrimos a nuestra fuerza, que es la oración y a nuestro
testimonio, o nos quedaremos lamentándonos inútilmente, mientras las fuerzas
del mal van ganando todos los terrenos.
Jesús nos ofrece la salvación a todos, pero la avalancha del mal y la influencia mal-intenccionada de los medios de comunicación es cada día más dificil de contraatacar ...Nuestra fuerza es la Oración y nuestro testimonio...Nosotros, como los paisanos de Jesús, nos pasamos la vida pidiendo milagros, nos cuesta reconocer y agradecerle tantos detalles que tiene con nosotros todos los días. Queremos los signos a nuestra imagen y semejanza y desconfiamos como desconfió Jonás.
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